Debido al
raquitismo al que las políticas neoliberales han llevado a
los estados nacionales, éstos son
cada vez menos capaces de controlar y corregir las
consecuencias negativas de las denominadas leyes del
mercado. Tampoco existe en los hechos -ni en el imaginario
inmediato de quienes diseñan y gobiernan el mundo- un
organismo supranacional capaz de corregir tan nefastas
consecuencias. Es verdad que algunas organizaciones
internacionales se ocupan del tema, pero siempre
superficialmente. Tal es el caso de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) quien hace tres años publicó un informe
en el que señalaba que más de 165 millones de europeos (20
por ciento de la población del continente) vivían con menos
de dos dólares diarios. Hoy, la OMS está empeñada en una
campaña mundial contra el hábito de fumar y para
justificarla, entre otros argumentos menciona el alto
porcentaje que de sus escasos ingresos, los pobres destinan
a adquirir tabaco. Como si la mínima cosa que adquiera
alguien que gana dos dólares diarios, no significara una
parte sustancial de ese magro ingreso. ¿El problema radica
en que los pobres fumen o en la existencia de miles de
millones de pobres en el mundo? ¿Si dejan de fumar, los
pobres serán menos pobres? Incluso algún cínico podría
preguntar, ¿acaso no es una forma de resolver el problema el
que los pobres vivan menos debido al hábito de fumar?
A todo esto,
¿quiénes integran ese famoso mercado, origen de todas las
guerras comerciales -y de las otras- de hoy? Se estima que
los consumidores que pueden adquirir productos y servicios
globales en una población mundial de 6.000 millones, no
llegan a 1.800 millones. En consecuencia, el tan mentado
mercado se reduce al 30 por ciento de la población mundial.
Esta estrechez aumenta proporcionalmente a la constante
pérdida de empleos, a lo que se suma la falta de métodos
efectivos de control en la guerra comercial entablada por un
puñado de transnacionales, que llevan a que en la misma
“todo vale”. En esas batallas, la ética y la moral estorban
y el engaño y la desfachatez ayudan.
Si lo
anteriormente escrito le parece demasiado panfletario, saque
sus propias conclusiones luego de leer las dos noticias que
figuran a continuación.
I
Nestlé
está a punto de ser demandada por la Federación Suiza de
Productores de Leche por utilizar en su marca Hirz la
denominación “yogurt”, cuando el producto en cuestión no
contiene ningún ingrediente extraído de la leche. Ante esta
acusación, la compañía argumentó que ya había invertido
mucho en propaganda como para modificarla.
Simultáneamente
en Chile, Nestlé le está entablando juicio a la empresa
estadounidense Masterfoods, acusándola de competencia
desleal. La demanda se basa que en los envases de alimento
para perros que Masterfoods comercializa con la marca Dog
Chow, se anuncia que contienen “carne fresca” -algo
imposible en un producto deshidratado- y también invoca un
posible engaño al consumidor. Un año atrás, Nestlé había
presentado otra demanda contra la misma compañía, debido a
que en su publicidad se aseguraba que “8 de cada 10 gatos
prefieren Whiskas”, lo cual podía perjudicar las
ventas de la marca Cat Chow, fabricada por la
transnacional suiza. Nos encontramos aquí frente a un caso
de doble moral justificada en las leyes del mercado, donde
aparecen como más importantes los perros y gatos chilenos
que los consumidores europeos, a quienes se engaña -y
estafa- con un falso yogurt.
Los animales en
cuyo nombre se lleva adelante esta defensa de la “ética
comercial”, son las víctimas inocentes del crecimiento del
mercado de alimentos para mascotas, estimado en 25 mil
millones de dólares anuales. Los fabricantes, entre ellos
Nestlé y Mars (propietaria de Masterfoods), financian
experimentos destinados a sustituir con un producto
industrial el alimento natural de los animales. En estos
experimentos, entre otras barbaridades, se encierran a
decenas de gatos en pequeñas cajas de hierro durante semanas
a los efectos de determinar sus necesidades de sodio. A los
perros también se los encierra durante semanas para
experimentar las consecuencias de la insuficiencia de zinc
en su dieta, luego les extraen las uñas, un diente canino y
los testículos para analizar el contenido de zinc. Mars,
para su marca Pedigree, realizó investigaciones en el
Centro Británico Waltham, donde se retienen a miles de
perros, gatos y pájaros. Entre los padecimientos a los que
fueron sometidos decenas de perros, con el único fin de
entender sus necesidades alimenticias para satisfacerlas
mediante un alimento no natural –pero identificado con una
marca- se encuentran: aislamiento; toma de muestras de
sangre; medición de la flatulencia; endoscopias (muestras
tomadas del colon a través del ano); exámenes dentales que
requieren anestesia; mantener a los animales sin comida
hasta 24 horas; aplicaciones de sustancias irritantes en la
piel; aplicación de enemas de agua tibia e inserción de
tubos en el colon; etc. Es de destacar que los experimentos
de Walthman son considerados como “suaves” o poco invasivos
frente a los que se practican en otros laboratorios
1.
Estos suplicios,
los justifica un nuevo y lucrativo mercado y los encubre la
propaganda con el eufemismo de que los productos están
destinados a las mascotas de “estimación”.
II
Si existe un mercado y con él las posibilidades de lucro,
las consecuencias sociales no revisten mayor importancia y
lo que estorba, como la moral y la ética, se descarta. En la
Serranía de la Macarena (un parque natural del departamento
del Meta, Colombia) las autoridades acaban de detectar una
nueva variedad de planta de hojas de coca. Se trata de un
arbusto de dos metros y medio de altura (frente al metro y
medio de la variedad tradicional) que demanda menor tiempo
de cultivo y cuyas hojas, además de ser de mayor tamaño,
permiten extraer cocaína con una pureza del 97 por ciento
frente al 24 o 25 por ciento de la variedad tradicional.
Según las autoridades, los narcotraficantes estarían
dedicando parte de sus enormes ganancias para financiar a
investigadores y científicos extranjeros a los efectos de
obtener, mediante la manipulación genética, una nueva
variedad de planta de hojas de coca. Las nuevas plantaciones
se están efectuando en la Sierra Nevada, donde debido a las
restricciones ambientales no son permitidas las fumigaciones
aéreas. De lo cual se desprende que una vez que los
científicos creen una variedad inmune a los herbicidas, las
nuevas plantas se extenderán al resto del territorio de
Colombia, país que con una producción de 800 toneladas
anuales, es el mayor productor mundial de cocaína.
Una vez más la existencia de un mercado y del consiguiente
lucro justifica cualquier atrocidad. No pretendemos
exigirles principios morales a los narcotraficantes, ¿pero
que pasa con los científicos a su servicio? Me pregunto si
algunos de ellos, acostumbrados a defender al quien mejor
les paga, serán los mismos que cuestionan a aquellos que nos
oponemos a los transgénicos, aduciendo que somos simples
ciudadanos sin formación científica y, en consecuencia, las
nuestras son meras opiniones políticas. ¿Serán capaces de
utilizar en el caso de la coca los mismos argumentos falaces
que concibieron para las grandes empresas de la
biotecnología? ¿Por qué no?
Enildo Iglesias
© Rel-UITA
30 de agosto de 2004
NOTA
1
Tomado de El lado oscuro de la comida para animales,
www.angelfire.com
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