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Cargill: La feria de los horrores

 Cuando trabajar es jugarse el todo por el todo

 Desde hace más de un año la CONTAC viene desarrollando una campaña en Brasil contra las malas condiciones laborales en el sector avícola que enfoca la intensidad del ritmo de trabajo y la indiferencia hacia las normas de seguridad. En este caso, ambos extremos se juntaron para provocar un final trágico, desgraciadamente anunciado.

 

Todavía no se levantaba el sol en el horizonte y Marcos Antônio Pedro, de 29 años, ya iba rumbo a su trabajo, en el frigorífico Seara/Cargill de Sidrolândia, una pequeña ciudad en el interior del estado de Mato Grosso do Sul. En la modesta vivienda aún dormían su mujer y sus tres hijos pequeños.

 

Hacía algo más de dos años Marcos había abandonado su aldea, fue expulsado de su hábitat natural –como tantos otros indígenas- por el avance de la frontera agrícola sobre la floresta. Él y su mujer tenían la esperanza de que allí, en Sidrolândia, obtendrían los recursos para alimentar a sus hijos, cosa que ya no podían hacer en su lugar de origen.

 

¿Pero qué podía hacer un indígena en la ciudad, donde sus vastos y sofisticados conocimientos son despreciados o inútiles? Cuando lo llamaron del frigorífico hacía menos de un mes que se había anotado en la lista de aspirantes a un empleo. Festejó su suerte y le agradeció a Dios por haberle evitado, esta vez, la desesperación del hambre. El frigorífico es una gran empresa, una transnacional con sindicato y convenio colectivo -pensaba-. Era la primera vez en su vida que tenía la perspectiva de cobrar un salario estable durante un tiempo que deseaba fuese muy largo.

 

Por eso esa mañana del 28 de marzo Marcos iba contento a trabajar. Ya hacía más de dos años que hacía ese camino, una rutina que cambiaba sólo por la rotación de los horarios. Esta vez, su turno comenzaba a las cinco de la mañana. Cuando faltaban 15 minutos para esa hora, Marcos atravesó el portal de la planta y se confundió entre los otros cientos de trabajadores y trabajadoras que acudían a ocupar sus puestos como todos los días. Y fue la última.

 

Pocos minutos después de las 9 de la mañana Marcos hacía la verificación de residuos en el enorme sinfín (chiller) que lleva los pollos faenados hacia la zona de enfriamiento. Para hacer toda la higiene de la planta el personal asignado tiene apenas una hora, la del almuerzo del turno, por lo que todo se hace a gran velocidad. Si la limpieza no está bien hecha, la inspección federal de higiene no autoriza el inicio de un nuevo ciclo de faena. Trabajando contrarreloj, presionado, sin seguridad de ningún tipo, sin protección adecuada, Marcos resbaló en el borde del chiller y cayó.

 

Según el testimonio del vicepresidente del Sindicato dos Trabalhadores da Indústria da Alimentação de Sidrolândia (Sindaves), Clodoaldo Fernandes Alves, “Sus compañeros consiguieron detener la máquina pero no pudieron evitar que Marcos quedara atrapado. Cuando llegaron los mecánicos opinaron que se debía cortar el tanque por debajo y retirar a Marcos, pero el personal de control de calidad de la empresa decidió que se invirtiera el sentido de la rotación del sinfín. Fue un error terrible, porque Marcos fue succionado por la espiral y cortado al medio”.

 

En diálogo con Sirel, Sergio Irineu Bolzan, presidente de Sindaves y director de la Federação Estadual dos Trabalhadores da Alimentação do Mato Grosso do Sul, afirmó que “Es una tragedia que se repite. Marcos no tenía ningún elemento de seguridad, a pesar de que hemos insistido en muchas oportunidades para que los provean. Si hubiese tenido un cinto de seguridad apenas habría quedado suspendido en el aire sin sufrir ningún daño”.

