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Nilson Tadashi Oda

 

 

“La quiebra de Parmalat muestra lo que es la globalización”

 Tadashi cuenta con una vasta experiencia como asesor del sindicato de metalúrgicos del ABC paulista en el proceso de reconversión de empresas en crisis en cooperativas. Durante ese período viajó en varias oportunidades a Italia, donde mantuvo múltiples contactos con dirigentes sindicales y cooperativistas ligados también a la transnacional Parmalat.

 

— ¿Cuál es tu reflexión sobre este escándalo que sacude a Parmalat y pone en riesgo las fuentes de trabajo de miles de personas en el mundo?

 

— Desde el punto de vista macroeconómico se da una situación interesante, porque en este mundo globalizado, definido así por el capitalismo, nos damos cuenta que ese desdoblamiento del quiebre de fronteras está provocando gravísimos problemas económicos y sociales en varias regiones, involucrando a trabajadores, productores y consumidores ­-es decir a la sociedad misma- de las regiones donde las transnacionales están instaladas. Sin embargo, es evidente que cada región tiene sus propios y particulares problemas. La quiebra de Parmalat (un caso que es de “utilidad” para debatir sobre el Mercosur, el ALCA y otras situaciones) acaba impactando en Brasil, donde también dará quiebra, con el agravante de que es un patrimonio instalado pero que no es propiedad de los brasileros. Esta situación nos obliga a profundizar las discusiones para prevenir escenarios similares en el futuro.

 

— Existe en varios países la preocupación de que esta crisis desemboque en una situación donde la producción y el mercado se concentre aún más en un número menor de transnacionales.

 

— Evidentemente, la preocupación está instalada en muchos lugares, porque existe el riesgo de que otras transnacionales ocupen el espacio que dejará Parmalat, transformándose en poderosos monopolios. En Brasil Nestlé y Danone han divulgado su interés en ese sentido, con lo cual tendrán una participación excesiva en el mercado. Ya ha caído drásticamente el precio de leche que se paga al productor, lo cual afectará con seguridad a los otros eslabones de la cadena productiva.

 

— CONTAC y CUT, en la búsqueda de soluciones, están diseñando estrategias que comprendan al complejo Parmalat como un todo y su viabilidad a través de cooperativas. ¿Qué opinas al respecto?

 

— Es una alternativa interesante. En la región italiana de Emilia Romania, donde Parmalat tiene su fábrica, las cooperativas son económicamente muy poderosas, desarrollan una actividad altamente eficiente y cumplen satisfactoriamente con los objetivos sociales y solidarios que cimientan el movimiento cooperativo.

 

— Está claro que de continuar este estado de cosas la situación para millones de personas se complicará cada vez más. ¿Otro mundo es posible?

 

— Evidentemente hay una contradicción muy marcada en el propio capitalismo, que se mueve en el marco de una lógica muy extraña. Si uno lo analiza fríamente, el capital depende de producir y colocar esa producción en el mercado. Sin embargo, no se observa el más mínimo interés para que la gente pueda ascender social y económicamente. Así vemos cómo de manera constante un número cada vez mayor de personas no puede acceder al mercado. Miles de millones de personas carecen de condiciones para ser consideradas consumidoras, lo cual sería el objetivo del capitalismo.

 

Como a ellos no les interesa, somos nosotros los que debemos crear esas alternativas a través de la organización, de la cooperación y la solidaridad, alternativas que nos permitan habitar un mundo diferente. Este estado de cosas -en virtud del cual los países periféricos son cada vez más pobres en relación a los ricos ­que, a su vez se enriquecen con nuestra pobreza- tiene que ser cambiado.

 

 

Gerardo Iglesias

© Rel-UITA

27 de enero de 2004

 

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