La venta de la
cervecera Quilmes a Brahma (grupo belga InBev) continúa generando
controversias a nivel judicial y en el Gobierno, pese a haber
trascurrido más de cuatro años desde el anuncio de la fusión. La
Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) les exigió a
las partes a fines de 2002 desprenderse de algunos activos para
aprobar la operación, pero la empresa todavía no cumplió con los
requisitos amparada en la batalla legal que inició la competidora
alemana Isenbeck contra la fusión. En agosto, la Justicia le exigió
al gobierno que “precise –con suficiente fundamentación– el alcance
con el cual las denunciadas pueden actuar hasta tanto se cumpla con
la totalidad de las condiciones a las que se subordinó la
concentración”. Ese requisito agudizó la interna existente en el
Ministerio de Economía entre funcionarios cercanos a la ministra
Felisa Miceli y el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Los
primeros quieren ponerle límites a Quilmes hasta que cumpla con las
exigencias pautadas, pero Moreno, quien ya dictaminó a favor de la
empresa, rechaza esa postura.
En mayo de 2002, la familia Bemberg le vendió el 37,5 por ciento de
Quilmes a la compañía belga- brasileña AmBev,
propietaria de la marca Brahma, y acordó una opción
de venta futura por el resto de las acciones de la empresa. La
operación de concentración fue notificada a la CNDC, organismo que
emitió un dictamen el 30 de diciembre de ese año condicionando la
aprobación de la fusión a una serie de desinversiones que debían
cumplir las partes para no restringir la competencia en el mercado.
La Comisión exigió la venta de las marcas Bieckert,
Palermo y Andes en el plazo de un
año a un tercero que no produjera cerveza en el país y tuviera
“recursos financieros suficientes y antecedentes necesarios para
participar como competidor efectivo”.
La cervecera Isenbeck cuestionó ante la Justicia
que el comprador de las firmas tuviera que ser una empresa ajena al
mercado cervecero local, pues ellos querían adquirir las marcas que
Quilmes debía vender. La apelación dejó en suspenso
el plazo exigido para la venta de los activos hasta que en marzo de
este año la Corte Suprema de la Nación rechazó el reclamo.
Sin embargo, durante ese lapso Isenbeck denunció
ante la Justicia y la CNDC que Quilmes y
Brahma se fusionaron de hecho adquiriendo de “manera
ilícita una posición dominante en el mercado”, pues la operación
todavía no estaba aprobada. Ambas empresas reconocieron estar
operando conjuntamente y aseguraron que la condición impuesta por la
comisión no les prohibía hacerlo. Según ellos, sólo estarían en
infracción en caso de no cumplir con la exigencia de desinversión
impuesta, pero argumentaron que todavía tenían tiempo para vender
las marcas exigidas porque la medida había quedado en suspenso a
raíz, justamente, del cuestionamiento formulado por Isenbeck.
En 2005, la ex Secretaría de Coordinación Técnica, comandada
entonces por el lavagnista Leonardo Macdur, pareció poner fin a la
disputa al aceptar las explicaciones de los protagonistas de la
fusión.
No obstante, en abril de este año el conflicto resurgió cuando
AmBev (ahora denominada InBev a
raíz de una fusión entre AmBev y Interbrew
concretada en 2004) anunció que haría uso de la opción de
compra por el 34,4 por ciento restante de Quilmes,
todavía en poder de la familia Bemberg. La operación suponía el pago
a los Bemberg de 1200 millones de dólares. Antes de desembolsar
semejante cantidad de dinero, los belgas quisieron asegurarse de que
la compra de más acciones no fuera objetada por las autoridades de
defensa de la competencia. Por lo tanto, solicitaron a la CNDC que
se los exima de notificar la operación argumentando que la fusión ya
había sido analizada y aprobada, aunque con condiciones, en
diciembre de 2002, y la presente opción de compra no modificaría el
impacto en el mercado que se analizó entonces.
