Nicaragua

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Plaguicidas en Nicaragua

Con Julio Sánchez

“Es como un cáncer que se va extendiendo

El caos jurídico y reglamentario de la importación y uso de plaguicidas en Nicaragua, lejos de ser la consecuencia de la ineptitud es una situación cuidadosamente fabricada y tenazmente mantenida. Sánchez es responsable del Departamento de Biodiversidad del Centro Humboldt, en Managua, y expone en esta charla algunos de los mecanismos perversos que sostienen esta situación así como sus efectos más crueles.

 

-¿Cuáles son los impactos de los plaguicidas?

-Hay que tomar en cuenta dos tipos de impactos: en el ambiente y en la salud. La base de todo es el ambiente. Usualmente hay que tomar en cuenta que el ambiente funciona de manera tridimensional y no se puede pensar que en un sistema o ecosistema las cosas estén separadas.

 

En Nicaragua se han aplicado plaguicidas en diferentes cultivos, como es el caso de la caña, pero el sistema de aplicación de estos plaguicidas permite que ocurran dos fenómenos: acumulación en el suelo y en el agua.

 

Al filtrarse en el agua, ese tipo de químico se deposita en el sedimento de la parte inferior del agua. En la parte de Occidente de Nicaragua, el sedimento tiene algunos componentes químicos que permiten que se acumule y se transforme en otro tipo de subproducto. Muchas veces esos subproductos (metabolitos) son más dañinos que el original. Es decir, el producto químico no mantiene su pureza sino que se va modificando, transformándose en otro agente químico, mezclándose con otros químicos que están en el suelo o en el agua.

 

Existen clasificaciones que dividen los plaguicidas en tres bandas: roja (extremadamente tóxicos), amarilla (altamente tóxicos) y verde (ligeramente tóxicos).

 

-¿En Nicaragua están prohibidos los plaguicidas de banda roja?

-No. En los años 90 se prohibieron doce plaguicidas. Ahora, en las negociaciones entre los sectores afectados (bananeros y cañeros) y el gobierno, se está luchando para eliminar la llamada “nueva docena sucia”. Sólo el MTD ocasiona el 80 por ciento de las intoxicaciones en Nicaragua.

 

Aquí hay 70 mil intoxicados anuales, de los cuales el Sistema de Salud registra sólo 2 mil, así que hay un subregistro de 68 mil intoxicados.

 

En todo Centroamérica hay 400 mil intoxicados anuales. Son intoxicaciones agudas, o sea atendidas en el Sistema de Salud, pero no existe en todo Centroamérica un registro de intoxicaciones crónicas, como por ejemplo el caso de los cañeros y bananeros.

 

Las intoxicaciones crónicas tienen su manifestación en un período de 10-15 años y ahora estamos viendo los resultados de las afectaciones de los años 80.

 

Fue a través de las negociaciones, producto de la “Marcha sin retorno”, que por primera vez el MINSA tuvo que redactar un primer registro de estas afectaciones crónicas.

 

-¿Cómo es que se afectan los cañeros?

-Los químicos afectan distintas partes del cuerpo humano, en este caso, a los riñones.

 

Lo riñones son el primer filtro del sistema humano y cualquier sustancia química que penetre en el cuerpo, es filtrada por los riñones. Además, la persona va bioacumulando estas sustancias, llevando una carga mucho más tóxica.

 

La gente que está en los cañaverales o que está aplicando el químico, entra en contacto con ese producto y le ingresa por la piel, por los oídos, por los ojos, por la nariz y por la boca.

No es suficiente cubrirse con una mascarilla. Y no estamos hablando de un solo químico, sino de una mezcla de diferentes tipos de químicos.

 

-Son varias las personas afectadas que no tuvieron contacto directo con los cañaverales, sino que trabajaban en mecánica o en oficina. ¿Qué pasó con ellos?

-Usualmente la fuente de contaminación son los cañaverales. Sin embargo la “pluma de contaminación” va más allá del cañaveral, porque no se controla el sistema hídrico de aguas subterráneas.

 

Hay pozos artesanales o comunitarios que son contaminados y la gente lo ignora y sigue consumiendo esa agua. En otros casos, la gente prepara alimentos utilizando agua contaminada.

 

El problema, entonces, no es sólo en los cañaverales o cerca de ellos, sino también afuera, porque el agua subterránea sigue su rumbo y llega a los pozos perforados por la Empresa de Acueductos (Enacal). Estoy casi seguro de que Enacal tiene pozos contaminados que no están siendo controlados.

