Hoy la ciudad de
Lovaina, en Bélgica, fue escenario de una multitudinaria manifestación
convocada por los trabajadores de InBev en protesta por los despidos masivos
y el cierre de plantas en el marco de la reestructura anunciada por la
transnacional en ese país. La solidaridad internacional la acompañará desde
todo el planeta.
InBev
es la cervecera más grande del mundo, resultado de la fusión entre la
brasileña AmBev y la belga Interbrew. En la actualidad,
InBev emplea en Bélgica a unas 3.000 personas. Poco después de la
fusión, el desembarco en la empresa de gerentes brasileños fue el presagio
de que AmBev aportaría su “know how” en materia de gestión de
personal y metodología de la organización productiva. Según Siderlei de
Oliveira, presidente de la Confederación de los Trabajadores de la
Alimentación de Brasil (CONTAC), “InBev decidió reproducir en el
mundo entero la estrategia estrenada en Brasil en 1999. Ese año, las dos
grandes cerveceras locales, Brahma y Antárctica, se fusionaron dando origen
a AmBev. Desde entonces, esta compañía ha desconocido
sistemáticamente los acuerdos nacionales con los trabajadores para
establecer otros acuerdos de tipo regional con sindicatos débiles. La mitad
de las fábricas fue cerrada y 10 mil trabajadores fueron despedidos, esto
es, 43% de la fuerza de trabajo...”
Esta política “salvaje” de
despidos y cierres de plantas, se combina con un sistema de trabajo interno
según el cual fabricar cerveza es una guerra y cada trabajador es un soldado
que debe dedicar cuerpo y alma en cada batalla. Cada semana, cada día, cada
hora, cada gesto es analizado por los responsables de sector en reuniones
con los operarios en las cuales quienes no se acercan a “los objetivos” son
culpabilizados del fracaso del grupo. Esto implica la pérdida de primas y
bonos para todos. Así, y aplicando este sistema a escala de toda la fábrica,
y de todas las fábricas, AmBev logró reducir sus costos a tal punto
que el capital acumulado habilitó su expansión continental, primero, y luego
global.
La política “salvaje” de despidos y cierres de plantas, se
combina con un sistema de trabajo interno según el cual fabricar
cerveza es una guerra y cada trabajador es un soldado que debe
dedicar cuerpo y alma en cada batalla. |
InBev
es el resultado de ese proceso, y los trabajadores y trabajadoras de la
empresa empiezan a sentir los primeros efectos de la “política salvaje” de
AmBev. De Oliveira describe lo que se vivió en su país: “A nivel de
mercado la estrategia es siempre la misma, tiene un solo objetivo: el lucro.
Para eso debe asegurarse una posición dominante y adquirir a la mayor parte
de la competencia. Primero las más antiguas, poco importa si tienen 600
años; el romanticismo no tiene lugar en esta empresa. A continuación, si en
una región subsisten varias fábricas, sobrevivirá sólo la más grande
mientras las demás, aunque sean más modernas, serán cerradas.
Finalmente, las marcas que
antes competían salen de la misma fábrica. En el sur de Brasil queda sólo
una planta de las cinco que había en 1999. ¡Y los beneficios no cesan de
aumentar!”.
En noviembre de 2005 la
UITA organizó un taller en la ciudad brasileña de Sao Palo al que llamó:
“InBev. Mucha espuma y poco empleo”. Asistieron delegaciones de varios
países como Alemania, Argentina, Bélgica, Canadá, Croacia, Guatemala,
Montenegro, Rusia, Ucrania y Uruguay. En esa ocasión, todos los sindicatos
brasileños de las diversas plantas de la transnacional decidieron conformar
un Comité Sindical Nacional de Trabajadores de AmBev, al tiempo que,
con el acompañamiento de la UITA, se integró una coordinación internacional
junto a los trabajadores de InBev a nivel mundial, en el entendido de
que la información constante en “tiempo real” es una herramienta esencial en
el actual momento de la lucha de los trabajadores cerveceros del mundo.
Para Bart Vannetelbosch,
responsable del Servicio de Estudios de la Central Cristiana de la
Alimentación y de Servicios (CCAS-CSC) de Bélgica organización que nuclea a
los trabajadores de InBev de ese país, “Con la manifestación nos
proponemos emitir una comunicación más clara hacia la sociedad sobre los
planes que tiene la gerencia de InBev a largo plazo, y también
difundir la intención de acordar un convenio colectivo a nivel de toda
Europa, a lo cual la empresa se niega”. Por eso la jornada de hoy en Lovaina
adquiere una enorme significación, que fue acompañada y apoyada por todos
los trabajadores y trabajadoras del sector en el mundo entero.
Carlos Amorín
Con información de La
Libre Bélgique
(24/02/2006) y fuentes
propias.
28 de marzo de 2006