Miles de
campesinos nicaragüenses afectados por los pesticidas de las bananeras
norteamericanas exigen indemnizaciones a las multinacionales.
Hace apenas un año el presidente de Nicaragua, Enrique
Bolaños, prometió a grupos de bananeros de Chinandega (departamento al
noroeste del país) afectados por el uso de un pesticida prohibido, el
Nemagón, que los ayudaría. Enfermos y hartos de falsas promesas,
habían acampado frente al Parlamento para reclamar su derecho a
recibir ayuda estatal por las graves secuelas en su salud producidas
por este agroquímico utilizado por las compañías bananeras
norteamericanas durante las décadas de los 70 y 80.
Un mes después, se fueron con una nueva lista de promesas,
hoy también incumplidas, y por eso han vuelto. Es, dicen, la “Marcha
sin retorno”, que desde el pasado 2 de marzo tiene a unos 6.000
afectados por el Nemagón nuevamente acampados frente a la Asamblea
Nacional para exigir al Gobierno del presidente Bolaños que cumpla sus
promesas y les apoye ante los tribunales de Estados Unidos en sus
demandas de indemnización contra las trasnacionales norteamericanas,
que usaron el Nemagón en Nicaragua a pesar de estar prohibido desde
1975 por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
Producido por Dow Chemical, Shell y
Occidental, el Nemagón, utilizado durante décadas en plantaciones
de Centroamérica, Caribe, África y Asia, se reveló como un agroquímico
con agentes cancerígenos que atacaba el sistema endocrino. Se había
comprobado que de 144 empleados de una planta de Occidental que
fabricaba DBCP (principal componente del Nemagón), 35 habían quedado
estériles. El Gobierno de Estados Unidos prohibió entonces el
pesticida para casi todos los usos y suspendió el suministro
temporalmente.
A pesar de las restricciones, las multinacionales presentes
en Nicaragua en aquel momento, la Standard Fruit (Dole Food
Company en Estados Unidos), Del Monte y la United Fruit
(actualmente, Chiquita), continuaron rociando sus cultivos
de banano con el pesticida. Hoy, 903 muertos de cáncer por el Nemagón
después, son más de 22.000 los nicaragüenses que han enfermado y que
acusan a estas compañías de haberles expuesto, sin advertencia y
durante años, a este agroquímico.
Hoy, los acampados de Managua exigen que Bolaños cumpla sus
promesas de hace un año. Que el Estado pague las medicinas y la
atención hospitalaria que estos afectados necesitan y que el
Parlamento mantenga en vigor la Ley 364, aprobada en el año 2000, y en
virtud de la cual un Tribunal de Justicia nicaragüense condenó en 2002
a las multinacionales Dow Chemical, Shell y Dole Food
Company a pagar 490 millones de dólares de indemnización a un
grupo de trabajadores.
Hasta la fecha, ninguno de los afectados ha visto un solo
centavo y las demandas interpuestas alcanzan ya los 17.000 millones de
dólares. Dole por su parte se niega a reconocer los daños –“No
creo que este pesticida haya causado ningún daño a la cantidad de
gente que se dice afectada”, afirmaba recientemente a la BBC Michael
Carter, vicepresidente ejecutivo y consejero general de Dole–,
y califica los juicios como “fraudulentos”, a la Justicia nicaragüense
como “corrupta” y a la Ley 364 como “anticonstitucional”. Pero, por si
acaso, esta multinacional de la alimentación ha prometido al Gobierno
de Bolaños inversiones y creación de empleos en el país a cambio de
que éste apacigüe los ánimos de los campesinos para que retiren
finalmente sus demandas.
Rechazada frontalmente esta propuesta por parte de los
campesinos –“Son logros de cinco años de lucha legal y no hemos
autorizado al Gobierno a negociar por nosotros”, afirmaban en un
comunicado–, tampoco parecen haber sentado bien entre los antiguos
bananeros los apoyos tanto del Frente Sandinista (FSLN) como de
miembros del Partido Liberal Constitucionalista (PLC, hoy en el
Gobierno).
Los campesinos temen la instrumentalización de su causa en un
país tan fuertemente politizado por el reciente pasado revolucionario
como desencantado por la sensación de abandono por parte de sus
propias instituciones. “No nos gustaría ser bandera política de nadie,
de ningún partido. Hasta ahora hemos navegado con la bandera azul y
blanco de la patria –afirmaba al diario La Prensa Victorino Espinales,
el principal líder de los afectados del Nemagón–. Todo respaldo que
venga de manera sincera, es bienvenido y muy agradecido, (…) pero si
vemos que los partidos quieren llevar agua a sus molinos a costa de
nuestras desgracias, lo vamos a denunciar y condenar públicamente”.
Los afectados necesitan apoyo gubernamental e institucional
urgente. Una solución real frente a la situación de abandono que
sufren estos miles de damnificados en un país donde las bananeras de
ayer han dejado paso a las maquilas de hoy.
Jacobo
Quintanilla
Agencia de
Información Solidaria
13 de mayo de 2005