República Dominicana
La transnacional de mal en peor |
En medio de la
tragedia provocada por el huracán “Noel”, Nestlé despidió arbitrariamente a
once trabajadores de su planta de helados. A este proceder, violatorio del
convenio colectivo vigente, se le suman nuevos hechos que muestran
inequívocas prácticas antisindicales.
El pasado viernes 7 se
realizó una nueva reunión entre la dirección de la empresa y dirigentes de
los tres sindicatos de Nestlé
de
República Dominicana. El objetivo fue examinar la problemática
suscitada luego de los once despidos. En representación de la transnacional
participaron Peter Flowr, gerente de la fábrica
de
helados;
Walter Brawchle, gerente de planta; Ana Isabel, directora
de recursos humanos y Toni Cánovas, director de recursos
humanos para la región del Caribe. En representación de los
sindicatos asistieron: Ramón Durán, Sindicato San Francisco de
Macorís; Ramón Castillo, Sindicato San Cristóbal; Sergido Castillo
y Bernabel Matos por la Rel-UITA, más toda la directiva del
Sindicato de la planta de helados.
Como primer comentario
cabe subrayar que Nestlé
participó con su plana mayor, lo cual amerita considerar que la compañía
tomó la situación con seriedad. Sin embargo, con la misma honestidad debemos
destacar que en los últimos tiempos la transnacional ha exhibido una actitud
despótica y arrogante en el manejo de las relaciones laborales en la citada
planta, y no existen señales de que esto haya cambiado.
La situación en helados
de Nestlé
ya no
sorprende a propios ni a ajenos. Desde hace años la transnacional
viene implementando una política de vaciamiento en su planta de helados, y
debido a ella decenas de trabajadores y trabajadoras han sido despedidos
arbitrariamente. Este accionar levanta legítimas protestas, y
Nestlé
se justifica
argumentando una y otra vez que se trata de “un problema en la
comunicación”. Como veremos seguidamente, “comunicación” puede tener un
significado muy ambiguo para esta compañía.
Nestlé y su
visión de la globalización
Desde hace un buen
tiempo la dirección de Nestlé
insiste en mejorar su comunicación con el personal. Su presidente, Peter
Brabeck-Letmathe, hizo este planteamiento en el marco del Foro
Económico Mundial de 2003, que por primera vez en sus 31 años de existencia
se trasladó de Davos (Suiza) a la ciudad de Nueva York.
Allí, Brabeck manifestó: “Somos
malos para comunicar los éxitos de la globalización. Primero tienes que
convencer a tu propia gente. Por ejemplo, si puedo convertir a cada uno de
los 255 mil empleados de Nestlé
en embajadores de la globalización, entonces ese es un gran paso adelante.”
Entrevistado por
América Economía,
agregó que:
“…el
tema realmente importante es cuánta gente ha podido salir de la extrema
pobreza y participar de la sociedad moderna, cuánta gente ha estado subiendo
la escalera de ingresos desde el escalón de 1 dólar al día a 10 dólares al
día”.
Al mismo tiempo que
Brabeck-Letmathe brindaba esas declaraciones, el Sindicato de
Trabajadores de Nestlé
de El Salvador negociaba un nuevo Convenio Colectivo. La
propuesta de incremento salarial de
la compañía
para
convencer a “su gente” sobre las ventajas de la globalización,
fue un
incremento de tres centavos de dólar por hora.
De esta forma,
un trabajador debía laborar 33 horas para obtener un dólar y 330 para llegar
a 10. Para los trabajadores de
Nestlé
en El Salvador, subir del “escalón de 1 dólar al día a 10 dólares al día”,
implicaba aproximadamente 41 jornadas.
Con esta propuesta, por
más que fuera excelentemente comunicada,
difícilmente
Nestlé
lograría persua-dir al personal de la planta de Ilopango. Menos aún
cuando en la mañana del
28 de abril de 2003 se presentaron a trabajar y se
encontraron con la fábrica cerrada sin previo aviso.
Casi 100 trabajadores quedaron en la calle.
¿Convencer de esa forma? Como dicen los gauchos en
Uruguay: “Más difícil que callar un chancho a
palos”. Algunos de estos trabajadores no sólo no se
transformaron en embajadores de la globalización
sino, como tantos otros salvadoreños, en parias
inmigrantes -calificados de “ilegales”- en
Estados Unidos.
A los
tiburones
En República
Dominicana, en la planta en San Francisco de Macorís, ocurrió un
episodio que resulta ilustrativo de la política comunicacional de
Nestlé.
En 2003, ante la visita de un grupo de técnicos suizos (el enigmático Equipo
de Target Setting) que llegaba para evaluar las operaciones de la fábrica,
la gerencia emitió una circular fechada el 30 de octubre que terminaba
diciendo:
"trabajando juntos como
un equipo unido y comprometido vamos a triunfar llevando este barco, en el
cual estamos TODOS, a un puerto seguro y no zozobrando en el camino".
Poético, ¿verdad?
El
triunfo, el barco, la mar, TODOS…, bonitas imágenes.
Lo
que el comunicado no mencionaba es que días antes la empresa había tirado
por la borda a once trabajadores que fueron despedidos injustificadamente.
¡Cosa de piratas!
Lo local,
lo global,
¡La
misma vaina!
