Atahualpa Yupanqui

 

"Un payador de indios y mestizos"

Guillermo Chifflet

 

 

 

El pasado 31 de enero se cumplieron 100 años del nacimiento

de Atahualpa Yupanqui, excepcional poeta y cantor argentino que se identificó con indoamérica, con el paisanaje y su cultura, y la sembró a los cuatro vientos.
 

Su obra le ha consagrado como una de las grandes voces de “nuestra América”.

Valiosa por su belleza y por su compromiso:

 

Cantor que canta a los pobres

ni muerto se ha de callar

Pues ande vaya a parar

el canto de ese cristiano

no ha de faltar el paisano

que lo haga resucitar

 

Yupanqui conoció y denunció la realidad social que padeció:

 

Tal vez otro habrá rodao

tanto como he rodao yo

y le juro, creameló

que he visto tanta pobreza

que yo pensé con tristeza

Dios por aquí no pasó

 

Frente a la política advirtió, con sentido hondo de clase:

 

En el trance de elegir

que mire el hombre pa’adentro,

ande se hacen los encuentros

de pensares y sentires

Después, que tire ande tire

con la concencia por centro

 

Hay diferentes montones,

unos grandes y otros chicos.

Si va p’al montón del rico

el pobre que piense poco,

detrás de los equivocos

se vienen los perjudicos

 

En alguno de sus libros (“Cerro Bayo”) escribió que esas páginas no aspiraban a constituir una novela. El lugar y los paisajes son auténticos, aunque cambió, confiesa,  algunos nombres. Pero el detalle de los amaneceres, los ocasos y las noches, las fiestas, los dolores  y pesares de los hijos de la sierra, todo responde a la verdad de la vida.

 

Recorriendo América, en especial las cumbres del norte argentino, aprendió a conocer y querer a los mestizos e indios que pueblan la inmensidad andina y se identificó con ellos:

 

Yo soy la cordillera y el río y el guanaco

Yo soy la tierra y el pajonal de oro

Y el maíz prodigioso y el cebadal azul

 

¿Has visto tu algo más poderoso que mi gran esperanza?

¿Conoces tu algo más grande que mi silencio?

 

A esa gente agradeció las mejores horas de su vida y el tono más alto de su emoción de artista criollo.

 

Yupanqui, admirado más allá de fronteras como uno de los símbolos de indoamérica, habla y expresa, hasta en la referencia a los silencios indios, una realidad  que conoció y cantó, y que es natural expresión de nuestras tierras.

 

Una canción sale fácil

cuando uno quiere cantar

Cuestión de ver y pensar

sobre las cosas del mundo.

Si el río es ancho y profundo

cruza el que sabe nadar

 

Como enseñó Emilio Frugoni, fundador de la izquierda en Uruguay, lo que distingue a los hombres en el canto es la sensibilidad, como la opinión los distingue en política .Sin embargo, agregó, también en política las diferencias son cuestión de sensibilidad; las clases sociales y los partidos se enfrentan con  ideas que nacen en la respectiva sensibilidad colectiva.

 

Mirar el mundo con objetividad permite comprobar la concentración de la riqueza y paralelamente, la multiplicación de la pobreza. Yupanqui sufrió esa realidad y se rebeló contra ella en su poesía:

 

El trabajo es cosa buena

es lo mejor de la vida;

pero la vida es perdida

trabajando en campo ajeno.

Uno trabaja de trueno

y es pa’ otros la llovida

 

Cantó, además, sus preferencias sociales:

 

Aunque canto en todo rumbo

tengo un rumbo preferido.

Siempre canté estremecido

las penas del paisanaje

la explotación y el ultraje

de mis hermanos queridos

 

Cada una de sus creaciones -poesía y verdad- se orienta hacia los rumbos (sueños y silencios) de los paisanos de nuestra América que forjan, en el trabajo diario, la abundancia ajena.

  

 

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

15 de febrero de 2008

 

 

 

 

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