Para obtener mayores ganancias y seguir
adquiriendo empresas en todo el planeta, la política de expansión de InBev,
la mayor cervecera del mundo, incluye reestructuras cuya base es, siempre,
el cierre de fábricas y los despidos masivos de trabajadores y trabajadoras.
Esa realidad golpea hoy a Bélgica y a otros países de Europa. Al respecto,
SIREL dialogó con Bart, dirigente del CCSA-CSC, el mayor sindicato de
Bélgica.
-¿Cuántos trabajadores y
cuántas plantas tiene InBev en Bélgica?
-Actualmente tiene cuatro
cervecerías, más los centros de distribución. En total emplea a 3.000
trabajadores.
-¿Qué hay detrás de esta
reestructura que anuncia casi 500 despidos en Bélgica y otro tanto en
cuatro países europeos?
-Tenemos la impresión de que
InBev quiere economizar en todo, reducir costos y así tener más
dinero para comprar cervecerías en otras partes del mundo, como por ejemplo
en China. Con base en una eficiencia máxima quieren obtener en dos años una
cifra preestablecida, y para eso la ecuación financiera debe ser óptima.
El año pasado anunciaron una
reestructura que afectaba a 50 trabajadores, básicamente del servicio de
informática, y otra de 235 trabajadores con el cierre en Hoegaarden de una
cervecería local y muy tradicional que fabrica una cerveza blanca muy
conocida, a lo que se agregó el cierre de otra planta en Bruselas. Hace
algunas semanas InBev anunció otra reestructura, principalmente, en Lieja con el
despido de 150 empleados administrativos y 50 trabajadores más del sector
informática que van a subcontratarse.
Al parecer hay otros dos
planes de reestructura en la región, pero la dirección no quiere dar
detalles para no causar más impacto en Europa ni en los trabajadores de
Bélgica.
-Los sindicatos, al igual
que el resto de la ciudadanía, se enteran de los planes de la empresa por
intermedio de la prensa. ¿Cómo interpretan ustedes esa metodología?
-Pensamos que es una
estrategia de la dirección, que no quiere comunicar un plan claro sino que
intenta ejecutarlo parte por parte, planta por planta, primero con los
trabajadores de fábricas y después con los empleados, así en cada país por
separado, porque entienden que de esta manera pueden debilitar la fuerza
sindical.
-Tengo entendido que los
sindicatos han realizado estudios económicos y elaborado planes alternativos
ante estos anuncios de despidos de InBev. ¿En qué consisten concretamente?
-Esta semana vamos a
proponer alternativas. Pensamos que la cervecería de Hoegaarden no debe
cerrarse, pero tememos una negativa de la empresa. En las próximas horas
vamos a analizar junto a todos los trabajadores los pasos a dar; evaluaremos
la posibilidad de declarar una huelga para intentar que la cervecería de
Hoegaarden permanezca abierta o, en su defecto, negociar un plan social para
la gente que sea despedida, un plan que sea socialmente aceptable, que
puedan obtener premios y beneficios sociales. Esos son los dos caminos que
están planteados en este momento.
Mientras tres ex directores de InBev que se fueron el año pasado
recibieron 31 millones de euros, unos 37 millones de dólares, la
transnacional insiste en sus planes de reestructura y
disminución de costos, que afectarán el empleo de cientos de
trabajadores y trabajadoras y el cierre de varias plantas.
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-Para fin de marzo tienen
prevista una marcha importante.
-Sí, el 28 de marzo haremos
una manifestación grande en Lovaina para protestar contra InBev, una
empresa que obtuvo ganancias por 1.000 millones de euros en 2005 y sin
embargo despide a tanta gente. Con la marcha buscamos emitir una
comunicación más clara hacia la sociedad sobre los planes que tiene la
dirección a largo plazo, y también difundir la intención de acordar un
convenio colectivo a nivel de toda Europa, a lo cual la empresa se niega. La
estrategia de la dirección es evitar que los sindicatos se unan y formen
bloques en Europa y en otros continentes, por eso llevan adelante las
reestructuras parte por parte.
-¿Existe buena comunicación
entre los distintos sindicatos europeos de InBev?
-No es fácil porque hablamos
diferentes lenguas. Hoy en día la organización regional europea de la UITA
es la que comunica los problemas, coordina e intenta poner en marcha una
estrategia común.
-¿Cómo reacciona la sociedad
belga ante este panorama?
-La empresa tiene mala
prensa. La opinión pública no comprende que una empresa como InBev,
con la tradición que tiene y los beneficios que obtiene, despida así a la
gente. El pasado viernes 10 los medios anunciaron que tres ex directores de
InBev que se fueron el año pasado -entre ellos su director general,
John Brock- recibieron de InBev 31 millones de euros, unos 37
millones de dólares. Y por otro lado despiden trabajadores para bajar costos
y obtener más ganancias que les permitan comprar fábricas en otros países.
-¿Se han identificados
acciones a nivel internacional?
-Es muy importante que haya
una buena comunicación entre los trabajadores de InBev de todo el
mundo, como lo hemos intentado el año pasado con la conferencia de San
Pablo, Brasil. Es esencial que los trabajadores sepan lo que pasa en otros
países y poder formar un bloque contra la dirección de InBev.
Rubén Yizmeyián
© Rel-UITA
14 de marzo de 2006
*
Responsable del Servicio de Estudios de la Central Cristiana de la
Alimentación y de Servicios (CCAS-CSC). Encargado de relaciones
internacionales y de los convenios colectivos del sector de la alimentación
en el ámbito nacional.