Estados
Unidos
Hubo un tiempo en que el vaquero y el
ranchero eran los símbolos del individualismo americano.
Hace mucho que ya no es así. Hoy, la mayoría de los
ganaderos estadounidenses está a merced de enormes
conglomerados de productos cárnicos.
Las pequeñas empresas de productos cárnicos son, en su mayor
parte, una reliquia del pasado, pues han sido adquiridas o
expulsadas del mercado por un puñado de empresas gigantes.
Donde antes los rancheros a pequeña escala vendían ganado en
el mercado abierto a pequeñas empresas, ahora la mayoría de
los productores de ganado venden, a menudo en virtud de
contratos a largo plazo, a sólo cuatro compañías: Tyson/IBP,
Cargill/Excel, Swift/ConAgra y Farmland
National Beef, que en conjunto controlan aproximadamente
el 80 por ciento del mercado estadounidense.
Los productores de ganado han visto reducirse en gran medida
el control sobre la forma en que crían el ganado y tampoco
pueden negociar un precio justo. En la última década, debido
sobre todo a que el gobierno federal se ha negado a
intervenir para promover la competencia en el mercado,
muchos de estos productores han renunciado a la esperanza de
mantener su independencia, obtener un beneficio aceptable o
seguir en el negocio. (CUADRO)
Pero no todos. Algunos se han negado a ceder, ni siquiera
ante un poder económico abrumador. Trabajando con un grupo
de abogados, algunos ganaderos han encontrado una forma de
defenderse y presentaron una demanda contra las empresas de
productos cárnicos por vulnerar la Ley de Envasadores y
Corral, una venerable ley que protege la competencia en el
mercado del ganado. Y el mes pasado obtuvieron una sentencia
histórica.
En 1921 las
cinco mayores empresas cárnicas controlaban el 65 por
ciento del mercado nacional.
Hoy, solo
Tyson tiene casi el 40 por ciento de la cuota de
mercado.
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Un jurado declaró que en la última década Tyson/IBP (Tyson
compró IBP una vez iniciado el litigio) ha incurrido en
prácticas contra la competencia y la ha condenado a pagar
1.300 millones de dólares a 30.000 ganaderos. Las demandas
contra el resto de las principales empresas de productos
cárnicos están aún en tramitación.
"En el mercado del ganado, la forma tradicional de
compraventa es con dinero en efectivo en el mercado al
contado -explica Michael Stumo, asesor jurídico de la
Organización de Mercados Competitivos y abogado que ayudó al
bufete que llevó la demanda de los productores de ganado-.
La costumbre y la práctica es que las empresas cárnicas
hagan ofertas y reciban su pedido en siete días. Eso les
impide almacenar ganado y hacer que caigan los precios que
ofrecen."
Basándose en el poder del mercado, IBP y las demás empresas
principales del sector cárnico han abandonado en gran medida
esta forma tradicional de hacer negocios, para recurrir, en
su lugar, a "ofertas cautivas" de ganado. Las empresas
gigantes "usan estrategias contractuales para asegurarse el
ganado con meses de antelación" a precios preestablecidos,
explica Stumo, a fin de poder reducir las ofertas agresivas
en el mercado abierto o impedir sin más las ofertas en dicho
mercado.
Como consecuencia, los productores de ganado independientes
que intentan vender en el mercado abierto se encuentran con
que los precios son artificialmente bajos. Y a veces tienen
problemas para encontrar comprador.
"En el caso de que los demandantes y otras personas en
situación similar rechacen el precio injustamente bajo de
IBP -alegan los productores de ganado en la demanda
presentada ante los tribunales-, IBP sacrifica el ganado de
su oferta cautiva dejando a los demandantes y a los de su
clase sin un precio justo para su ganado. Los demandantes
deben aceptar el precio injustamente bajo de IBP porque no
tienen otro mercado viable salvo el mercado controlado por
IBP."
En resumen, dice Stumo, lo que ha ocurrido es que las
empresas cárnicas se han valido de su poder de demanda en el
mercado para controlar la oferta.
El jurado coincidió con estas alegaciones y concluyó que la
manipulación del mercado de Tyson/IBP hizo caer los
precios entre un 3 y un 4 por ciento, una reducción enorme
en el negocio de la venta de ganado, que cuenta con márgenes
muy pequeños.
Inmediatamente después del veredicto, Tyson/IBP
anunció su intención de recurrir.
"Nuestra empresa no puede exigir que los ganaderos nos
vendan a nosotros -afirmó Tyson/IBP en una
declaración dada a conocer tras la sentencia-. Cualquiera
que críe o alimente ganado puede vender a quien desee. Así
pues, competimos con otras empresas de productos cárnicos
por el ganado listo para el mercado. La mayoría del ganado
que compramos se adquiere en un mercado en efectivo diario.
Otra parte se compra por medio de diversos acuerdos de
comercialización que iniciaron los productores de ganado,
que acudieron a nosotros en busca de una forma más eficiente
de vender su producto."
Tyson/IBP alegó que tenía razones empresariales válidas para
los acuerdos contractuales que le dan una oferta cautiva,
pero Stumo dice que las pruebas presentadas en el juicio
muestran que todas las supuestas justificaciones
empresariales de la compañía eran falsas. Tyson/IBP
puede obtener una oferta constante en el mercado abierto; de
hecho, el producto que se vende en el mercado abierto es de
mejor calidad que el de la cautiva de Tyson/IBP, y
los costes de transacción derivados de comprar en el mercado
abierto son mínimos.
Lo que está realmente en juego es la capacidad de las
empresas cárnicas de controlar los mercados. La industria
está muchísimo más consolidada ahora que en 1921, cuando se
promulgó la Ley de Envasadores y Corral para prevenir lo que
se consideraba un nivel peligrosamente alto de
centralización. En aquella época, las cinco mayores
empresas cárnicas controlaban el 65 por ciento del mercado
nacional. Hoy, solo Tyson tiene casi el 40 por ciento de la
cuota de mercado.
Lamentablemente, la concentración en el sector agropecuario
es típica de la economía (piensen en ExxonMobil,
ChevronTexaco, Citigroup, GlaxoSmithKline, Microsoft,
Daimler Chrysler, AOL Time Warner) y no una excepción.
Lo que han demostrado los productores de ganado es que, con
persistencia y creatividad, es posible defenderse de los
monstruos empresariales que tienen entre sus garras con más
fuerza aún a la economía política.
Russell Mokhiber y Robert Weissman (*)
Focus on the Corporation.
EEUU, marzo del 2004.
Traducción para
La insignia:
Berna Wang
Convenio La Insignia / Rel - UITA
(*) Russell Mokhiber es
editor de Corporate Crime Reporter, con sede en Washington
D.C. Robert Weissman es editor de Multinational Monitor, con
sede en Washington, D.C.Ambos son coautores de Corporate
Predators: The Hunt for MegaProfits and the Attack on
Democracy (Monroe, Maine, Common Courage Press, 1999).
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