El pasado 31 de
enero se cumplieron 100 años del nacimiento
de Atahualpa Yupanqui,
excepcional poeta y cantor argentino que se
identificó con indoamérica, con el paisanaje y
su cultura, y la sembró a los cuatro vientos.
Su obra le ha consagrado como una de las grandes voces de
“nuestra América”.
Valiosa por su belleza
y por su compromiso:
Cantor que canta a los pobres
ni muerto se ha de callar
Pues ande vaya a parar
el canto de ese cristiano
no ha de faltar el paisano
que lo haga resucitar
Yupanqui conoció y denunció la realidad social que padeció:
Tal vez otro habrá rodao
tanto como he rodao yo
y le juro, creameló
que he visto tanta pobreza
que yo pensé con tristeza
Dios por aquí no pasó
Frente a la política advirtió, con sentido hondo de clase:
En el trance de elegir
que mire el hombre pa’adentro,
ande se hacen los encuentros
de pensares y sentires
Después, que tire ande tire
con la concencia por centro
Hay diferentes montones,
unos grandes y otros chicos.
Si va p’al montón del rico
el pobre que piense poco,
detrás de los equivocos
se vienen los perjudicos
En alguno de sus libros (“Cerro Bayo”) escribió que esas
páginas no aspiraban a constituir una novela. El
lugar y los paisajes son auténticos, aunque
cambió, confiesa, algunos nombres. Pero el
detalle de los amaneceres, los ocasos y las
noches, las fiestas, los dolores y pesares de
los hijos de la sierra, todo responde a la
verdad de la vida.
Recorriendo América, en especial las cumbres del norte
argentino, aprendió a conocer y querer a los
mestizos e indios que pueblan la inmensidad
andina y se identificó con ellos:
Yo soy la cordillera y el río y el guanaco
Yo soy la tierra y el pajonal de oro
Y el maíz prodigioso y el cebadal azul
¿Has visto tu algo más poderoso que mi gran
esperanza?
¿Conoces tu algo más grande que mi silencio?
A esa gente agradeció las mejores horas de su vida y el tono
más alto de su emoción de artista criollo.
Yupanqui,
admirado más allá de fronteras como uno de los
símbolos de indoamérica, habla y expresa, hasta
en la referencia a los silencios indios, una
realidad que conoció y cantó, y que es natural
expresión de nuestras tierras.
Una canción sale fácil
cuando uno quiere cantar
Cuestión de ver y pensar
sobre las cosas del mundo.
Si el río es ancho y profundo
cruza el que sabe nadar
Como enseñó Emilio Frugoni, fundador de la izquierda
en Uruguay, lo que distingue a los
hombres en el canto es la sensibilidad, como la
opinión los distingue en política .Sin embargo,
agregó, también en política las diferencias son
cuestión de sensibilidad; las clases sociales y
los partidos se enfrentan con ideas que nacen
en la respectiva sensibilidad colectiva.
Mirar el mundo con objetividad permite comprobar la
concentración de la riqueza y paralelamente, la
multiplicación de la pobreza. Yupanqui
sufrió esa realidad y se rebeló contra ella en
su poesía:
El trabajo es cosa buena
es lo mejor de la vida;
pero la vida es perdida
trabajando en campo ajeno.
Uno trabaja de trueno
y es pa’ otros la llovida
Cantó, además, sus preferencias sociales:
Aunque canto en todo rumbo
tengo un rumbo preferido.
Siempre canté estremecido
las penas del paisanaje
la explotación y el ultraje
de mis hermanos queridos
Cada una de sus creaciones -poesía y verdad- se orienta hacia
los rumbos (sueños y silencios) de los paisanos
de nuestra América que forjan, en el
trabajo diario, la abundancia ajena.
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