Nestlé tiene más de 600
mil convenios con agricultores
de 80 países en
desarrollo y transición.
Empresas trasnacionales extranjeras y mexicanas tienen
el control sobre una décima parte de los alimentos
producidos en el país, que son cultivados bajo un modelo
de agricultura por contrato entre las compañías y
productores locales, reveló un organismo de Naciones
Unidas.
La
presencia de empresas transnacionales se ha hecho
extensiva a toda la cadena de seguridad alimentaria,
expresó Gregorio Canales, presidente del grupo de
expertos en acuerdos de inversión de la Conferencia de
Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Empresas como Cargill y Wal-Mart, entre
las extranjeras; y Maseca, Bimbo y
Comercial Mexicana son las que participan en
los modelos de agricultura por contrato en México,
informó Canales, durante la presentación del
Informe sobre las inversiones en el mundo: empresas
transnacionales, producción agrícola y desarrollo,
elaborado por la UNCTAD.
El
informe menciona que la inversión extranjera directa (IED)
en la agricultura va en aumento, aunque su volumen total
es todavía limitado. A finales de la década de 1990, los
flujos mundiales de IED
en el sector agrícola no
llegaban a mil millones de dólares, cifra que aumentó a
3 mil millones para el bienio 2005-2007, último dato
disponible a nivel mundial.
Práctica
en 110 países
En los últimos dos años, los principales receptores de
IED en la agricultura fueron: Camboya, 15
mil 100 millones de dólares; República Democrática
Popular de Laos, 12 mil millones; Malasia, 10
mil 900 millones, y Ecuador, 10 mil millones de
dólares.
Gregorio Canales
explicó que en por lo menos 110 países ya existe
registro de que empresas trasnacionales realizan
operaciones de agricultura por contrato. Incluso, en
naciones como Brasil, la mayor economía de
América Latina,
75 por ciento de la
producción avícola y 35 por ciento de la de soya se
realiza bajo esta modalidad, es decir, por encargo de
las firmas extranjeras. En Vietnam, 90 por ciento del algodón, 50 por ciento de la leche
fresca y 40 por ciento del arroz se produce bajo
esquemas de contrato con trasnacionales; lo mismo ocurre
en Kenia, con 60 por ciento del té y el mismo
porcentaje de azúcar.
El
reporte menciona, por ejemplo, que una trasnacional como
la suiza Nestlé tiene más de 600 mil contratos
con agricultores de 80 países en desarrollo y economías
en transición (las del antiguo bloque socialista de
Europa) para que sean sus proveedores. Grupo
Bimbo, de México,
concretó el año pasado 3
mil contratos en varios países latinoamericanos, con el
fin de asegurarse suministro de materia prima para
elaborar sus productos.
Supermercados trasnacionales, como Wal-Mart, de
Estados Unidos, y Carrefour, de Francia,
son otros ejemplos relevantes de compañías con contratos
de suministro de productos agrícolas en regiones
seleccionadas, añadió el reporte.
No con
la intensidad de otros países y regiones, pero en
México también esta práctica ha ido creciendo en los
últimos años, aunque prevalece un obstáculo, de acuerdo
con el experto de la UNCTAD: en los contratos que
firman agricultores mexicanos con empresas, el gobierno
es el garante de última instancia, lo que ha impedido un
mayor crecimiento de la agricultura por contrato.
Sin
embargo, mencionó, una décima parte de toda la
producción agrícola del país ya se realiza por encargo
de grandes compañías trasnacionales. Se puede afirmar
que la mitad es contratada por firmas extranjeras y la
otra mitad por las grandes compañías agrícolas
nacionales, comentó Canales.
La
actividad de agricultura por contrato en México
no es todavía muy importante, indicó. Estimó que en la
última década la
inversión extranjera
directa en agricultura en el país suma unos 569 millones
de dólares,
la mitad destinada a cultivos y la otra a cría de
ganado.
Los
principales proyectos se concentran en Baja California,
Sonora, Sinaloa, Tamaulipas y Chiapas.
Por una
parte, la agricultura por contrato asegura mercado y
precio al productor, pero tiene también efectos
perniciosos en materia de protección de medio ambiente,
como la devastación de zonas agrícolas; y sociales, tal
como el desplazamiento del empleo en algunas zonas,
según el documento de la UNCTAD.