Represión e inversión,
la dupla de Wal Mart en Argentina
Mientras anuncia millonarias inversiones para
expandir su base comercial en el país, la dirección
de la filial argentina de la trasnacional del
supermercadismo Wal Mart “depura” su personal
y contrata a represores vinculados a la última
dictadura militar.
A
mediados de este mes de julio directivos de la firma
fueron convocados al parlamento argentino para dar
explicaciones sobre una serie de despidos de
dirigentes gremiales producidos en las últimas
semanas.
Los
sindicalistas, que forman parte de la comisión
interna de la sucursal Wal Mart de la
localidad de Avellaneda, en las inmediaciones de
Buenos Aires, han denunciado reiteradamente la
“política antisindical de la empresa en Argentina,
similar a la que practican habitualmente en los
propios Estados Unidos y en casi todos los
países donde se ha instalado”.
“Cada vez que los trabajadores intentan organizarse
de manera autónoma, en organizaciones que no estén
bajo control de la empresa, son despedidos”,
agregaron.
Directivos de la compañía debieron comparecer en la
Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de
Diputados de Argentina. Antes tuvieron que aceptar
reunirse con los trabajadores sindicalizados por
iniciativa de la Delegación Avellaneda del
Ministerio de Trabajo, rompiendo una “tradición” de
la empresa de negarse a negociar con los sindicatos.
Un
proyecto de resolución presentado por cuatro
diputados cercanos al gobierno del presidente
Néstor Kirchner, y que todavía tiene a estudio
la Cámara, manifiesta “la preocupación (del
Parlamento) por la situación de desprotección
laboral y por las prácticas de persecución sindical
implementadas por la empresa Wal Mart Argentina”.
Los
legisladores denuncian igualmente la contratación
por la firma de “ex miembros de las Fuerzas Armadas
que participaron en la última dictadura cívico
militar” (1976-1983).
Entre ellos mencionan al ex oficial del Ejército
Alfredo Saint Jean, actual director general de
Seguridad de la empresa, que durante la dictadura se
desempeñó en zonas donde la represión alcanzó puntos
particularmente altos, como Tucumán, Bahía Blanca,
Azul o Tandil.
Wal Mart Argentina
es reincidente en este aspecto, ya que en 1998,
cuando un grupo de cajeras de la filial de la firma
en la ciudad de Córdoba denunció que habían sido
desnudadas debido a un presunto faltante de dinero,
quien operaba como jefe de la seguridad de la
compañía en ese hipermercado era otro militar que
había colaborado con uno de los más connotados jefes
de la represión, el general Luciano Benjamín
Menéndez.
También es cierto que Wal Mart está lejos de
ser la única cadena de supermercados que recurre a
la “mano de obra desocupada” de la dictadura para
tareas de vigilancia. Otro Saint Jean,
Alejandro Roberto, es responsable de seguridad
de la cadena Disco, mientras quien se encarga de la
vigilancia en los supermercados Norte y Carrefour
es la empresa Segar Seguridad, integrada por ex
represores.
Wal Mart Argentina
contrató a su vez a Buston Mastellers como
responsable de la “imagen” corporativa de la firma.
Mastellers fue quien inventó, en 1978, un
eslogan al que las juntas militares argentinas
recurrieron a menudo para intentar contrarrestar las
campañas de denuncias que por aquellos años se
realizaban en el exilio: “los argentinos somos
derechos y humanos”.
“El
modelo represivo que pone en práctica Wal Mart
cierra por todos lados”, dice Gustavo
Córdoba, un sindicalista de 31 años de la filial
de Avellaneda que fue despedido en dos ocasiones por
la empresa, la primera en agosto de 2006 y la
segunda en marzo pasado.
“En
Wal Mart no sólo pagan pésimos salarios y las
condiciones de trabajo son más que precarias, no
sólo despiden a quienes intentan formar un sindicato
independiente sino que hay una falta total de
respeto por los empleados. Por ejemplo, nos hacen
cantar el himno de la empresa, un acto denigrante,
un vejamen, que se acompaña de otras agresiones
culturales”, señaló.
En
declaraciones al diario Página 12, que en los
últimos meses publicó dos documentados informes
sobre la situación laboral en la trasnacional
estadounidense, el gremialista apuntó que los
trabajadores de Wal Mart, al igual que los de
otras empresas de origen estadounidense, como Mac
Donald‘s o Burger King, sufren “una
constante contaminación lingüística. Por eso es que
pedimos que estas compañías trasladen los términos
de habla extranjera al español y que se dicte una
ley para ello”, dijo.
Pero en Wal Mart formular esas
reivindicaciones, como otras, “es romper un molde.