En respuesta, el 21 de junio de este año la CNDC emitió una “Opinión
Consultiva Confidencial” a través de la cual expresó que no estaba
en condiciones de definir si le correspondía analizar la segunda
etapa de la fusión, pues Quilmes todavía no habían
cumplido con la exigencia fijada para la primera etapa, consistente
en vender parte de sus activos. Esa respuesta, aprobada por una
mayoría compuesta por el presidente de la CNDC, José Sbattella, y
dos vocales, hizo que los belgas congelaran el pago de los 1200
millones de dólares a los Bemberg.
En ese momento entró en escena el secretario de Comercio Interior,
Guillermo Moreno, quien se propuso absorber las facultades de la
CNDC. Para ello le solicitó al procurador del Tesoro, Osvaldo
Guglielmino, que avalara su posición. La respuesta de Guglielmino
llegó a fines de julio a través de un dictamen en el que se reconoce
la autoridad de Moreno en materia de defensa de la competencia. Con
ese respaldo, Moreno emitió la resolución 26/2006 estableciendo que
debe ser la secretaría que él conduce, y no la CNDC, la encargada de
decidir si una operación de concentración económica debe ser
analizada para ver si atenta contra la competencia.
Moreno estrenó sus nuevas facultades en el caso Quilmes,
cuando desconoció la opinión de la mayoría de la CNDC y, haciéndose
eco de la postura del vocal Mauricio Butera, que votó en minoría,
decidió que la segunda etapa de la fusión no debía someterse al
proceso de aprobación. Esa decisión, tomada a espaldas de la
ministra Felisa Miceli, agudizó la interna al interior de Economía y
le permitió a la familia Bemberg cobrar los 1200 millones de dólares
que estaban pendientes, pese a que el Estado no tenía ningún apuro
para decidir sobre el tema, sobre todo si se toma en cuenta que
Quilmes todavía no vendió los activos que
condicionan la aprobación de la fusión. Desde ese momento, la
relación de Moreno con José Sbattella y con el subsecretario de
defensa del Consumidor, José Luis López, ambos cercanos a Miceli, se
hizo cada vez más difícil.
Fuentes del Gobierno señalaron a Página/12 que
Moreno defendió su decisión argumentando que, a cambio de esa
medida, los dueños de Quilmes se comprometieron a
mantener congelados los precios de las bebidas que fabrican
(cerveza, gaseosa y agua mineral) durante lo que queda de este año y
2007. No obstante, una alta fuente del Ministerio de Economía
observó a este diario que los principales beneficiarios no fueron
los consumidores de bebidas sino la familia Bemberg, que gracias a
la decisión de Moreno pudo cobrar los 1200 millones de dólares.
La posición fijada por el secretario de Comercio Interior no fue
compartida por la Justicia, pues el pasado 24 de agosto la Sala II
de la Cámara Nacional Federal en lo Civil y Comercial resolvió dejar
sin efecto la resolución firmada por Leonardo Macdur en octubre del
año pasado, a través de la cual se desestimó la denuncia de
Isenbeck y se autorizó a Quilmes e
InBev a seguir operando en conjunto pese a no estar
aprobada la fusión. El fallo de la cámara le exige también a la
“autoridad de aplicación” que dicte una medida donde “se precise
–con suficiente fundamentación– el alcance con el cual las
denunciadas pueden actuar hasta tanto se cumpla con la totalidad de
las condiciones a las que se subordinó la concentración”. Los
miembros de la CNDC se reunieron la semana pasada para comenzar a
analizar el tema, pero existe la posibilidad de que Moreno decida
resolver en favor de Quilmes pasando por encima de
la comisión, tal como ha venido haciendo en los últimos meses.
Mientras el Gobierno termina de definir su posición frente a la
fusión, Quilmes continúa beneficiándose con la
posición dominante que adquirió en el mercado a partir de 2002, sin
haber tenido ni siquiera que vender los activos exigidos ya que las
disputas judiciales dejaron en suspenso esa obligación hasta que en
marzo la Corte confirmó la decisión de la CNDC y puso como fecha
límite el mes de noviembre para que la empresa se desprenda de los
activos señalados. Si no cumple, la fusión quedaría sin efecto,
aunque el Gobierno podría obligar a Quilmes y
Brahma a volver a operar por separado antes de que
ello ocurra.
Por Fernando Krakowiak
Publicado en Página/12
12 de setiembre de 2006