Calvo
aumenta sus ventas con trabajo compulsivo
Hoy por mí,
mañana por mí
Con Marina
Elizabeth Sánchez y Mariano Alexander Guerrero
Mientras
la empresa española asentada en Centroamérica se ufana de sus positivos
resultados económicos a nivel global y los atribuye a sus “nuevos productos”, en
su planta de La Unión mantiene una práctica antisindical y cuasi esclavista.
Para muestra basta un botón: en la medianoche del viernes 11 mantuvo encerradas
dentro de los buses de traslado del personal y durante dos horas a 300 personas
que habían terminado su trabajo. ¿La razón?: esperar que una supervisora acabara
su tarea.
El pasado
viernes 11 de abril, Valero Lecha, director comercial del
Grupo Calvo
en El Salvador, declaró a los dos principales matutinos salvadoreños que
la Atunera Calvo
facturó 4,9 millones de dólares en ventas en los países
centroamericanos, acercándose -en tres meses- a las ventas totales de 2007 que
ascendieron a 5,6 millones de dólares en la región. Asimismo, declaró que al
final de 2008 esperan facturar 10 millones de dólares en ventas en
Centroamérica y aumentar en un 10 por ciento las ventas a Europa que
en 2007 llegaron a 100 millones de dólares. El ejecutivo atribuyó el crecimiento
de la compañía a sus “nuevos productos”.
Lejos de la
prensa y sólo unas horas después, a la medianoche del 11 de abril, las obreras
del turno nocturno estallaban en cólera en la planta atunera
Calvo, en el
departamento de La Unión, y golpeaban el portón exigiendo que se les
dejara salir. ¿Cómo se llegó a eso? Al fin de la extenuante jornada semanal, las
trabajadoras habían culminado sus labores con rapidez y eficiencia para ir a
descansar a sus hogares. Pero la jefa de la sección Limpieza de Pescado de
Calvo ordenó que las más de 300 personas que salían de su turno debían
esperar en los buses por lo menos dos horas, hasta que una supervisora culminara
su labor. Por esa razón les negó el permiso de salir de la planta atunera.
Sirel
conversó con Marina Elizabeth Sánchez, obrera y directiva de la
Seccional Calvo Conservas El Salvador.
-¿Qué sucedió
en la medianoche del viernes 11?
-Los viernes
siempre terminamos el trabajo y no importa a qué hora sea nos venimos a nuestras
casas porque lo que se nos exige es terminar la tarea. Entonces, ya habíamos
acabado y queríamos venirnos a descansar. Pero Dora Lilián Cruz y
Erasmo Suárez (jefe de Planta) dieron orden de que no dejaran venir a ningún
bus porque debíamos esperar a que saliera una controladora para que viniera con
nosotros, ya que ella debía quedarse en el centro de La Unión. Ordenaron
que se quedaran hasta los buses que no pasan por el centro.
Salimos a las
0.30 am y nos tuvieron dentro de los buses hasta las 2 de la madrugada, y lo
peor fue que la controladora que estaban esperando ni siquiera se vino con
nosotros, sino que se fue con otro bus.
Pero antes de
irnos fuimos donde Dora Cruz junto con varias compañeras y le dijimos que
nosotros no éramos jefas ni controladoras, y que no teníamos que estar
esperando.
-¿Y cuál fue su
respuesta?
-Nos dijo que
ni ella decía nada, que le tocaba esperarse hasta que saliera la última persona
de la planta, a lo cual le respondimos que nosotras somos trabajadoras, no jefas
como ella, y que trabajamos duro y rápido para terminar con nuestro trabajo e
irnos a descansar, no para estar encerradas en los buses mientras nuestros hijos
nos están esperando. A lo cual Cruz respondió que ese no era su problema
y que ese bus se iba ir faltando 15 minutos para las 2 de la madrugada. Entonces
le dijimos que ponernos las pilas para sacar el trabajo los viernes de nada
sirve. Dora Cruz contestó que si queríamos podíamos traer abogados, pero
que ya había impartido la orden.
-La gente se
molestó bastante…
-Estaba bien
molesta, y no quería que nos dejaran en la madrugada sentados en los buses
haciendo nada. Y la controladora ni siquiera se vino con nosotros, que
supuestamente la estábamos esperando.
-¿Y los de qué
zonas tuvieron que esperar?
-Todos tuvieron
que esperar, los de Tamarindo, los de Yayantique, todos, porque Dora dijo
que si dejaba salir un bus todos se iban a querer ir, entonces todos tenían que
esperar.
