El
22 de marzo, se conmemoró el Día Mundial del Agua, un recurso que está en
franco retroceso. Ya en 1516 Leonardo Da Vinci advertía sobre la falta de
agua en el futuro. Hoy, muchos especialistas hablan del “oro azul”, del
“oro del mañana”, “que el agua será el recurso más preciado del nuevo
siglo”, etc. Asimismo, un número importante de estudiosos, anticipan el
estallido de conflictos regionales (incluyendo guerras) por el control de las
reservas del vital elemento, el cual, como veremos más adelante, ya alcanza un
precio equivalente al de la gasolina.
¿Qué
hay detrás de todo esto? Como a cualquier ser humano, pero especialmente por
ser trabajadores de la alimentación y la agricultura, este es un tema que nos
preocupa. ¿Por qué? ¿Debemos resignarnos a contemplar como el derecho a la
vida se convierte en una mercancía?
Meses
atrás, en un artículo sobre el mismo tema que hoy nos ocupa, recordábamos que
los mexicanos para advertir de un peligro, exclaman: ¡aguas!
Aquel artículo se titulaba ¡Aguas
con el agua!,
hoy lo reiteramos pues más que un juego de palabras, es una urgente advertencia
sobre la gravedad de un problema, que muy pronto, afectará a todos los seres
vivientes.
Aunque
el agua cubre dos tercios de la superficie terrestre, sólo un 2% es agua dulce.
“El mundo hoy no tiene más agua que hace 2.000 años, cuando su población
era el 3% de la actual, mientras la sobreexplotación de este recurso, la
contaminación y los efectos del cambio climático hacen que hoy, algo menos del
40% de los seres humanos, enfrenten problemas con la escasez del agua. Para el 2025 afectará a un 66% de la población mundial. (1)
Para ese
mismo año, según datos recogidos en un informe de la ONU (2):
“25 países africanos tendrán
problemas de escasez de agua.
En Asia Occidental la situación hoy es
crítica: el uso de agua per cápita de ocho de los once países de la zona,
no llega a los mínimos para la supervivencia; en cuatro de ellos está por
debajo de la mitad”(3).
El
2 de mayo, World Wildlife Fund (WWF),
una de las más poderosas organizaciones ecológicas del mundo, publicó un
informe donde recomienda a los consumidores de los países ricos “que
beban agua del grifo, para bien del medio ambiente y de su propio bolsillo”.
El estudio señala que el
producto embotellado no es mejor ni más seguro que el agua que llega por cañería
en Suiza, Estados Unidos o Alemania. La gran diferencia está en el precio:
hasta mil veces más caro.
El estudio no lo menciona, pero en Buenos
Aires, el precio de un litro de agua envasada equivale al de un litro de
gasolina.
Gazeta
Mercantil,
publicó el pasado 3 de mayo parte del informe de WWF.
El artículo que lleva la firma de Assis Moreira, señala que: “beber agua embotellada (mineral, spring y purificada), se ha tornado
un fenómeno social global. Es el negocio más dinámico en toda la industria de
alimentos y bebidas, dominado por dos gigantes como Nestlé y Danone.
El crecimiento es de 7% por año y el
margen de lucro de hasta 30%. La
facturación total del sector fue de US$ 22 mil millones en el pasado año.”
El
informe indica que el mercado global de este sector, representa un volumen de 89 mil millones de litros por año, del cual prácticamente la mitad es
consumido en Europa Occidental. Es este escenario, los italianos son los
campeones, con un consumo per cápita de 107 litros al año. Según Catherine
Ferrier, de la Universidad de Ginebra,
autora del estudio encomendado por WWF,
“la explosión que evidencia este
sector, es el resultado de un enorme marketing, alimentado por grandes gastos
en publicidad, que llegan a 15% del precio de una botella”. Ferrier,
caracteriza la producción en tres tipos:
agua
mineral, agua “spring” (protegida
de contaminación, pero no tratada con minerales) y agua purificada (tratada
para el uso humano).
El
impacto ambiental
WWF
alerta sobre los estragos ambientales del comercio internacional de agua
embotellada.
“Más
de 23 mil millones de botellas, 25% del consumo global, son vendidas fuera del
país de origen. No obstante ello, 1,5 millón de toneladas de plástico son
usados. Brasil es el campeón mundial de este tipo de envase, prácticamente
100%. En el otro extremo está Alemania, donde 97% de las botellas de agua
mineral son de vidrio.”