 

Es como un pequeño cáncer que se va expandiendo, hasta convertirse en algo más grande. Toda esta gente que no trabajó en el campo, en algún momento tuvo que consumir agua.

 

-Una vez que una persona está afectada por IRC, ¿existen tratamientos para revertir el proceso?

-No hay manera de revertir la enfermedad, o sea para curar el órgano afectado. Hay que aplicar la hemodiálisis para que el riñón que está afectado funcione y evitar que se deteriore rápido. Llega un momento en que la hemodiálisis ya no sirve y el siguiente paso es el trasplante de riñón.

 

El riñón que está dañado queda dañado y sólo se puede intentar mantenerlo vivo. Además es carísimo. La hemodiálisis por un año te puede salir unos 4 mil dólares, y toda esta gente no tiene esta cantidad de dinero. Y lo peor es que en Nicaragua no se ha regulado y no existen los trasplantes de órganos. La donación de órganos no está normatizada.

 

-Pero hay muchachos de 24-25 años que ya están afectados. ¿Quiere decir que la enfermedad es irreversible?

-No hay forma de parar la enfermedad. La IRC, de todas maneras, es sólo uno de los efectos. No habrá que sorprenderse cuando aparezcan otras enfermedades como cáncer o esterilidad.

 

-Uno de los puntos de los cañeros es demandar a la empresa y pedir indemnizaciones. ¿En el Ingenio San Antonio hay pruebas suficientes para una demanda?

-Estoy seguro que por dondequiera hay pruebas en el Ingenio San Antonio. El inconveniente es cómo conseguir el listado y las pruebas reales de qué es lo que están utilizando. Se puede a través de análisis del suelo y agua, pero también habría que encontrar los barriles, porque los esconden.

 

-Las trasnacionales y los que aplican el producto dicen que el problema es cómo se utiliza…

-Muchas veces los plaguicidas están hechos para países industrializados, a veces son maquinas las que aplican estos plaguicidas.

 

Sin embargo, en Nicaragua los terratenientes utilizan mano de obra barata. Los plaguicidas de banda roja son muy tóxicos, por más medidas de seguridad que se tomen.

 

Al empresario siempre le gusta reducir costos y eso implica reducir la seguridad del trabajador. No sería extraño que los sistemas aspersores de agua hayan sido utilizados para fumigar, como en el caso de las bananeras.

 

-¿Existen análisis serios e independientes de los mantos acuíferos y de los ríos en la zona de Chichigalpa?

-El Centro de Investigación de Recursos Acuáticos (CIRA) hizo estudios, y nosotros (Centro Humboldt) realizamos estudios en Posoltega. También el MINSA tiene algo y el MARENA acaba de publicar un importante estudio sobre los lugares contaminados y las fuentes de contaminación a nivel nacional. La mayor parte de la contaminación se concentra en la zona de Occidente.

 

-¿Hay posibilidad de limpieza de los lugares afectados?

-Hay técnicas y tecnología, pero no creo sea tan fácil que lleguen a Nicaragua porque son muy caras.

 

En principio habría que dejar descansar los recursos, pero aquí eso es prácticamente imposible, y se sigue aplicando químicos todos los días.

 

Hay algunos cambios. En ciertos ingenios están comenzando a utilizar el manejo integrado de plagas, con algunos componentes biológicos que produce y vende la Universidad Agraria (UNA).

Se necesitan medidas alternativas, o sea tomar todas las medidas necesarias antes del cultivo para no tener que aplicar el plaguicida y no sólo aplicar plaguicidas naturales.

 

-Los cañeros están convencidos de que regando la caña con agua altamente contaminada, también los productos salen afectados. ¿Esto sería posible?

-Es factible. Evidentemente el agua que ellos utilizan está contaminada y la caña absorbe todo eso, además de todo lo que se le echa por aire.

 

Inclusive, el proceso industrial podría crear un producto químico derivado, a veces más tóxico de lo que fue aplicado.

 

Un ejemplo es la Zona Franca. En la actividad productiva se ocupa tinte y no es dañino, pero cuando las aguas residuales llegan al río o al lago, se convierte en un agente extremadamente tóxico. Con los plaguicidas ocurre lo mismo.

 

Actualmente todas las grandes empresas en manos de terratenientes buscan la manera de conseguir un ISO como norma de calidad.

 

El Ingenio San Antonio logró aplicar sólo las normas de calidad del producto, pero no ha aplicado las normas ambientales y laborales, ni siquiera lo intentó.

 

En Managua, Giorgio Trucchi

© Rel-Uita

26 de abril de 2006

 

 

 

 

Foto: Giorgio Trucchi

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