Cinco mil 
          afectados por el agrotóxico Nemagón acampan desde hace casi dos meses 
          en Managua ante el edificio de la Asamblea Nacional, donde llegaron 
          después de una marcha a pie. Cuarenta de los que salieron de 
          Chinandega murieron. Desde que ellos empezaron a contarlas, son 903
          
          
          las víctimas del 
          químico. Los responsables son viejos conocidos: 
          
          Dow Chemical, 
          Standard Fruit, Shell.
          
           
          
           
          
          Dow 
          Chemical fue pionera en la fabricación del Nemagón, cuyo ingrediente 
          activo es el 1,2 dibromo-3-cloropropano (DBCP), que demostró ser muy 
          eficaz en la eliminación de los nematodos.(1) 
          Pero ya en 1958 la propia empresa había detectado que el producto 
          causaba atrofia testicular, esterilidad y daños severos en pulmones y 
          riñones de animales de laboratorio. Una circular confidencial que 
          recibieron entonces los gerentes de la empresa así lo prueba. A pesar 
          de esto, y de que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos 
          mostró disconformidad con las medidas mínimas de precaución propuestas 
          por la Dow y otras compañías, finalmente se autorizó su venta, 
          distribución y uso en todo el mundo.
          
           
          
          Los 
          hombres insecto
          
           
          
          Casi 
          veinte años después, en 1975, y presionada por las innumerables 
          denuncias de contaminación de trabajadores rurales y de sus propios 
          obreros en Estados Unidos, Dow Chemical advirtió a uno de sus mayores 
          clientes, Standard Fruit Company, sobre el efecto que podría estar 
          causando en los trabajadores bananeros la aplicación indiscriminada y 
          le anunció que no podría seguir vendiéndole el Nemagón. La reacción de 
          la Standard fue inmediata: amenazó a la Dow con acusarla en los 
          tribunales estadounidenses por incumplimiento de contrato. Dow aceptó 
          continuar vendiéndole el químico sólo cuando la Standard se 
          comprometió a hacerse cargo de cualquier futura demanda legal. La 
          conveniencia del Nemagón era su bajo precio. A Standard le pareció un 
          buen negocio y a Dow también. Se pusieron de acuerdo, firmaron un 
          convenio de protección mutua y durante cuatro años más miles de seres 
          humanos en los bananales del mundo fueron enfermando lentamente, 
          tratados como moscas, pues la producción y aplicación del DBCP no se 
          detuvo. A los trabajadores nunca se les alertó sobre el peligro a que 
          estaban siendo expuestos ni se les suministró equipo protector.
          
           
          
          En los 
          años siguientes, millones de litros de Nemagón fueron aplicados en 
          Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Estados Unidos, 
          Israel, Guatemala, Dominica, Santa Lucía, San Vicente, Burkina Faso, 
          Costa de Marfil, España, Filipinas, entre otros países.
          
           
          
          En 1975, 
          la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) determinó 
          que el DBCP era un posible agente cancerígeno. En 1977, de 114 
          empleados que fabricaban el químico en una planta de Occidental 
          Chemical, 35 estaban estériles. En 1979 el Nemagón fue prohibido en 
          Estados Unidos para casi todos sus usos y se detuvo temporalmente el 
          suministro.
          
           
          
          Ese 
          mismo año la Standard lo seguía aplicando en sus plantaciones por el 
          mundo. Cuando el producto fue prohibido en Costa Rica, la Standard 
          trasladó su 
          estoc 
          a Honduras. Habría pruebas de que en 1981 Shell lo vendió en África y 
          de que en 1986 la Standard aún lo usaba en sus plantaciones de 
          Filipinas. Según el testimonio del defensor del pueblo de Panamá, 
          Ítalo Antinori, en 2000 aún se usaba en ese país.
          
           
          
          No se 
          trata entonces de un error, de un accidente o de una imprevisión, sino 
          de un verdadero crimen, un genocidio planificado, un delito de lesa 
          humanidad cuyas consecuencias no se detienen en los trabajadores 
          directamente afectados, sino que se prolongan en sus descendientes 
          hasta quién sabe cuándo, sin contar que el DBCP es muy persistente y 
          permanece en el ambiente durante mucho tiempo.
          