Europa
es el gran mercado actual, pero según el informe, actualmente las empresas
miran a Asia/Pacífico, donde las
previsiones de crecimiento son de 15% para el período 1999-2001. Por su parte América
Latina, figura con el 7% del mercado mundial y el consumo promedio per cápita
es de 12 botellas por año.
El
informe señala asimismo, que 75% del mercado global está en manos de empresas
locales: “en los Estados Unidos, son
700. A nivel internacional, la empresa líder es Nestlé.
En 67 fábricas, produce Perrier y Vittel (Francia); Arrowhead, Poland Spring y
Calistoga (Estados
Unidos); Buxton (Gran Bretaña);
Furst Bismarck Quelle y Rietenauer (Alemania) y San Pellegrino (Italia).
Por su parte Danone amenaza de lejos, con un
9% del mercado y una facturación de US$ 1,5 mil millones, apoyada en marcas
como Evian, Volvic (número tres
del mundo) y Badoit”.
Apenas
algunos kilómetros de la sede de WWF
en Gland, en la casa matriz de Nestlé,
la curiosidad era enorme: “¿Dónde está
ese estudio, dónde está?, indagaba
Francois Perroud, Director del
Departamento de Comunicación de Nestlé;
la compañía número uno del sector, con una facturación
de US$ 4 mil millones y 15,3% del mercado global. Para Perroud, es
incuestionable que en un país como Suiza no hay riesgo de beber agua del grifo.
Pero los negocios van bien por otra razón: “Es
el gusto. El agua de cañería no es agradable. Quien quiera beber agua del
grifo puede hacerlo, pero no es lo mismo”, concluyó Perroud. Nestlé
ve en los países en desarrollo un enorme potencial para aumentar sus
lucros, especialmente en países como Brasil,
China e India, con su “Pure
Life” para una clase media cada vez mayor que desea un agua de calidad.
El
impacto sobre la producción de alimentos
Si
el mundo sigue con el modelo agrícola actual (que es bueno recordar fue
impuesto por las otras transnacionales) gran consumidor de agua, la consecuencia
será una reducción en la producción de alimentos. Ya en 1998, el Woldwatch
Institute de Washington,
pronosticaba que nuestro mundo no sólo estará sediento para el 2025, sino
también hambriento.
A
lo anterior se suma el uso ineficiente de entre 80% y 90% del agua destinada a
la agricultura. Un agricultor del nordeste de Brasil
utiliza en promedio 18 millones de litros anuales para irrigar una hectárea, 30
veces más que un israelí sometido a un clima igualmente seco.
Según
datos del Ministerio de Planeamiento, en 1998 Brasil perdía 40 por ciento de los 10,4 billones (millones de
millones) de litros distribuidos anualmente en el país. En Colombia, donde la oferta hídrica supera los 57.000 metros cúbicos
anuales por habitante (frente a los 47.000 metros cúbicos de Europa) el
desperdicio de agua se ubica entre el 30 y el 60 por ciento. Estudios realizados
en México señalan que para
producir, por ejemplo, una tonelada de trigo (cuyo precio internacional es de
aproximadamente US$ 120), se requieren mil toneladas de agua, mientras que con
esta misma cantidad se pueden elaborar productos industriales con un valor
aproximado de US$ 14 mil (otra guerra en el horizonte: industria versus
agricultura).
Por
otra parte, la escasez de agua y el alto consumo de la misma por la agricultura,
lleva a que muchas plantaciones en todo el mundo sean irrigadas con agua
contaminada. En México, por ejemplo,
se riegan aproximadamente
280
mil hectáreas con aguas negras sin tratar, convirtiéndolo en el país
latinoamericano que más aguas usadas utiliza para el riego.
Así
se abre un dramático círculo vicioso: la baja rentabilidad de los cultivos básicos,
ha obligado a los productores a optar por producir para la exportación; pero en
este segmento la competencia de los precios es cada vez mayor; los insumos
(semillas, fertilizantes, agrotóxicos, etc.) son costosos; los cultivos
requieren de abundante riego; el magro margen que dejan los nuevos commodities no le permiten al productor pagar por el suministro de
aguas negras y residuales recicladas, por lo tanto sigue utilizando agua
contaminada; si el agua que el productor utiliza es de buena calidad, la
desperdicia, pues no tiene capacidad económica para adquirir los modernos
equipos de riego (presurizados, goteo, etc.) que ahorran agua.
