Conflicto en Calvo
por
impago de bono salarial
La empresa niega el pago de un bono a sus
trabajadoras y lo sustituye por otro que es de la mitad de dinero y fue pactado
con un sindicato acusado de patronal
Por segundo año consecutivo, la empresa Calvo Conservas El
Salvador S.A. de C.V. niega a sus trabajadoras el pago de un bono
salarial de 150 dólares que venía entregando cada 14 de febrero desde el año
2005.
El pasado año, las protestas de las empleadas y la intervención del
Ministerio de Trabajo y Previsión Social (Mintrab) propiciaron que
finalmente lo pagara. Este año aun no se sabe qué pasará, aunque el criterio del
ministerio sigue siendo el mismo.
El Sindicato de Trabajadores de la Industria de Procesamiento de Alimentos
(SITIPA) y el Sindicato General de Trabajadores de la Industria
Pesquera y Actividades Conexas (SGTIPAC) denunciaron la situación
ante el Mintrab y los tribunales el pasado mes de enero, cuando fueron
informados de que no recibirían el suplemento salarial.
La empresa española Calvo estableció su negocio en El Salvador en
2003, en torno a la explotación del caladero de atún que puebla su costa. La
planta de procesamiento del producto se llevó al departamento de la Unión, una
de las zonas más deprimidas del país, un auténtico erial en lo referente al
tejido industrial.
Según la empresa, esa es la razón por la que comenzó a dar ese bono, con el
objetivo de atraer y fidelizar a la fuerza de trabajo.
Otras fuentes afirman que la razón fue que en 2004, tras una intoxicación masiva
con un producto químico, las empleadas intentaron organizarse para pedir cuentas
y la empresa respondió con despidos masivos. El bono habría aparecido como un
incentivo para ayudar a restablecer la plantilla.
Ahora la empresa ha decidido que ya no necesita dar esta prestación y la ha
suprimido unilateralmente, sustituyéndolo por otra bonificación asociada a la
asistencia al trabajo que fue negociada con el otro sindicato que tiene Calvo,
el Sindicato de Trabajadores de la Empresa Calvo Conservas El Salvador S.A.
de C.V. (STECCESSACV).
Éste es acusado por los otros dos de ser un sindicato patronal creado y
controlado por la Dirección de Recursos Humanos de Calvo, a imagen y
semejanza de otros sindicatos patronales que existen en el país, como el de la
empresa Diana.
Según estas fuentes, ese sindicato infla sus cifras de afiliados incluso con
trabajadoras que están afiliadas y son directivas de los otros dos, además de
con ex empleadas. Cifras ficticias que le darían la mayoría de la representación
y por lo tanto la exclusiva de la negociación colectiva con la empresa.
Calvo ha ofrecido crear una mesa de diálogo con la mediación del Mintrab,
aunque éste apoya a las trabajadoras en su petición de que antes de sentarse a
dialogar se solucione el tema del bono y la depuración de las listas de los tres
sindicatos.
El bono no es un regalo
La compañía Calvo es líder en el mercado de atún y mejillones en conserva
en el mercado español y el brasileño y está presente y bien posicionada en otros
mercados europeos y americanos.
En 2010 obtuvo 426 millones de euros (más de 550 millones de dólares) en
beneficios, según sus propias publicaciones. Ello supuso un aumento del 13 por
ciento en comparación con 2009, año en que había reportado un incremento del 9
por ciento en sus ganancias respecto al anterior.
La mayoría de las personas que trabajan en la planta de Calvo en El
Salvador son mujeres de escasos recursos que cobran un poco más del
sueldo mínimo, unos 220 dólares mensuales. El bono de 150 dólares, entregado el
día de comienzo de clases de sus hijos, les servía para pagar los gastos
escolares, entre otras cosas.
La directora de Recursos Humanos de Calvo, Marisol Salinas,
explica que la compañía tiene un problema serio, que es el nivel de ausentismo
laboral, que supera el 12 por ciento.
“El nivel de producción es complicado, porque (la empresa) cuenta con una
plataforma de gente y de repente hay 100 que no llegaron”, expone.
Por ello, en el último contrato colectivo, acordado con STECCESSACV, se
incluyó el objetivo de rebajar cada año al menos un dos por ciento ese nivel de
ausentismo, para lo cual se estipulaba que se repartirían 15.000 dólares entre
todos los empleados que cumplieran.
Dividido entre las más de 600 empleadas que alcanzaron el objetivo, ese
incentivo suponía menos de 25 dólares para cada una.
