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Fonterra y Nestlé

 

Dos estilos de relaciones laborales

 

La empresa más grande de Nueva Zelanda, la cooperativa láctea Fonterra, está sentando las bases para expandir sus operaciones en el sudeste asiático, Australia y América Latina, donde está asociada con Nestlé

 

Por la estructura de su economía, Nueva Zelanda guarda algunas similitudes con los países productores de alimentos de América Latina. Junto con Argentina, Australia, Brasil, Chile y Uruguay, Nueva Zelanda forma parte de la Alianza Láctea Global, que se fundara en 2002 y agrupa a unos 1,5 millones de productores, con un total de 60.000 millones de litros anuales. En 2002, los seis países integrantes de la Alianza contaron por alrededor de 55 por ciento del comercio internacional de lácteos.

 

La empresa líder del sector lácteo, el grupo cooperativo Fonterra, cuenta con unos 12.000 socios y una facturación anual de 14.000 millones de dólares. Para financiar la expansión cada vez más intensa de sus operaciones más allá de las fronteras de ese país, Fonterra busca, por un lado, inversores para algunas de sus actividades ya establecidas, al tiempo que prepara su cotización en la Bolsa de Valores, posiblemente en 2010, con el objetivo de tener acceso a los fondos necesarios para su conversión en una empresa global.

 

El proceso de crecimiento y expansión está sustentado por el alza generalizada del precio de la leche y sus derivados, que favorece a transnacionales como Fonterra y Nestlé, al tiempo que perjudica a los consumidores, sobre todo a los más pobres, y a muchos productores.

 

En el mercado latinoamericano Fonterra está presente a través de la alianza estratégica con Nestlé llamada DPA (en inglés, Dairy Partners America), que actúa como base de los emprendimientos conjuntos -joint ventures- de ambas transnacionales en diferentes países del continente. La citada alianza data de marzo de 2002, cuando sus dos socios acordaron establecer las primeras cinco plantas conjuntas en Brasil, Venezuela y Argentina, además de un centro regional de gestión. Como parte del acuerdo, Fonterra vendió su producción de leche en polvo en Venezuela, República Dominicana, Perú y varios países de América Central a Nestlé.

Nestlé desconoce a la UITA como interlocutor natural de la compañía en todo el mundo; hasta el momento sólo reconoce a la UITA en Europa

 

En una segunda fase de la cooperación por intermedio de DPA, a partir de julio de 2004 se iniciaron operaciones conjuntas en Ecuador, Colombia y Trinidad & Tobago. En Chile la cooperación se extendió solamente a cuatro ramas –leche líquida, yogures, postres, jugos– ya que el segundo socio principal de la empresa Soprole, la Fundación Isabel Aninat, se opuso a integrar todas las actividades de Soprole a la nueva sociedad.  

 

La facturación total de todas las empresas comprendidas por DPA supera los 1.000 millones de dólares anuales. Tratándose de sociedades organizadas por país, se ajustan a las respectivas legislaciones laborales mínimas vigentes. La transnacional europea, junto a su socio neozelandés, establece así un complejo entramado de relaciones laborales por país y sector, que le permite fragmentar la representación de los intereses de los trabajadores, de modo de poder aprovechar al máximo los efectos sinérgicos y de reducción de costos de personal.

 

Sin embargo, ante el nuevo impulso de Fonterra caben algunas precisiones sobre el relacionamiento de esta cooperativa con los trabajadores lácteos de Nueva Zelanda. En abril de 2002 Fonterra, la UITA y la Unión de Trabajadores Lácteos de Nueva Zelanda (NZDWU, por sus siglas en inglés) firmaron un acuerdo marco acerca de las relaciones laborales en la empresa. El acuerdo fue refrendado un mes más tarde por el director general de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), Juan Somavía, y la primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, ambos en calidad de testigos.

 

A la luz de la política de la transnacional suiza, de destruir empleos permanentes y sustituirlos con trabajo tercerizado y subcontratado, y de seguir desconociendo a la UITA como interlocutor natural de la compañía en todo el mundo –hasta el momento, reconoce a la UITA solamente en Europa– parece apropiado repasar los puntos principales de aquel acuerdo de hace cinco años.

 

Entre otros aspectos, Fonterra se compromete a respetar, los principios de los convenios 87, 98, 135, 29, 105, 138, 182, 100 y 111 de la OIT, la libertad de asociación y negociación colectiva, y el derecho de formar sindicatos y de afiliarse a ellos. Se compromete también a no discriminar ni perseguir a nadie por integrar un sindicato o actuar legítimamente en representación del mismo, y a compartir toda la información pertinente sobre la empresa durante las negociaciones colectivas. La empresa proporcionará condiciones saludables y seguras al personal e informará las organizaciones sindicales en el caso de producirse cambios importantes que impliquen la pérdida de empleos; consultará a los sindicatos acerca de las opciones que minimicen el impacto de tales medidas y mitiguen los efectos negativos sobre los trabajadores despedidos.

 

La Parte Tercera del acuerdo prevé el nombramiento de un comité de revisión con representantes de las organizaciones trabajadoras y de la empresa, que se debe reunir por lo menos una vez por año para dar seguimiento a la implementación del acuerdo e incluye una cláusula sobre “joint ventures”. Dice textualmente: “Fonterra informará a los socios de sus joint ventures acerca de sus obligaciones conforme con este acuerdo”.

 

En la medida en que la asociación de Nestlé con Fonterra se profundice, habrá que seguir con atención qué línea de actuación se impondrá en América Latina: la de la cooperación como sugieren los antecedentes de Fonterra, o la de desconocer y fragmentar de Nestlé. Mientras tanto, habrá que recordar el convenio de cooperación entre el NZDWU y la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA) y la Rel-UITA, del 22 de noviembre de 2005. Uno de sus puntos se refiere  a la vigilancia en América Latina con respecto al cumplimiento del mencionado acuerdo marco de abril de 2002. 

 

 

En Montevideo, Dieter Schonebohm
© Rel-UITA
21 de noviembre de 2007

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