El actual sistema de producción agrícola se encuentra dentro
del modelo creado por la Revolución
Verde y la consiguiente utilización masiva de agrotóxicos termina por
contaminar las fuentes de agua circundantes. El modelo empobrece al campesino y
atenta contra su derecho a la vida, pero al igual que agua derramada, las
consecuencias se extienden a toda la sociedad. Una de esas consecuencias tiene
que ver con la salubridad: relacionada con el contagio de humanos y animales que
manejan el agua o la toman; afectaciones del cultivo, especialmente los de
consumo directo y en crudo; infiltraciones a los acuíferos y excedentes de
riego que llegan a los ríos, lagos y otros cuerpos de agua.
A
los problemas que genera el actual modelo de explotación agrícola, debe sumársele
una actividad relativamente nueva en nuestros países: las plantaciones
extensivas de árboles exóticos. Los grandes países industrializados del Norte
agotaron prácticamente sus posibilidades de producir madera (especialmente
destinada a la fabricación de papel), por lo cual las grandes compañías
madereras han trasladado su producción a los países del Sur. Nuestros
gobiernos apoyan y subsidian estas inversiones y por ese camino, grandes
extensiones de tierra, antes cubiertas con bosques nativos o dedicadas a la
agricultura, hoy son destinadas a las plantaciones de pinos y eucaliptos.
Uno
de los problemas que esta política genera es que, por ejemplo los eucaliptos,
se plantan a menudo donde antes no existían árboles, lo cual lleva a que la
producción de agua en las cuencas se reduce y los niveles freáticos bajan. El
eucalipto (al igual que el pino), es de por sí un gran consumidor de agua, con
raíces que exploran entre 25 y 30 metros. Además, en plantaciones de
eucaliptos, en las cuales no se tienen en cuenta prácticas de conservación de
suelos, como la siembra en fajas y la utilización de curvas de nivel, se
generan efectos adversos en el suelo, como ser la compactación de los mismos, perdiendo su capacidad de
drenaje, lo que limita la “alimentación” de las fuentes de agua subterránea.
Por otro lado, el agua “corre”
sobre la tierra compactada como si se tratara de un suelo de cemento, provocando
inundaciones.
La
Rel-UITA está trabajando en este tema y volveremos a ocuparnos del
mismo próximamente.
Pero...
¿qué pasa con el agua?
El
senador estadounidense Paul Simon
advirtió en 1999 que el consumo de agua per cápita a nivel mundial, aumenta
dos veces más rápido que la población (4),
lo cual, aparte de poner en peligro la salud, el desabastecimiento podría
aumentar las probabilidades de guerras entre países. En este sentido es bueno
recordar que solamente en China unos
500 millones de personas viven en áreas con poca agua. En el mundo capitalista
la situación no es mejor, por ejemplo en los estados de California y Florida en
EE.UU., el crecimiento de la población
supera la provisión local de agua. La situación es tan seria que las regiones
sin fuentes de agua pura están recurriendo a embarcaciones que remolcan agua en
enormes bolsas de poliuretano flotantes. Hace dos años la empresa Aquarius
Water Transportation Maritime, amarró una enorme bolsa de agua flotante
frente a la isla griega de Egina. Por su parte, el gobierno turco está usando,
con la misma finalidad, bolsas construidas por la Proveedora
de Aguas de Noruega.
Así
las cosas, el mismísimo Banco Mundial (BM) se sintió obligado a advertir hace dos años que la
contaminación, el calentamiento global y la falta de efectividad y medios en el
manejo de los actuales recursos hídricos conducirá a que uno de cada cinco países
del mundo experimente problemas con el líquido. El BM
estimó en ese entonces que el costo de suministrar acceso al agua sólo
para el año 2010 sería de entre US$ 31.000 y US$ 35.000 millones anuales, “cifra con la que ningún país en desarrollo cuenta”.
Falta
de efectividad y medios en el manejo y necesidad de inversiones,
son las claves del pensamiento del BM.
Pensamiento que, ¡oh casualidad!, coincide con aquellos que aseguran que gran
parte de la crisis del agua pasa por la contradicción entre empresas públicas
y privadas. Las empresas públicas, argumentan, además de su “natural
ineficiencia”, mantienen los precios artificialmente bajos por causa de las
presiones políticas y como el precio de esa mercancía llamada agua se mantiene
bajo, no genera ganancias suficientes para realizar nuevas inversiones. En
consecuencia, la solución es privatizar.