Salinas expone que “la compañía tiene que buscar los incentivos que mejoren la
vida de nuestros empleados, pero que estén enfocados en buscar la sostenibilidad
en el tiempo del negocio”.
El 13 de enero, la empresa notificó a las trabajadoras que no se había cumplido
el objetivo, por lo tanto no se iba a dar esa bonificación.
“Luego nos dicen que la empresa había tomado la decisión de darnos esa
bonificación por este año y que iban a aumentar 50 dólares más. O sea, que la
bonificación iba a ser de 75 dólares, pero que la bonificación del día del
empleado, que era el 14 de febrero ya no la iban a dar”, cuenta la secretaria
general de SITIPA, Marisela Rubio.
No obstante, según las representantes sindicales, ese bono por ausentismo es
distinto del otro de 150 dólares que se daba desde 2005. Por lo tanto, fomentar
la asistencia es correcto y premiarla con un bono también, pero no dejar por
ello de pagar el otro.
Así lo considera también el Ministerio de Trabajo, que aplica el criterio
basado en los artículos 24 y 30 de Código de Trabajo.
Según el artículo 24, en los contratos individuales de trabajo se entenderán
incluidos los derechos y obligaciones correspondientes emanados de las distintas
fuentes de derecho laboral, entre ellas, “los consagrados por la costumbre de
empresa”.
El artículo 30 del Código de Trabajo, en su numeral 10, prohíbe a los patronos
reducir directa o indirectamente los salarios que pagan, así como suprimir o
mermar las prestaciones sociales que suministran a sus trabajadores, salvo que
exista causa legal.
Para el Mintrab, esa causa legal podría ser una insolvencia que debe
estar demostrada. Como se vio, Calvo está muy lejos de la insolvencia.
“Nosotros pensamos que no hay discusión en el punto de vista legal. En el punto
de vista económico creemos que tampoco, la empresa está anunciando alzas en los
beneficios”, afirma Gilberto García, jefe de Proyectos del
Centro de Estudios y Apoyo Laboral (CEAL).
No obstante, Mónica Salinas afirma que el año pasado se firmó un
acta en el que tanto la empresa como los tres sindicatos quedaron de acuerdo en
que el bono de 150 dólares era una “mera liberalidad” patronal. Por ello,
Calvo considera que puede dejar de darlo cuando quiera.
Según el Mintrab, este es un error que suelen cometer con frecuencia los
patronos, que dan por hecho que pueden dejar de dar prestaciones porque ellos
decidieron libremente comenzar a darlas. Por el contrario, después de cierto
tiempo, esas prácticas adquieren obligatoriedad, porque se convierten en
costumbre de empresa.
No obstante, la legislación presenta un vacío porque no establece el tiempo que
debe pasar para considerar un práctica costumbre de empresa, por lo que el
ministerio debe estudiar cada caso en particular.
Según Gilberto García, el criterio es que tras dos años, una
práctica pasa a ser costumbre de empresa.
El sindicato patronal
Cuando en 2007 las trabajadoras de Calvo comenzaron a organizarse en
sindicatos, la empresa respondió despidiendo empleadas, intimidándolas con
personal de seguridad armado dentro de la planta e incluso pasando por el
polígrafo algunos de los dirigentes.
“A mí me pusieron el polígrafo, y me andaba detrás un vigilante con una
escopeta”, afirma Mariano Guerrero, directivo SGTIPAC.
Cuenta que con la excusa de que había sido saboteado un montacargas, “me
preguntaron si pertenecía a algún sindicato, si había personas que hablaban de
un sindicato. Ellos más que todo querían indagar quién eran las personas que
pertenecían a las organizaciones”.
Con esa información, dice Guerrero, “las personas que focalizaban que
andaban en los sindicatos las despedían. Tenemos muchas pruebas de muchos
trabajadores que estaban en nuestro sindicato que han sido despedidos. Nuestra
organización llegó a tener 250 afiliados y ahora como 35 tenemos. Los demás los
despidieron”.
Las demandas por despidos antisindicales comenzaron a llegar a distintas
instancias y, lo que es peor, a algunos medios de comunicación. La pretendida
imagen ejemplar de Calvo, en la que gasta tanto dinero y esfuerzo, estaba
en peligro.
Una de esas demandas, por nueve despidos en concreto, llegó a la Compañía
Española de Financiación al Desarrollo (Cofides), un fondo de capital
público y privado promovido por el gobierno de España que había prestado
a Calvo 53 millones de euros para montar su planta en El
Salvador.
Cofides establece que los beneficiarios de su financiación deben respetar
los derechos humanos y entre ellos los sindicales.
