España

¡Coca Cola De Película!

Rolando Laserie, el afamado cantante cubano nacido en Matas, Santa Clara, popularizó la frase “¡De Película!”, que generalmente utilizaba cuando su banda ingresaba al fragor del montuno o para referirse a algo sobresaliente, fuera de lo ordinario. ¡De Película! fue lo ocurrido en la planta de Coca Cola en Fuenlabrada (Madrid), como se verá a continuación.

 

 

 

Durante el 3er. Congreso de la Federación Agroalimentaria de Comisiones Obreras entrevisté a delegados sindicales de Coca Cola, y allí fue muy comentado un episodio tragicómico acontecido en la planta de Fuenlabrada. Lo que sigue es una versión apenas libre -casi fílmica- de esos hechos, la fórmula más adecuada que encontré para transmitir semejante disparate.

 

La planta de Fuenlabrada del Grupo Casbega es una de las mayores de Europa dentro del Sistema Coca Cola y es considerada una referencia a nivel mundial por su innovación en materia tecnológica, según se desprende de su página en Internet. Sin embargo, en materia de relaciones laborales la jefatura de la compañía está constituida por especímenes propios del Jurassic Park.

 

A principio de marzo pasado el ambiente en Fuenlabrada estaba caldeado, un trabajador había sido sancionado injustamente provocando la inmediata movilización de los activistas y dirigentes del Sindicato. El empleado castigado era de un activo militante de Comisiones Obreras, por lo cual había fundadas sospechas de que la sanción había recaído en él, más que nada, debido a su filiación sindical.

 

Desde el Sindicato se respaldó al compañero: la organización estaba segura de que el castigo era un acto de discriminación sindical, por lo tanto se decidió informar y sensibilizar debidamente a los trabajadores.

 

El encuentro con la base se realizó durante el horario del almuerzo, en el comedor de la planta. Allí, megáfono en mano, un dirigente daba a conocer la lectura sindical de los hechos. Todo transcurría normalmente hasta que irrumpió en escena Jorge Flores Molina, gerente de Relaciones Laborales de la planta. El jerarca, que se mostraba sumamente alterado, avanzó abriéndose paso precipitadamente entre el grupo de trabajadores…

 

-¿Qué hacéis aquí? ¿Quién os autorizó? Me tenéis harto…- vociferó Molina, mientras continuaba su atropellada marcha en dirección al portavoz del Sindicato. 

 

Por suerte, el compañero logró advertir a tiempo la intención que motivaba la galopante carrera del gerente, y a pocos centímetros del inminente contacto alcanzó a deshacerse del megáfono. El artefacto voló por los aires y, por un instante, fue lo único en movimiento, todo lo demás parecía una imagen congelada.

 

De pronto dos manos se elevaron con armonía profética apoderándose del megáfono. Era uno de los nuestros, un trabajador. El gerente lo miró fijamente y en su rostro se acentuó una cierta descomposición, igual al proceso que sufriera la niña Linda Blair poseída por el Diablo en el filme “El exorcista”.

 

Molina continuó su alocada carrera tras el megáfono, pero el trabajador inclinó el cuerpo, miró a su alrededor y, exhalando profundamente como un basquetbolista antes de lanzar un libre,  metió un pase medido, suave, impecable para que otro trabajador se apoderara del ahora…“balónfono”, y éste a su vez lo pasara a otro más distante en una acción tan colectiva como espontánea que ponía a salvo la presea de Comisiones Obreras.

 

A todo ésto, el gerente Molina venía perdiendo feo y resultaban inútiles sus rápidos movimientos y sus saltos felinos. La directora de Recursos Humanos, María Inés Odriozola Linderas, que observaba lívida el espectáculo, comprendía lo mal que estaba jugando su equipo. De nada servía la velocidad, el empeño y el desgaste físico desplegado por Molina, quien parecía haber recibido una transfusión de “Gatorade”.

 

Hasta que el juego sufrió un cambio inesperado: el “balónfono” cayó en manos de Juan Carlos Asenjo…y el trabajador dudó, tal vez pensó, en cualquier caso, se aturdió. Molina supo que era el momento: “Ahora o nunca”, se dijo. Y voló cual Clark Kent en misión tan urgente que no pudo realizar el striptease que lo convierte en Súperman.

 

El tiempo se acabó para Asenjo, y no se dio cuenta de que no sólo perdería el “balónfono” de Comisiones Obreras, sino que también empezaba a estar en juego su propia vida. El planeo de Molina se convirtió en un impresionante "tacle rugbístico" que lanzó a Asenjo  sobre una máquina expendedora de Coca Cola. El cuerpo de Asenjo produjo un ruido seco, lacerante, que el megáfono de Comisiones Obreras aún en sus manos amplificó al resto de la planta. Todo pareció congelarse nuevamente, sólo el cuerpo de Asenjo caía lentamente deslizándose contra una máquina con la palabra Coca Cola escrita en letras grandes y rojas.

 

Los compañeros del Sindicato llevaron a Asenjo al Hospital y luego interpusieron la denuncia en la Policía.

 

Este relato que parece el guión de un cortometraje de ficción, como dicen las películas “está basado en hechos reales”. Pero, como también suelen decir muchos escritores, “a menudo la realidad supera la ficción”.

 

Seguiremos informando sobre la salud del compañero Asenjo. La del gerente Molina está fuera de nuestros intereses, pero alguien debería ayudarlo.

 

 

Gerardo Iglesias

Rel-UITA

17 de abril de 2009

 

 

 

Imagen: assets.mog.com

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