Y
las compañías privadas nos hacen el favor de asumir el control del agua porque
el Estado, es decir todos nosotros, no somos capaces de hacerlo eficientemente.
Con ese criterio es que la inglesa Aguas
del Támesis, se encarga del agua en Turquía.
La francesa Lyonesa de Aguas, es la
encargada de suministrar agua y alcantarillado a Buenos Aires (prácticamente todo el suministro de agua en Argentina
está en manos privadas). La propia Lyonesa
de Aguas y la también francesa Genérale
Des Eaux, junto a la portuguesa Aguas
de Portugal, participan en concesiones municipales en
Brasil, mientras otras están sondeando ese mercado, entre ellas Thames Water (inglesa), Aguas
de Barcelona (española) y Berliner
Wassen (alemana). Las experiencias con la privatización del agua en Argentina y algunas localidades de Uruguay (para tomar solamente dos ejemplos), no han solucionado
ninguno de los problemas existentes, por el contrario los han agravado.
Así
las cosas, dos canadienses, Sylvie
Paquerot y Emilie Revil (5),
afirman que “las grandes corporaciones compiten para explotar la creciente penuria
del precioso líquido y, junto a algunos países poseedores de ese recurso, se
ven a sí mismas como ‘la OPEP del agua’, fingiendo ignorar que en este caso
se trata de un recurso vital”. Y agregan que “el Toronto Globe and Mail,
de Canadá, ya preveía en 1991 que la privatización del agua sería la
megaindustria de la siguiente década. El Wall
Street Journal anunciaba en 1998 que, luego del teléfono, la energía y el
gas, el agua sería el próximo servicio donde se desarrollaría la competencia
internacional”.
Por
su parte, el brasileño José Antonio
Chaves, un ex profesor que montó una firma especializada en la gestión de
activos ambientales es muy claro al respecto: “El
agua es una inversión más segura que el café o la soja, que sufren
oscilaciones de precios en función de la zafra y stocks mundiales, y que el
mismo oro”. Por lo tanto, en su opinión, "los hidrocommodities
(¡vaya palabrita!), son opciones de
inversión atrayentes principalmente para los fondos
de pensión, que necesitan componer sus carteras con aplicaciones seguras y
rentabilidad firme en el largo plazo” (6).
¿Está claro?
Todo
atado y bien atado
Paquerot
y Revil en el artículo anteriormente
citado también señalan que: “Mientras
la población canadiense se inquieta por el peligro que los acuerdos comerciales
como el TLC implican sobre los recursos hídricos, las grandes firmas de
ingenieros y de transporte esperan tranquilamente el día en que finalmente
puedan organizar el comercio mundial del agua, como el del petróleo o el de la
madera ... Los gobiernos, ya de por sí sometidos a las reglas de la organización
Mundial del Comercio (OMC), se verían impotentes en la zona de librecambio
‘de Alaska a Tierra de Fuego’, donde la preponderancia de las normas del
mercado libre sería aún mayor. El TLC ya impone a sus Estados miembro
limitaciones mucho mayores que la OMC: en virtud de su capítulo 11, los
inversionistas, ahora dotados del estatuto de sujetos de derecho internacional,
anteriormente sólo reservado a los Estados, pueden iniciar acciones legales
directamente contra los gobiernos ... Si el gobierno canadiense decidiera
reservar las extracciones masivas de agua, su exportación o incluso la gestión
de los servicios de distribución a compañías privadas canadienses, podrá ser
objeto de acciones judiciales por parte de las compañías de otros países del
TLC, a las que deberá indemnizar”.
“Por
último, el principio de trato proporcional (otra disposición única en su género),
inscripto en el TLC, significa que una vez comenzada la exportación de agua
hacia, por ejemplo, Estados Unidos, cualquier restricción que el gobierno
canadiense quisiera introducir debería estar acompañada de restricciones idénticas
en el plano interior. En otras palabras, una vez iniciada la exportación de
agua hacia un país miembro del Acuerdo, éste tendría derecho a reclamar, prácticamente
a perpetuidad, la fracción correspondiente de las aguas canadienses. En la
eventualidad de extender tales cláusulas al ALCA,
el gobierno canadiense, al igual que los gobiernos de todos los otros países
americanos, perderían incluso el derecho de decidir no exportar su agua hacia
un país que, como Estados Unidos, la dilapida ... En los hechos, el agua quedaría
así fuera del principio de ‘soberanía permanente sobre los recursos
naturales’”.
