Cualquier argumento es válido para no sentarse a negociar
con los trabajadores.
Primero había que esperar a las negociaciones de la FIESP
(Federación de Industrias de São Paulo), luego se recurrió a
la policía militar, ahora se aduce que no es viable una
Comisión de Fábrica porque ya existe sindicato. En el medio
de ese proceso abundaron las presiones para que los
trabajadores se desafiliaran.
El 1º de noviembre de 2006 era la fecha
indicada para que entrara en vigencia el nuevo salario de
los trabajadores de la industria química de São Paulo.
Previendo eso, con bastante antelación, los trabajadores
organizados en el sindicato de Químicos Unificados de Campinas, Vinhedo y Osasco entraron en contacto con la
dirección de la empresa para hacerles llegar sus reclamos.
La respuesta de la empresa fue que había que esperar lo que
se resolviera para todo el sector y después se verían los
reclamos en la misma.
Una vez concluida la negociación del
Estado, los trabajadores volvieron a presentar sus reclamos,
en este caso la respuesta fue que ya se había logrado un
acuerdo en todo el Estado y no estaban en condiciones de
conceder ningún aumento superior, sin tener en cuenta las
diferencias existentes entre la facturación de
Unilever
y las demás empresas de la región.
Cuando los trabajadores iniciaron sus
movilizaciones de protesta la empresa recurrió a la policía
militar y a las presiones de los gerentes para intentar
debilitar al sindicato. Éste, por su parte, hizo una
denuncia ante la justicia en la que señala que: “cerca de 20
móviles y 60 policías fueron convocados por la dirección de
la empresa y en actitudes amenazadoras exhibían armas
largas, escudos, bolsas de municiones, bombas de “efecto
moral”, palos, revólveres en la cintura y una cámara con la
que filmaban a todos los manifestantes”.
Varios supervisores y personal de
dirección entraron a los ómnibus que llevaban al personal
hasta la planta para “recomendarles” que no permaneciesen en
la asamblea. A la vez trabajadores de administración y de
otros sectores eran desplazados para continuar con la
producción. En la mañana del 19 de diciembre se realizó un
acto público de protesta contra esa situación de violencia
que contó con la presencia de cerca de 300 dirigentes
sindicales de diversas categorías profesionales de varias
ciudades, de militantes de movimientos sociales y populares,
de centrales sindicales y de parlamentarios.
El acto se inició a las 5, hora de entrada
del primer turno. Para evitar que sus trabajadores
participasen, la dirección de la multinacional orientó a los
conductores de los ómnibus a que pasasen por los puntos en
los cuales aguardan todos los días y les avisaran que ese
día no trabajarían, que podrían volver a sus casas. Y como
para
Unilever
reunión de trabajadores es un "caso para la policía", ya que
estos no irían para la fábrica la Policía Militar también
fue "dispensada".
Ante la negativa de la empresa a negociar
y las presiones para lograr la desafiliación del sindicato,
los trabajadores decidieron modificar su estrategia y crear
un Comité de Empresa que relevara todas las dificultades
existentes en la planta e hiciera llegar las
reivindicaciones a la gerencia.
Sirel
consultó a Ederson de Castro, trabajador de la planta de
Vinhedo y dirigente del Sindicato de Químicos Unificados
quien manifestó que “la empresa no quiere reconocer a la
Comisión de Fábrica, porque ya existe el Sindicato. Pero
como tampoco negocian con el Sindicato...Lo importante de
este proceso, más allá de que no se consiguió lo que se
estaba reclamando y que la justicia aún no se expidió, es
que los trabajadores han defendido su organización y han
rechazado las presiones para desorganizarse. La creación de
la Comisión de Fábrica reactivó la militancia y son muchos
los trabajadores que se están reincorporando a la lucha y
haciendo llegar los reclamos de su sector”.