Ante los requerimientos que se le hacían por esos despidos, Calvo decidió
cancelar su préstamo con Cofides.
Sin embargo, viendo que despedir sindicalistas estaba saliendo caro a su imagen,
tanto en España como en El Salvador, la empresa se inclinó
por una estrategia diferente.
“Cuando vieron que el conflicto era muy grande, decidieron otra cosa, decidieron
formar un sindicato patronal”, explica Gilberto García de CEAL.
Según cuenta, “cuando vino esa decisión de formar el sindicato patronal,
básicamente se apoyaron en la empresa Diana (…). Llevan al personal de
Recursos Humanos y a algunos mandos medios, les dan una gira por Diana,
les muestran cómo funciona el sindicato patronal de Diana y deciden
clonar ese modelo en Calvo”.
Básicamente, el sindicato patronal funciona mediante la afiliación forzosa de
todos los nuevos empleados que contrata la empresa, e incluso de los que no son
nuevos, según describe García.
“Dentro de los dirigentes del sindicato estaba el planillero y les dijo, pasen
por aquí y pasen firmando. Se les iba a dar su recibo de pago, pero antes de
firmar su recibo de pago tenían que firmar la boleta de afiliación al sindicato
patronal”, explica.
Marisela Rubio también afirma que en las listas de este sindicato
están integradas trabajadoras que ya no están en la planta y otras que no son de
ese sindicato, sino de SITIPA.
El 7 octubre de 2010, SITIPA envió una demanda al Mintrab en la
que detallaba una lista de 18 trabajadoras, todas ellas afiliadas a ese
sindicato, algunas de ellas directivas, a las que STECCESSACV tenía en
sus listas y a las que cobraba la cuota sindical mensual, situación en la que
están cientos de trabajadoras más, según su denuncia.
Desde septiembre de 2009, por diversos problemas de producción y abastecimiento,
debidos a una veda de pesca impuesta por el gobierno, Calvo redujo la
plantilla en varios cientos de trabajadores, con el compromiso de readmitirlos
por sus méritos y sin ningún tipo de preferencia o discriminación.
Sin embargo, SITIPA denuncia en ese mismo escrito que la empresa
“únicamente está recontratando el personal afiliado de STECCECCACV”.
La directora de Recursos Humanos de Calvo, Marisol Salinas,
afirma que “yo he visto los reclutamientos últimos que se han dado y no he visto
esas situaciones”. Y agrega que aunque “este tipo de cosas siempre se prestan
para cualquier tipo de comentario”, cada empleada de Calvo “decide cuál
sindicato le convence más para velar por sus derechos”.
Según García, este sindicato aparece con listas de hasta 1.400 afiliados,
cuando en la planta trabajan alrededor de 800 personas. Con estas listas
infladas, el sindicato se asegura la mayoría de la representación, de modo que
negocia en exclusiva, y de la mano del patrón, el contrato colectivo.
Así ha ocurrido con los dos últimos. En el que está vigente, firmado en 2010,
sólo hay dos variaciones con respecto al anterior; la inclusión del bono ligado
a la reducción del ausentismo laboral y un aumento de la asignación de fondos de
la empresa a STECCESSACV.
El sindicato pasó de percibir 7.500 dólares anuales “para actividades
culturales, deportivas y asistenciales” a recibir más de 11.000 dólares.
Marisol Salinas explica este incremento en la asignación para el
sindicato porque “la compañía ha ido creciendo” y porque “las cosas no cuestan
económicamente lo que costaban hace tres años”.
También afirma que ese dinero es para realizar actividades para todos los
empleados, algo que niegan los representantes de SITIPA y SGTIPAC.
Más allá de asuntos pecuniarios, las trabajadoras creen que es urgente, ante
todo, depurar las listas de los tres sindicatos, porque en su opinión,
STECCESSAV no tiene la mayoría de los trabajadores, con lo que perdería la
exclusividad en la negociación de los convenios colectivos.
En ese asunto, el control que puede llevar el Mintrab es limitado, pues
es sencillo que todo aparezca como legal ante las autoridades. No obstante, la
depuración de las listas sí es un ámbito en el que se ha de poner manos a la
obra.
También en resolver sobre el bono de 150 dólares, pues las trabajadoras de
Calvo tienen derecho, de acuerdo a la legislación, a que su retribución no
se reduzca repentinamente.
Cuando se solucionen estos asuntos pendientes, el Mintrab mediará en una
mesa de diálogo entre patrón y representantes sindicales en la que éstos esperan
introducir otras reivindicaciones que tienen que ver con la seguridad, los
horarios y el equipamiento.