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 Wal-Mart no debe entrar a Panamá

Wal-Mart no es un negocio, es una enfermedad económica. Esto es, de manera muy resumida, su verdadero rostro. Ni el gobierno nacional ni los industriales y los comerciantes panameños, ni el pueblo deben someterse a este monstruo económico enfermo de poder.


Hace unos días, La Prensa publicó que Estados Unidos quiere que Panamá permita la entrada al mercado panameño de la empresa multinacional Wal-Mart.

Para la mayoría, el nombre de Wal-Mart es sinónimo de cadenas de tiendas por departamento, venta de artículos al por menor a precios bajísimos, de suerte que parecería una ocasión para celebrar la entrada de dicha corporación a los mercados locales. Sin embargo, no podemos, ni debemos perder de vista el rostro oculto y nefasto de esta gigantesca multinacional .

Wal-Mart tiene tanto o más poder que un Estado. Su facturación anual ronda los 256 mil millones de dólares, equivalentes al producto interno bruto de Arabia Saudita. Actualmente vende el 19% de los productos alimenticios en Estados Unidos, controla el 16% de las ventas de farmacia y similares y planea incrementar dichas ventas al 25% para el 2008, lo que la convertiría en la farmacia más grande de ese país.

Maneja el 30% de las acciones de empresas fabricantes de productos de higiene y belleza, entre otros y vende entre el 15% y 20% de todos los CDs, DVDs y videos en Estados Unidos. En el año 2007, Wal-Mart tendrá el control de más de un tercio de las ventas en el sector de la industria alimenticia, y de un cuarto de las ventas del sector farmacéutico de Estados Unidos. Posee entre el 20% y 30% de las acciones en las compañías Dial, Del Monte Foods, Clorox, Revlon y posee más de un quinto del negocio de Procter &Gamble, Levi Strauss y Newell Rubbermaid. Por otro lado, Wal-Mart controla el 10% de toda la importación estadounidense proveniente de China.

En la edición del 26 de septiembre de 2003, el Irish Independent publicó que si Wal-Mart fuese un país, estaría por delante de Gran Bretaña y de Rusia en el total de las importaciones. En el aspecto laboral, Wal-Mart es una multinacional que explota a sus trabajadores y mantiene una postura discriminatoria hacia las mujeres. Existen más de ocho mil denuncias pendientes en Estados Unidos por parte de sus ex empleados. Wal-Mart usa su poder para atacar y debilitar la fuerza laboral de su personal. Milita frontalmente contra los sindicatos y las asociaciones que protegen a los trabajadores. Nunca contrata personal que haya tenido lazos sindicales en puestos anteriores.

Como consecuencia, los trabajadores de Wal- Mart ganan menos del salario mínimo establecido. En ocasiones, le exige a su personal que trabaje horas extras, pero no le permite marcar esas horas en sus tarjetas, por lo cual no pueden probar sus derechos a la hora de hacer las denuncias. En las cortes de 36 estados de Estados Unidos hay demandas específicas en este aspecto. Empresas como Newell Rubbermaid así lo han hecho, al igual que General Electric, Masterlock, Levi Strauss, Dial Soap y otro centenar más. Esto ha dado como resultado un desempleo masivo en Estados Unidos, debido al despido de cientos de miles de trabajadores.

Como bien titularon Richard Freeman y Arthur Ticknor un artículo redactado en el Executive Intelligence Review, Wal-Mart no es un negocio, es una enfermedad económica. Esto es, de manera muy resumida, su verdadero rostro. Ni el gobierno nacional ni los industriales y los comerciantes panameños, ni el pueblo deben someterse a este monstruo económico enfermo de poder. Panamá no lo necesita. No le abran las puertas a Wal-Mart.


Viviane Nathan
ecoportal.net

1 de abril de 2005


 

 

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