Nicaragua
          
            
            
              
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                            Afectados por el |  
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                      El Almacén de la Ciudadela |  | 
            
            
           
          
          
          
          
          
          La Ciudadela del Nemagón es un continuo hormiguear de gente. El punto 
          principal de concentración es la tienda donde son almacenadas las 
          donaciones de alimentos para las 6 mil personas víctimas del Nemagón y 
          otros agrotóxicos que se han agrupado a Managua.
          
           
          
            
              
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                            Almacén                                        Alí |  | 
            
           
          
          De su 
          protesta se ha dicho mucho, casi todo. De su determinación, a pesar de 
          las condiciones físicas y los cuerpos minados por las innumerables 
          enfermedades, se ha escrito mucho y las noticias están dando vuelta al 
          mundo. Sus caras han aparecido en periódicos, revistas y canales de 
          televisión, tal como sus voces que no paran de pedir justicia. 
          
           
          
          Quizás de 
          lo que se habla poco es de las condiciones en las que son obligados a 
          vivir para poder conseguir lo que les corresponde por derecho.
          
           
          
          Desde hace 
          meses están alejados de sus casas, han renunciado a las pequeñas 
          comodidades de todos los días que son sencillamente tener un techo 
          sobre la cabeza, un mínimo de alimentación asegurado, las condiciones 
          higiénicas necesarias por una vida decorosa, las relaciones de ayuda 
          con los vecinos que entienden sus condiciones.
          
           
          
          La tienda 
          de plástico negro que conforma el Almacén está constantemente rodeada 
          por gente en espera de recibir alimentos y medicinas donadas por la 
          solidaridad nacional e internacional. Un continuo ir y venir de gente 
          que mira, observa, pregunta, se hace a duras penas espacio entre las 
          decenas de personas que curiosean alrededor.
          
           
          
          Al 
          interior trabaja la comisión elegida para esta tarea. El cerebro de 
          este un trabajo a la vez complejo y difícil es Alí, ex guerrillero y 
          militar, con años de trabajo en las bananeras y que no se aparta ni un 
          momento de su cuaderno en el cual toma nota de todas las entradas de 
          alimentos. 
          
          
           
          
          El método 
          que utiliza es supremamente sencillo. Los millares de personas que 
          forman el campamento hacen referencia a los 
          capitanes, sea por lo que 
          concierne a la divulgación de informaciones, las discusiones sobre qué 
          está ocurriendo en la lucha, por la distribución de los alimentos o 
          los trabajos cotidianos. Cada capitán representa a un número de 
          personas que lo eligen y que pueden cambiarlo en el momento en que 
          ocurra algo que les haga perder la confianza.
          
           
          
          Alí 
          apunta en su cuaderno el nombre de todos los 
          capitanes y el número de 
          personas que representan, y cada día da indicaciones al resto de los 
          responsables del grupo del Almacén sobre las cantidades de alimentos 
          que tienen que distribuir.
          
           
          
          Las 
          raciones siempre dependen de las cantidades de alimentos disponibles. 
          Lo fundamental es que todos tengan de qué alimentarse. Si las reservas 
          se están acabando, las raciones se reducen para que haya para todos.
          
           
          
          Cada 
          capitán, recibida su 
          cuota, distribuye las raciones entre su gente y se empieza a cocinar.
          
           
          
          Al 
          interior del Almacén permanece la clásica confusión 
          organizada. Montañas de ayudas yacen arrinconadas: arroz, frijoles, 
          aceite, azúcar, plátano, pan, naranjas y otra fruta, café, jabón, 
          papel higiénico y absorbente para las mujeres. Los responsables saltan 
          de un sitio al otro tratando de agilizar las operaciones, puesto que 
          estamos hablando de varias decenas de personas que esperan su 
          turno. El calor es sofocante e inclemente y las camisas están 
          empapadas de sudor. La gente en la fila es calma, silenciosa y 
          respetuosa del turno.
          
           
          
          Con 
          bastante dificultad nos abrimos una pasadita para entrar a saludar a 
          la gente que está trabajando y para tomar las fotos que ilustran 
          precisamente este artículo. Las sonrisas se multiplican. Todos piden 
          figurar en las fotos y no siempre es fácil explicar cómo funciona 
          una cámara digital, y lo que cuesta poder imprimir una foto. 
          
          
           
          
          "No 
          importa –dicen ellos–, acordate de traérmela...". "Grupo de Juan de 
          Carazo". Alí controla rápidamente el cuaderno y digita números en la 
          pequeña y consagrada calculadora. "Siete, siete, cuatro", y los 
          demás arrancan con la entrega. 
          
           
          
          Los 
          números quieren decir siete medidas de frijoles, siete de arroz y 
          cuatro de azúcar, y después se le agrega el aceite, el jabón, fruta, 
          pan y unas latas de frijoles con chile picante regalado por quién sabe 
          cuál empresa.
          
           
          
          Manos que 
          se hunden en la bolsa llena de frijoles y luego en la bolsa de 
          arroz. Manos acostumbradas a manejar los productos básicos 
          centroamericanos, manos acostumbradas a cavar la tierra para sembrar 
          estos productos. 
          
           
          
          Productos 
          que el gobierno y los organismos financieros internacionales 
          quieren ahora hacer creer que ya no sirven.
          
           
          
          "Tienen 
          que olvidarse de estas producciones porque el futuro, con el Tratado 
          de Libre Comercio (TLC), será la producción de bienes para la 
          exportación y las maquilas."
          
           
          
          ¡Cuántos 
          campesinos y pequeños produc-tores 
          han fracasado y fracasarán en el futuro y al final, ni siquiera 
          tendrán con que alimentarse! El maíz, comida de la cual está hecho el 
          ser humano según las tradiciones indígenas, el fríjol y el arroz, con 
          los cuales sus antepasados se han saciado por generaciones, están 
          amenazados. Si las cosas siguen su curso actual los campesinos tendrán 
          que comprarle esos alimentos a las transnacionales estadounidenses que 
          los exportan a Nicaragua a precios más baratos, gracias a la 
          eliminación de los aranceles que protegían la producción local; una 
          consecuencia directa del TLC.
          
           
          
          La fila 
          disminuye lentamente, mientras en la Ciudadela se encienden las 
          primeras fogatas. Son las 11.30 de la mañana, hora del almuerzo, y el 
          humo empieza a levantarse desde cada tiendita hecha con plástico 
          negro.
          
           
          
          Dejamos a 
          la gente del Almacén enfrascada en la distribución mientras, entre una 
          entrega y la otra, tragan apresuradamente arroz de una panita que 
          mantienen al alcance.
          
           
          
          Un saludo 
          y una cita para mañana, como siempre, para compartir momentos de 
          "normalidad" con esta gente que tiene mucho que enseñar.
          
           
          
          El Almacén 
          continúa con su trabajo que es fundamental para la lucha que están 
          llevando adelante desde hace más de diez años.
          
           
          
          Esto es 
          otra cara de la Ciudadela, una pequeña escena de la vida cotidiana de 
          esta gente que no se resigna y que resiste, seguros en su corazón de 
          la victoria final.
          
           
          
           
          
          Fotos y 
          texto:
          
          Giorgio 
          Trucchi
          
          Asociación 
          Italia-Nicaragua
          
          6 de abril 
          de 2005