Detrás
del ALCA entonces, puede esconderse también el tema del agua y si esos son los
temores de los habitantes de un país como Canadá ¿qué queda para nosotros?
Nos imaginamos al presidente de Uruguay, que pocos días antes del brote de
aftosa en ese país, soñaba con abrir 7.000 carnicerías en los Estados Unidos,
pensando ahora en instalar siete millones de grifos de agua en el “gran
mercado del norte”, lástima que sólo los grifos serían uruguayos, ¡el agua
no!
El
agua “mejorada”
Posiblemente
el primer caso de agua “mejorada”
de la cual se tenga memoria, es el agua bendita utilizada en las iglesias. Pero
ahora las grandes compañías de refrescos también son atraídas por el buen
negocio. Coca-Cola y Pepsi-Cola hacen valer la capacidad instalada en sus redes de
distribución, para vender agua purificada.
En
1998, la Asociación Brasileña de
Industrias de Aguas Minerales (Abinam),
concurrió a Brasilia para manifestarle al gobierno su preocupación por la
presencia en el mercado de aguas embotelladas no minerales, vendidas como “adicionadas con sales”. La Asociación entendía que esas aguas
no minerales estaban siendo vendidas de una forma que “engaña” al consumidor, creándole la impresión de que se
trata de aguas minerales. Esto porque un Decreto de 1995 permite que esas aguas,
incluso las de la red pública sometida a tratamientos especiales, pudiesen ser
vendidas bajo la denominación “adicionadas
con sales”. Una de las marcas de este tipo de agua más cuestionadas por
confundir al consumidor era Fonti (“fuente”
en italiano) elaborada por Brahma. La
otra marca mencionada era Bonaqua,
producida por Coca-Cola. Una
investigación encomendada a la consultora A.C.
Nielsen por Abinam, demostró que
los consumidores reconocían a las aguas adicionadas de sales como aguas
minerales. Como si lo anterior fuera poco, en el año1998 en Brasil la carga
tributaria para las empresas de aguas minerales era de 50%, mientras la aplicada
a las fabricantes de aguas a partir del grifo era de 30%.
Quiere
decir que primero se privatiza el suministro del agua. Los nuevos propietarios
no actúan con criterio social (por ejemplo llevando el servicio a pequeñas
poblaciones alejadas de los centros urbanos) pues eso resultaría ineficaz,
no rentable y por lo tanto perjudicial
para los negocios. Pero se aseguran nuevos clientes, las compañías de “aguas
mejoradas”, quienes a su vez reciben beneficios fiscales.
El
caso de Coca-Cola
Después
de dedicar todo el año pasado a reorganizar sus negocios en el mundo (lo cual
significó, entre otras medidas, la eliminación de numerosos puestos de
trabajo) Coca-Cola escogió como prioridad para el 2001 la disputa por el
liderazgo en los sectores de agua embotellada y jugos, sin que esto signifique
descuidar, claro está, los refrescos que constituyen su principal negocio.
El
presidente de Coca-Cola Américas, Jeffrey
Dunn, acaba de anunciar que la compañía optó por utilizar agua de la red
pública incrementada con sales minerales, en lugar de buscar agua mineral en la
fuente. “Nuestro modelo es el mejor –aseguró el pragmático Dunn– pues
directo de la fuente es más caro y la fuente puede secarse”. (7)
En consecuencia, la compañía estudia ahora lanzar al mercado agua conteniendo
calcio, flúor, sabores y gas.
Las
marcas Ciel y Bonaqua (vendidas fuera de los EE.UU.),
serán las que recibirán mayor publicidad, especialmente en Brasil y México. Por su
parte el agua Dasani (vendida en EE.UU.
en pequeñas botellas de plástico de color azulado) que a finales del año
pasado ocupaba la sexta posición en ese mercado, hoy se encuentra en el segundo
lugar y la compañía está invirtiendo US$ 20 millones para promocionar la
marca.
La
respuesta de Dunn a los que afirman
que el agua de la transnacional no puede ser considerada agua mineral es simple:
“bueno, es agua con minerales”. El
ejecutivo también reconoce que en Europa
también existen problemas con la denominación: “Ellos quieren que coloquemos en la etiqueta la advertencia ‘agua
industrializada’. Eso no suena bien para el producto, no sería bueno para los
negocios”. Claro que los negocios también crean problemas entre los
negociantes. La nueva estrategia de Coca-Cola
puede afectar a algunos de sus embotelladores autorizados, por ejemplo Panamco
Spal en Brasil, que en 1995 lanzó al mercado el agua mineral Cristal.