           
          
          La gente 
          real
          
           
          
          Los 
          testimonios son conmocionantes: “Flor de María Mendoza y José Medardo 
          Romero Medina conforman un matrimonio que trabajó en las fincas de 
          banano en los años setenta. Tuvieron cuatro hijos. Dos murieron al 
          nacer. Otro está bien (de momento) y la pequeña Ana María, de 11 años, 
          es lo que trágicamente denominan una Oniña de trapo. Presenta 
          deficiencias psíquicas, no puede hablar, ni caminar, ni agarrar, y sus 
          huesos son débiles y frágiles. Tiene que medicarse para mantener baja 
          la inflamación del hígado y del bazo, así como las fiebres, neumonías 
          y diarreas. Está sentada en su silla de ruedas, mirando a la lejanía, 
          sin inmutarse, como si nada fuera con ella”.
          
           
          
          Los 
          casos de cáncer son incontables, se calcula que 5 mil hombres han 
          quedado estériles, con afecciones de la piel, del sistema 
          inmunológico, alergias, mujeres que no procrean o que tienen hijos 
          malformados, personas que van quedando progresivamente sordas o 
          ciegas, entre otras enfermedades. Nadie sabe realmente cuántas 
          víctimas mortales ha cobrado ya el Nemagón, pero probablemente haya 
          que hablar de miles en todo el mundo. Peor aun, los afectados por el 
          DBCP, las decenas de miles de contaminados y contaminadas saben que 
          morirán por eso. En este caso, haber estado expuesto al Nemagón 
          equivalió a la condena a una muerte prematura.
          
           
          
          Nunca se 
          llegó a juicio y un reducido grupo de trabajadores ha recibido 
          propuestas extrajudiciales de indemnización por sumas que califican de 
          ridículas, hasta de 100 dólares, siendo que en Estados Unidos los 
          agricultores y obreros afectados por el DBCP reciben un promedio de 
          100 mil dólares como indemnización.
          
           
          
          Unas 5 
          mil personas integrantes del grupo de afectados organizados más 
          numeroso de Nicaragua (Asotraexban), caminaron hasta Managua -en la 
          llamada “marcha sin retorno”- y desde hace casi dos meses acampan ante 
          la Asamblea Nacional. Desde que salieron de Chinandega hasta hoy 
          murieron 40 personas, y desde que empezaron a contar sus muertos 
          llevan ya 903 decesos imputables al Nemagón. Hasta ahora no han sido 
          recibidos por ningún diputado y sólo lograron reunirse con el 
          procurador de los derechos humanos de ese país, Omar Cabezas, quien 
          luego expuso el caso ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU 
          recientemente reunida en Ginebra.
          
           
          
          Los 
          acampados exigen el cumplimiento de los Acuerdos del Raizón, firmados 
          hace un año con el presidente Enrique Bolaños. Allí se definía 
          esencialmente “la ratificación y certificación del compromiso 
          alcanzado por parte del gobierno en noviembre de 2002, de prestar 
          asesoría legal en Estados Unidos a los afectados, a través de la 
          embajada en Washington, y que el presidente no promovería 
          modificaciones a una ley (la número 364) que garantiza el derecho de 
          indemnización a los afectados y la atención sanitaria de todos los 
          contaminados”.
          
           
          
          Las 
          crónicas periodísticas que dan cuenta de la realidad de este 
          campamento (véase www.rel-uita.org) reflejan la calidad y la enormidad 
          de esta tragedia humana que se desarrolla a cielo abierto, expuesta a 
          todas las cámaras y ojos que quieran verla, pero que casi no aparece 
          en los medios de comunicación. Como dice Víctor Espinales, presidente 
          de la asociación de afectados, “estamos muriendo ante los ojos del 
          mundo, ¿qué otra cosa podemos hacer para que nos entiendan?”.
           
          
           
          
          Carlos 
          Amorín
          
          Brecha
          
          22 de 
          abril de 2005
           
      
          
          
          
          (1)
           Organismos 
          microscópicos que atacan las raíces de los vegetales.
          
           
           
          
          
          Fuentes:
          
          
          
          Hernán Hermosilla (Foro Emaús-Costa 
          Rica), Vicente Boix Bornay (España) y Giorgio Trucchi (Asociación 
          Italia-Nicaragua).