Al término de la 13
Conferencia Regional de la UITA
(Santo
Domingo, 2 al 6 de octubre de 2006),
una delegación de
nuestra Internacional tuvo la oportunidad de entrevistarse con Peter
Brabeck-Letmahe, quien por esos días visitaba República Dominicana.
En dicha ocasión entre otros puntos, hicimos mención sobre los despidos
en la planta helados y la violación del Convenio Colectivo. Brabeck,
dirigiéndose a la gerencia local, manifestó que esa situación debía
investigarse pues eso “no podía estar sucediendo”.
A mediados de enero, es
decir, tres meses después de ese encuentro, fueron despedidos otros 45
trabajadores y trabajadoras. La finalidad: sustituir a los trabajadores
despedidos por otros tercerizados. Esos nuevos operarios no pueden ser
representados por el Sindicato, no se les aplica el Convenio Colectivo, lo
cual permite a los subcontratistas pagar salarios inferiores, obligar a sus
trabajadores a laborar horas extras sin remuneración y no registrarlos en la
seguridad social.
Parece que la estrategia
para convencer de las bondades de la globalización a todos los empleados de
Nestlé
en el mundo, pasa por reducir su número.
Brabeck-Letmathe
El
Solitario
Hace algunas semanas el
presidente de Nestlé tuvo una nueva oportunidad para mejorar la
comunicación con su personal. Entre el 15 y el 16 de noviembre la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) conmemoró en Ginebra el
30 aniversario de la “Declaración tripartita de principios sobre las
empresas multinacionales y la política social” realizando un foro que reunió
a dirigentes empresariales, sindicales y de la sociedad civil. Para el panel
de apertura, denominado "Prácticas efectivas en
la implementación de principios laborales", la OIT invitó a
Peter Brabeck-Letmathe. Brabeck habló en solitario, ya que vetó
la participación de la UITA, pese a que esta representa la inmensa
mayoría de los trabajadores y trabajadoras de
Nestlé
a nivel mundial.
Como bien
lo señaló nuestro secretario general, Ron Oswald, en su carta abierta
a Peter Brabeck-Letmathe, este episodio constituyó “un acto
decepcionante y arrogante por parte de su compañía, compatible con el
permanente rechazo de
Nestlé
a reconocer a la UITA más allá de las fronteras de Europa. (…)
Si el tema del panel se refiere a las mejores prácticas, es verdaderamente
vergonzoso que
Nestlé
decida hablar principalmente sobre Europa, una región donde las
mejores prácticas son legisladas y donde no se toleraría menos por parte de
una pujante presencia sindical en la mayoría de los lugares de trabajo de
Nestlé.
Existen retos mucho más graves relativos a la ética de la compañía en otras
partes del mundo”,
asevera Ron en su carta.
En ese
universo de 255 mil empleados a los cuales Brabeck quiere convencer,
no todos son iguales, y tal como
sucediera en San
Francisco de Macorís, en el “arca” de
Nestlé
no entran todos. En el mundo
Nestlé,
los que laboran en Europa son empleados de una discutible primera
clase y tienen derecho a salir en la foto. El resto, son especímenes dignos
de la National Geographic.
El helado
antisindical de Nestlé
Por su parte, la
gerencia de la planta de helados de
Nestlé
en la República Dominicana, parafraseando a Peter Brabeck
argumenta recurrentemente que el problema deriva de una mala comunicación
entre el sindicato y la compañía. Esto fue lo que sucedió en la reunión del
pasado viernes 7, que comenzó con los representantes de la empresa hablando
sobre la necesidad de mejorar la comunicación. Pero, ¿cómo explicar que
habiendo una reunión mensual entre las partes, la empresa adopte medidas de
la gravedad de las comentadas sin informar al sindicato? ¿Cómo justificar
que mientras la gerencia convocaba al sindicato al diálogo y hacía hincapié
en que concurrieran todos sus dirigentes, en otra oficina la encargada de
Recursos Humanos entregaba las liquidaciones a los trabajadores despedidos?
No existe ninguna forma de comunicación capaz de disimular maniobras tan
burdas.
Simultáneamente con los
hechos anteriormente comentados, la trabajadora Cristina de la Cruz
remitía al sindicato una nota requiriendo su desafiliación. Una solicitud de
ese tipo puede parecer algo rutinario, siempre que se pase por alto el
detalle de que la carta estaba escrita en papel membretado de Nestlé
Dominicana S.A. Atentos a la voz del amo como aquel perro de la RCA
Víctor, pero con menos discernimiento, los directivos locales de Nestlé
decidieron “comunicar” su versión de lo acontecido: la secretaria de la
empresa redactó la renuncia de Cristina de la Cruz sin percatarse de
que lo hacía en papel membretado de la compañía. Nos imaginamos la
reprimenda de Vevey: hay comunicados que es preferible no hacer.
Estos hechos desmienten
las intenciones de las que hace gala Brabeck-Letmathe, ponen en
entredicho la responsabilidad social empresarial de la que alardea
Nestlé,
pero, fundamentalmente, violan la Convención Colectiva, las leyes
dominicanas y discriminan la organización sindical. ¿Un déficit de
comunicación? Todo lo contrario, el mensaje de
Nestlé
se percibe claramente:
el mejor sindicato es aquel que no existe.