STECSA, todo terreno
Fueron 22 meses de intensas y duras negociaciones,
hasta llegar a la firma de un nuevo convenio
colectivo. No se suprimieron puestos de trabajo, se
logró incrementar los salarios y no se cedió como
quería la empresa en el número de compañeros que gozan
licencia sindical. Para ello se luchó en la fábrica,
en la calle, en los tribunales. Se apeló a la
sensibilización y a la denuncia pública, al pasacalle
y al corte de calles, al panfleto, al afiche, así como
a largos y técnicos documentos. Se utilizaron todas
las llaves, se tocaron muchas puertas. Se habló con
los consumidores y la delegación de la ONU en
Guatemala, con el embajador de Estados Unidos y el
presidente de Guatemala. Se utilizó el fax, Internet y
el “radio bemba”. Conato de huelga, movilizaciones,
todo ello sin perder de vista nunca la mesa de
negociación. El destartalado carrito de “Quique”, el
asesor legal del sindicato, se sumó a la lucha con su
ronco motor que parecía un 4x4.
La paciente impaciencia
La empresa, Panamerican Beverages Inc. (Panamco),
sobrestimó al Sindicato. Seguramente consideró que su
dirigencia iba a acusar recibo a sus reiteradas
provocaciones, pero se encontraron con una
organización donde conciencia de clase, madurez y
mística hacen parte del aire que se respira. “El
Sindicato no cedió en los puntos que proponía la
empresa que tenían por objetivo reducir el alcance y
beneficios del convenio colectivo. Segundo, en medio
de la guerra de los elefantes de la cerveza y los
refrescos que se viene sobre América Latina, el
Sindicato está posicionado para seguir defendiendo los
intereses de los trabajadores de Guatemala y de
Centroamérica. Tercero, el Sindicato logró fortalecer
su unidad y capacidad de acción.
Mucha gente estaba nerviosa porque el proceso
negociador parecía de nunca acabar, pero nosotros
decíamos: 'Muchá,
ésta la ganamos'”, comentó Enrique “Quique” Torres,
asesor legal del Sindicato.
La solidaridad no se agradece, se retribuye
La solidaridad internacional fue un factor decisivo.
La Secretaría General de la UITA presionando a la
transnacional en su casa matriz en Atlanta, Rel-UITA y
sus afiliadas haciendo lo propio ante PANAMCO y las
autoridades de gobierno en Guatemala. Al respecto,
Lázaro Serrano, Secretario General del Sindicato,
dice: “Recibimos mucho respaldo de la UITA, y también
de grupos religiosos, organizaciones sindicales
nacionales, y de derechos humanos, y de gente anónima
que se acercó para preguntar cómo iban las cosas y si
podían ayudar en algo”.
No hay una movida popular importante en la cual el
STECSA esté ausente, y sería raro encontrar una
organización que en algún momento no haya recibido el
apoyo y solidaridad del Sindicato que tanto da, y
tanto recibe.
Encuentro de la memoria con el futuro
A fin del pasado año, cuando todavía era incierto el
devenir del proceso negociador, se realizó una
asamblea general. Luego de evaluar la marcha de las
negociaciones, se consideró la solicitud de afiliación
de 105 nuevos compañeros, prácticamente la totalidad
de los trabajadores que en los últimos meses habían
ingresado a la planta. “Cuando un trabajador llega a
la fábrica el Sindicato lo recibe y lo invita a
participar en los cursos sindicales donde se habla
sobre la historia del Sindicato, sus luchas y
objetivos; nadie se afilia si antes no participa de
esas actividades”, informa David Morales, miembro del
Comité Ejecutivo del Sindicato.
En el Sindicato están “las patojas” (así le llaman a
los jóvenes), con los sobrevivientes “las viejas”.
Nadie olvida y todos aprenden que el Sindicato nació
cuando Guatemala olía a pólvora, y el ejército y los
grupos paramilitares mataban gente como moscas. Nadie
olvida, y los más jóvenes aprenden, que la represión
asesinó a ocho compañeros dirigentes y militantes de
base. Sus fotos y nombres están en el comedor de la
fábrica y en el local del Sindicato que también está
en la planta. El himno del Sindicato los recuerda en
sus estrofas. Nadie olvida y todos aprenden como nació
el STECSA.
¡Claro que se PUEDE!
En estos tiempos de desánimos y huidas, donde parece
que los miedos han ocupado el espacio de las utopías y
la indignación, perdiendo por goleada con el
guardameta quebrado, sin banco de suplentes,
soportando un vendaval de pelotazos y el juez siempre
en contra; épocas de ajuste de cuentas, porque el
ajuste ideológico encuentra poca resistencia; donde
ser o no ser depende de tener o no tener, y consumidor
es mucho más que la categoría ciudadano; un momento
histórico donde, si estar empleado es una bendición
divina, la fábrica debe ser el altar donde genuflexo y
calladito se debe honrar tal buenaventura; en esta
coyuntura -adversa, mutante- el Sindicato de
Trabajadores de Embotelladora Central (STECSA), acaba
de patear el tablero y romper el maleficio que
convierte en sapos a los que luchan.
Gerardo Iglesias
© Rel-UITA
23 de enero de 2003