Un pequeño grupo de empleadas de Wal-Mart
demandó hace 10 años al gigante minorista
estadounidense por presunta discriminación
sexual en el trabajo, una demanda que
actualmente está analizando el Tribunal Supremo
de ese país y que podría suponer para la
compañía una indemnización valorada en más de
mil millones de dólares.
Las trabajadoras acusan a la compañía de pagar menos a las
mujeres en comparación con los hombres y de
obstaculizar su promoción y ascenso en el
trabajo. Así, a la demanda inicial de las
empleadas de una de las tiendas de Pittsburg
(California) -lideradas por Betty Dukes-
se fueron sumando las de otras, por lo que
Wal-Mart se podría enfrentar a la mayor
demanda popular interpuesta por discriminación
sexual de la historia, a la que podrían acogerse
un millón y medio de empleadas de la última
década.
La semana pasada, los abogados de las empleadas presentaron
sus argumentos ante el Tribunal Supremo
estadounidense con el objetivo de que la corte
admita a trámite la demanda, en medio de una
multitud reunida a las puertas de los juzgados
que reclamaba igualdad de trato para las
mujeres.
A la salida de la vista, una de las demandantes, Chris
Kwapnoski, se mostró confiada en que el caso
"no se va a perder". Por el contrario, el
conservador Justice Anthony Kennedy, ha
mostrado sus dudas sobre la ilegalidad de las
prácticas de Wal-Mart. En este sentido,
ha calificado de "incoherentes" los argumentos
de las demandantes.
La decisión final del Tribunal Supremo no se hará pública
hasta finales de junio y podría cambiar el
paisaje legal de las relaciones laborales,
además de abrir las puertas a otros pleitos de
acción colectiva (denominados 'class-action suit').
En caso de perder el juicio, los analistas
financieros han indicado que la compañía podría
asumir este desembolso sin que repercuta en sus
ganancias.
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