Argentina
La gran estafa
de un todopoderoso
La transnacional Bunge es una de
las más importantes de América del
sector cerealero. El fisco
argentino la persigue por una
multimillonaria evasión y por
estafa a productores agrícolas.
La firma, que produce y exporta
harinas, aceites y cereales,
habría evadido unos 1.200
millones de pesos argentinos
(aproximadamente 300 millones de
dólares) entre 2007 y 2009, en
parte gracias a una
triangulación que realizaba a
través de una filial que opera
en una zona franca ubicada en
Uruguay.
Unos 500 agentes fiscales
argentinos desembarcaron en la
primera semana de este mes de
octubre en diferentes locales de
la transnacional para intentar
probar el desfalco, que Bunge
niega.
La AFIP, el organismo
recaudador argentino, investiga
también a la empresa por haber
deducido a los productores
agropecuarios retenciones
impositivas que después no
habría revertido al fisco.
Además de Bunge, que es
la principal exportadora
nacional y una de las primeras
del mundo de soja (en
Argentina la casi totalidad
de la soja es transgénica),
otras tres productoras de granos
y cereales habrían evadido
impuestos. Entre las cuatro
facturaron el año pasado, por
sus ventas en el mercado interno
y externo, más de 13.200
millones de pesos argentinos,
unos 3.300 millones de dólares.
Sólo Bunge facturó por
8.000 millones de pesos (2.000
millones de dólares).
La AFIP sostiene que la
mayor parte de las exportaciones
de la trasnacional se efectuaban
a partir de una filial ubicada
en Montevideo, en una zona libre
de impuestos, a la cual la casa
madre argentina le “vendía” las
mercaderías. El valor de esas
operaciones estaba notoriamente
alterado. La sucursal uruguaya
apenas emplea a 10 personas y en
los papeles sólo importa
camisas.
El organismo fiscal estima en
cambio que la filial uruguaya es
apenas una pantalla y que las
exportaciones se realizan
directamente desde Argentina.
La AFIP está investigando
evasiones similares en otros
sectores industriales, en
particular el automotor y el de
fabricación de aluminio. Las
seis empresas en las que está
concentrada la mitad de la
fabricación de vehículos en
Argentina no habrían pagado
impuestos a las ganancias en
2009.
Bunge es un
grupo económico íntimamente
ligado al poder político en
Argentina. Surgido a fines
del siglo XIX en Buenos Aires
como Bunge y
Born, fue, según la revista
de negocios Apertura, “un
holding que encarnó como nadie
el sueño argentino del ‘granero
del mundo’”.
“Para cualquier argentino
con más de 35 años, Bunge
y Born era uno de esos
nombres que pasan a formar parte
del listado de íconos culturales
nacionales”, apuntaba la
publicación.
A tal punto estaba imbricada
Bunge y Born con el poder
político y económico que en 1975
la organización armada peronista
Montoneros secuestró a dos de
sus principales dirigentes, los
hermanos Juan y Jorge
Born, en tanto
“representantes de lo más rancio
de la oligarquía argentina”. El
rescate pagado por su liberación
fue todo un récord mundial: 60
millones de dólares.
A principios de los años
noventa, durante la primera
administración de Carlos
Menem, encarnación si las
hay del neoliberalismo en esta
parte del mundo, funcionarios de
Bunge y Born diseñaron el
plan económico del gobierno.
Pero luego el grupo, que con los
años se había diversificado a
todo el sector alimenticio
(refrescos, galletería,
frigoríficos, congelados, yerba
mate) y transnacionalizado como
Bunge Internacional
Ltd, entró en crisis y
estuvo a punto de quebrar. En
1995 apenas vendía por 200
millones de dólares, 50 veces
menos que el promedio de la
década anterior.
Su renacimiento se produjo de la
mano de una reestructuración
completa, hasta de su nombre, al
incorporarse por entero a su
rama internacional y pasar a
llamarse simplemente Bunge.
Su centro de negocios actual
está en Brasil, su sede
en Nueva York, cotiza en la
bolsa de Wall Street y a sus
orígenes argentinos ni siquiera
el grupo en sus publicaciones
oficiales hace demasiada
referencia, escribía un
investigador de Apertura en
2005.
Por ese año Bunge ya
vendía por 25 mil millones de
dólares y había vuelto a
concentrarse en su nudo de
negocios original, el cerealero,
abandonando la industria
alimenticia. También había
vuelto a ser el primer
exportador argentino, relegando
a competidores directos como
Cargill y Dreyfus y a
la petrolera Repsol YPF.
|