Mariano
Alexander Guerrero,
obrero y secretario general de la Seccional Calvo Conservas El Salvador,
relató también lo ocurrido:
-A las 0:30
a.m. las trabajadoras de Limpieza de Pescado habían hecho un esfuerzo extra para
terminar antes y poder llegar temprano a sus hogares. Los buses estaban
completos y la gente decía: “¡Vámonos, vámonos, ya estamos listos!”. Los buses
tomaron el camino, pero en el portón los regresaron para el parqueo de la planta
diciéndoles que no tenían orden de dejarlos salir. Ahí surgió el descontento de
la gente, y cuando llegamos al parqueo la gente me decía: “Mariano: ¿cree
que les puede decir que nos dejen salir?”. Les respondí que era necesario que no
fuera solo como dirigente sindical, sino que me acompañarán más personas para
que vieran que era bastante gente la que pensaba así para que nos escucharan. Y
entonces se bajaron conmigo todas las trabajadoras de ese bus y las de los otros
buses, y se hizo un gran tumulto de gente.
-¿Cuál fue la
respuesta de los encargados?
-Les pedimos a
los compañeros vigilantes que dieran la orden de dejarnos salir, que la gente
estaba rendida, que necesitaban ir a descansar y que no estábamos en una cárcel
o en un campo de concentración para que nos tuvieran retenidos a la fuerza.
Además, la mayoría de la gente va a comunidades alejadas donde se hace hasta una
hora de camino, y a la que estaban esperando era gente del centro de La Unión
que esta a unos 10 minutos de la planta, a quienes pueden mandar en un microbús.
-¿Y eran
supervisores a quienes estaban esperando?
-Sí, eran
controladoras de pescado. El vigilante me dijo que la decisión de dejarnos ir
dependía de Dora Lilián Cruz, la jefa de la sección de Limpieza de
Pescado. Entonces fuimos con toda la gente para donde Dora Lilián,
adentro de la planta, y le pedimos que por favor diera la orden de dejar salir
los buses, que afuera estaban todas las trabajadoras enojadas. Dijo que tenía la
orden de dejar salir los buses a la 1.45 a.m., y que además no éramos nosotros
quienes íbamos a decidir la hora de salida de los buses sino ella.
-¿Dora Lilián
es quien afilia para el sindicato bajo control patronal?
-Sí, aunque
ella no tiene un cargo, es la que permite que los miembros del sindicato
patronal con listado en mano proporcionado por ella misma se pongan a afiliar a
las trabajadoras dentro de la planta en forma forzada, y a las personas nuevas
les dice que si no se afilian al sindicato bajo control de la empresa, no se van
a quedar después de la etapa de aprendizaje.
-¿Cuál fue su
reacción al reclamo de las trabajadoras?
-Hubo amenazas
contra todas las trabajadoras que estaban ahí conmigo. Les dijo directamente que
ya estaba viendo quiénes eran las personas que estaban apoyando la trifulca del
sindicato, que sólo nos dedicábamos a crearle problemas a la empresa y que el
lunes tomaría medidas. Una compañera le dijo que dejara de amenazarnos, y que
decirle que se querían ir para su casa no era ofenderla. Fue cuando llegaron los
vigilantes llamados por la jefa de Empaque, y nos pidieron que desalojáramos las
oficinas de producción. Dora Lilián nos despidió diciendo que si
queríamos que llegáramos con mil abogados, pero que las órdenes las daba ella.
-¿Y ustedes
salieron?
-Sí, y afuera
la gente estaba cada vez más enojada. Algunos sacudían el portón y gritaban que
nos dejaran salir, que querían ir a sus casas. Algunos de tan enojados que
estaban, gritaban reclamos contra los vigilantes y contra el jefe de Recursos
Humanos, Eduardo Meléndez, que ni se encontraba en el lugar. Ahí me crucé
con un miembro del sindicato patronal que se llama José Leonidas Valladares,
y le pregunté que si ellos no podían hacer algo, que si no estaban para defender
los derechos de los trabajadores. A lo cual me respondió que no iban estar
defendiendo gente que andaba insultando a Don Eduardo o a la empresa.
Lejos de interceder por los trabajadores, los miembros del sindicato patronal se
dedicaron a andar levantando una lista de las trabajadoras que estaban
protestando o descontentas.
Pero Calvo espera aún más
beneficios
Las entrevistas
a las trabajadoras y trabajadores de Calvo van desenmascarando el doble
discurso de la empresa, que continúa con sus esfuerzos mediáticos para
presentarse públicamente como una empresa modelo.
De hecho, a la
pregunta de los periodistas que lo entrevistaron sobre las posibilidades de que
el “limbo legal” en que se encuentra el cumplimiento de los convenios de la
OIT en El Salvador pudiera afectar los beneficios del SGP Plus
de la Unión Europea, Valero Lecha respondió: “Esperamos que por
todos los beneficios que ha traído
Calvo a El Salvador; la UE
tome la decisión correcta”.
En La Unión,
CEAL*
15 de abril de
2008