La empresa está acostumbrada a delegados serviles,
en estado vegetativo, que se ocupan de cualquier
cosa menos garantizar los derechos del trabajador. Y
cuando se rompe ese molde vienen los despidos, las
persecuciones”, dijo Córdoba. “Wal Mart
es responsable de violar la ley antidiscriminatoria
argentina y el Convenio 98 de la Organización
Internacional del Trabajo”, aseguró.
Un
informe del Centro de Estudios de Investigaciones
Laborales citado por Página 12 corrobora las
denuncias sindicales.
Según la autora del estudio, la socióloga Paula
Abal Medina, “La cultura antisindical del Wal
Mart se ve bendecida y potenciada por la
contratación para su nivel gerencial de mano de obra
proveniente de las fuerzas armadas, con toda la
carga nefasta que eso implica para la memoria de los
militantes sindicales teniendo en cuenta la historia
reciente argentina”.
El
informe brinda detalles de la persecución a que los
directivos de la firma someten a los gremialistas y
su recurso a representaciones “amarillas”.
“Generalmente los sindicatos han sido funcionales a
los intereses de la empresa”, al tiempo que en la
mayor parte de los supermercados de la cadena en
Argentina no existe representación laboral
alguna, como es habitual en la mayor parte de la
decena de países en que dispone de filiales, subraya
Abal Medina.
La
política antisindical de la trasnacional asume
también aspectos más sutiles. Uno de ellos, dice la
socióloga, “es el destierro de la alteridad,
evitando, a partir del ejercicio de una
multiplicidad de prácticas ínfimas y cotidianas en
los lugares de trabajo, que los trabajadores
perciban a la empresa como un alter, como un actor
con intereses divergentes, antagónicos a los del
colectivo de trabajadores. El trabajador modelo de
Wal Mart es aquel que, despojado de una
concepción del mundo como campo de fuerzas, sea
capaz de ‘entregarse’ a la reiterada metáfora
empresaria de la ‘gran familia’”.
De
ahí el recurso permanente al concepto de “asociado”
para referirse “al integrante de la empresa, desde
el director general hasta el trabajador eventual
contratado por una agencia”, precisa por su lado
Página 12.
Abal Medina,
informa el diario, tuvo acceso a un manual
confidencial para ejecutivos en el que se establecen
medidas precautorias para no contratar personas que
puedan tener inclinaciones sindicales.
La
organización humanitaria Human Rights Watch
ya había denunciado la existencia de instructivos
similares en Estados Unidos, como una llamada
“Caja de Herramientas Generales” en la que se
enseñaba a los cuadros gerenciales cómo hacer para
“permanecer libres de sindicatos en el caso de que
los representantes sindicales elijan su
establecimiento como próximo blanco”.
Hernán Carboni,
gerente de Relaciones Institucionales de Wal Mart,
negó a Página 12 que su empresa practique una
“política antisindical”, pero Gustavo Córdoba
recordó que sólo en la sucursal Avellaneda ya ha
habido, desde marzo de 2006, diez despidos por
causas gremiales.
Así
las cosas, y mientras debe enfrentarse por primera
vez abiertamente a una resistencia sindical, la
dirección de la empresa tiene planes para aumentar
su presencia en Argentina.
La
cadena, que hoy cuenta con 15 supermercados en
diferentes provincias y emplea a más de 5.600
personas, proyecta invertir a corto plazo unos 450
millones de dólares en nuevas tiendas, según informó
el suplemento “Empresas y Negocios” del diario
Clarín el domingo 15 de julio.
Wal Mart
desembarcó en Argentina en 1995 y hoy
controla 6 por ciento del mercado de supermercados,
lejos todavía del líder Carrefour, que domina
casi la tercera parte. La trasnacional de origen
estadounidense, que para 2007 prevé una facturación
superior a los 1.700 millones de pesos argentinos
(algo menos de 600 millones de dólares), acaba de
adquirir tres sucursales de la cadena Auchan.
Como sus competidoras, Wal Mart estima que en
2008 habrá en Argentina una fuerte
recuperación del sector, como consecuencia del mayor
consumo que se registra en el país, sobre todo de
parte de los sectores medios.
Los
nuevos locales de Wal Mart , como en general
los de las otras cadenas, serán más pequeños que los
actuales, pero la modalidad de contrato de su
personal no variará sustancialmente.
De
acuerdo al informe publicado en Página 12, la
mayoría de los empleados argentinos de Wal
Mart son jóvenes y muchos de ellos son
contratados a través de agencias o tercerizados.
En Montevideo,
Daniel Gatti
© Rel-UITA
27 de julio de 2007 |
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