La señal más reciente y clara de esa tendencia la dio la
corporación multinacional British Petroleum
(BP), que con bombos y platillos anunció una
donación de 500 millones de dólares a la estadounidense
Universidad de California en Berkeley, para
supuestamente “desarrollar investigaciones” sobre
biotecnología y biocombustibles.
La cuantiosa inversión de este nuevo “benefactor”
permitirá la creación de un Instituto de Biociencias de
la Energía (Energy Biosciences Institute, EBI),
que desarrollará programas relacionados con las
denominadas “energías limpias”, que permitan “reducir
los impactos ambientales” del consumo energético.
Está previsto que en esa iniciativa participen además
los Laboratorios Lawrence Livermore y la
Universidad de Illinois.
Pero de acuerdo a un artículo publicado por el experto
chileno Miguel Altieri, docente de la Universidad
de California y Eric Holt Giménez, director
ejecutivo de la organización “Food First”, este tipo de
donaciones no son realmente lo que aparentan.
Los especialistas toman como punto de partida para su
análisis las afirmaciones del director ejecutivo y
presidente de la BP, Robert A. Malone, que
consideró que la corporación que él dirige se está
“uniendo a algunos de los mejores talentos mundiales en
ciencias e ingeniería para responder a la demanda por
energías de bajo contenido de carbono”.
Altieri
y Holt Giménez consideran, sin mucho trámite, que
esta asociación en realidad “refleja un alineamiento
global corporativo rápido -sin fiscalización y sin
precedentes- de las más grandes empresas del mundo”.
La estrategia involucra, según afirman, a las
corporaciones transnacionales del agro-negocio ADM,
Cargill y Bunge, a las de biotecnología
Monsanto, Syngenta, Bayer y Dupont,
a las petroleras BP, TOTAL, Shell y
a las industrias automotrices Volkswagen,
Peugeot, Citroen, Renault y SAAB.
Según el artículo de los investigadores- titulado “El
poder de las grandes finanzas y las malas ideas”- lo que
para estas firmas constituye una “inversión
relativamente pequeña”, es lo que les permitirá
“apropiarse de la pericia académica construida a través
de décadas de apoyo gubernamental”. Y eso se traducirá
en “miles de millones de dólares de ganancias para esos
socios globales”.
Altieri
y Holt Giménez advierten además sobre las
“consecuencias potenciales y perturbadoras” que tendrá
desde el punto de vista socio-ambiental el
financiamiento de la BP, y agregan que este “negocio” se
está llevando adelante sin una “amplia consulta” a los
docentes de la Universidad de California.
“La Universidad ha sido conducida a una asociación
corporativa que puede transformar irreversiblemente los
sistemas de alimentos y combustibles del planeta y
concentrar un enorme poder en las manos de unos pocos
socios corporativos”, alertan.
Radio Mundo Real
15 de marzo de 2007