 

Bolzan informó a Sirel que una delegación del sindicato estaba saliendo hacia Campo Grande, la capital del estado, donde vamos a presentarnos ante el Ministerio Público para solicitarle al Fiscal General Federal que realice las investigaciones y pericias pertinentes. “Toda la empresa tiene graves problemas de seguridad, no sólo la planta frigorífica –explicó Bolzan-. En la granja, el techo del criadero de pollos está resquebrajado, tiene fisuras por donde entra el agua, y sobre él está montado un extractor de aire que pesa 2 mil kilos. Hace más de un mes que venimos pidiendo que se haga algo al respecto porque se va a venir abajo en cualquier momento y hay gente trabajando allí”.

 

El sector aviario de Cargill es una gigantesca máquina productora de lesionados, no sólo por las pésimas condiciones de seguridad laboral, también por el intenso ritmo de trabajo que se impone a la cadena de producción. En el caso de la planta de Sidrolândia, cuya producción es íntegramente exportada a Europa y Estados Unidos, los operarios deben deshuesar seis patas de pollo por minuto y deben faenar 150 mil pollos cada día. Con 2.313 trabajadores en su plantilla, Cargill emplea a más del 10 por ciento de los habitantes de la ciudad, y a cerca del 25 por ciento de la población activa del lugar. El Sindaves ha iniciado ya la batalla legal para que la empresa indemnice adecuadamente a la familia de Marcos Antonio.

 

Ante los repetidos abusos de la transnacional Cargill, el presidente de la Confederação Nacional dos Trabalhadores nas Indústrias da Alimentação (CONTAC), y coordinador del Instituto Nacional de Saúde no Trabalho (INST) de la CUT, Siderlei de Oliveira, expresó a Sirel que “Desgraciadamente este hecho viene a confirmar de manera trágica lo que venimos advirtiendo desde hace mucho tiempo, y es que Cargill es una máquina de picar carne humana por su indiferencia hacia las normas de seguridad laboral y por el ritmo de trabajo frenético que reclama de sus trabajadores. Sabemos que ahora la Cargill de Sidrolândia guarda silencio, y no es raro, esta empresa siempre actúa de la misma manera, con la misma irresponsabilidad. Nunca dio respuesta a los numerosos planteos que le hemos hecho en relación con la seguridad. Esto demuestra qué tipo de empresas están actuando en Brasil en el sector aviario. Puedo decir que en el reciente 25 Congreso de la UITA uno de los temas más debatidos fue el de Cargill, y la conclusión es que se trata de una de las peores y más irresponsables empresas a nivel mundial”.

 

De Oliveira apuntó también que “Ya hicimos, huelgas, denuncias, acciones judiciales, ahora necesitamos que el poder público nos acompañe. También estamos trabajando en Europa con los consumidores, para que ellos tengan una idea clara de lo que significa para los trabajadores brasileños producir ese alimento que les llega a su mesa, que sepan que, a veces, hasta nos cuesta la vida”.

 

Por su parte, Geni dalla Rosa, secretaria de Salud de la CONTAC afirmó durante la Conferencia de la Mujer de la UITA que se realizó previamente al Congreso, que “Miles de mujeres sufren a diario penosas condiciones de trabajo. Padecen el dolor de su cuerpo, de un cuerpo que no soporta el ritmo de trabajo en las avícolas en Brasil. Nuestro país es el campeón mundial en la exportación de pollos, para llegar a esa posición, se ha transformado en el campeón mundial de lesionadas y lesionados por las Lesiones por Esfuerzos Repetitivos (LER)”.

 

Finalmente, Siderlei de Oliveira enfatizó en que "Es necesario involucrar a los Ministerios de Trabajo y de Salud en una operación conjunta, porque esta transnacional ha multiplicado su lucro a partir de un ritmo frenético de trabajo que viene lesionando y mutilando en todo el país, moliendo carne humana. Infelizmente, esta muerte viene a coronar el circo de horrores en que se transformaron los frigoríficos de Cargill”.

Carlos Amorín

© Rel-UITA

29 de marzo de 2007

Carlos Amorín

 

 

 

 

*Con información propia y del Portal Mundo do Trabalho (www.cut.org.br)

 

   

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