El hecho es que Cristal vendió 17% más
durante el año pasado que en 1999. Marcos
Póvoa, director de Panamco en Brasil,
manifestó el pasado marzo que se encomendó una investigación que detectó que
por encima de lo saludable, beber agua es “fashion”.
Por ello es que la compañía está lanzando una campaña que explicará que
beber agua es “una actitud”. ¿Cómo
tomará Panamco la competencia que a su agua mineral le realizará el agua
“mejorada” de su matriz?, es algo que está por verse.
Las
otras empresas aguateras
Nestlé
- Como dijimos líder mundial en la venta de aguas minerales, sigue interesada
en aumentar su participación en los lucros que produce ese segmento. Una pista
la ofrece Manuel García, gerente de
la compañía en Chile:
Nestlé se mantiene
“atenta y alerta a todo lo que ocurra en el mercado de la alimentación en el
más amplio sentido de la palabra. Por ejemplo, no estamos presentes en el área
del agua mineral, estamos interesados en él y en algún momento habrá que
participar en el sector”(8).
De todas formas, actualmente la compañía importa y distribuye en Chile
sus marcas Perrier y San Pellegrino.
Danone
- La transnacional francesa se auto define como una compañía con
responsabilidad social y mantiene algunos acuerdos de alcance mundial suscriptos
con la UITA, que muestran esa
actitud. Pero el agua es un negocio ... y los negocios son los negocios. Una de
sus últimas adquisiciones (junto con la brasileña AmBev) fue la compañía de capital nacional Salus, de Uruguay, que
produce agua mineral y cervezas. El agua mineral Salus es líder del mercado (42%) por lo tanto la compañía al
momento de su venta era –y continúa siendo– rentable. En noviembre del año
pasado Salus contaba con 280
trabajadores, en marzo los nuevos dueños propusieron un programa de retiros
voluntarios al cual se acogieron 26 personas; en abril se negocia un plan de
retiro para aquellos que deberán jubilarse en los años 2002 y 2003 al cual se
acogieron otras 21 personas; mientras que a otro plan de retiro para
trabajadores de cualquier edad sólo se acogió uno. Todo esto da un total de 48
puestos de trabajo perdidos, casi el 20 % del personal existente al momento de
la compra. La empresa plantea ahora que se deben “tercerizar” algunas
sesiones que implican otros 24 puestos de trabajo y que, además, hay otros 28
trabajadores excedentes. La cifra total de puestos de trabajo eliminados se
elevaría entonces a 100, más de la tercera parte del personal existente en
noviembre de 2000. Queda claro que lo que Danone
y AmBev compraron fue un hidrocommodity,
y que pretenden recuperar lo antes posible la inversión para adquirir otro ...
lo demás, no es cosa suya.
A
modo de conclusión
Las
citadas Paquerot y Revil finalizan su artículo de la siguiente manera:
“Si
la vida no es una mercancía, es necesario volver a encontrar urgentemente el
sentido y el espacio de un bien colectivo, de un patrimonio común de la
Humanidad que en ningún caso puede quedar sometido a los imperativos del
mercado. En una lógica donde la escasez determina el precio, o donde el valor
se fija según la ley de la oferta y la demanda, una computadora vale más que
una vida, pues la ‘demanda’ de los ecosistemas no será jamás
‘solvente’, ni tampoco la de millones de seres humanos ‘iguales en
dignidad y derechos’, como sin embargo se afirmaba solemnemente hace apenas
medio siglo.
Excluir
el agua de todas las transacciones internacionales, colocarla fuera del campo de
la Organización Mundial del Comercio y de los tratados sobre las inversiones
internacionales y, además, pensar en organizar la forma de compartirla a nivel
mundial, sería un primer paso simbólicamente esencial: Excluyendo el agua de
las transacciones comerciales, es el derecho a la vida que se intenta preservar.
Y por supuesto, el conjunto de los bienes comunes –la educación, la salud, el
conocimiento y la información– que hacen de la Humanidad
lo que ella es”.
Compartimos
plenamente los conceptos y la propuesta. Lanzamos entonces desde aquí la
invitación a las organizaciones sindicales y sociales interesadas a
intercambiar ideas de cómo llevar adelante esta iniciativa.
El
tema del agua, como el del cambio ambiental, son de orden político. EL Protocolo de Kioto es político,
por eso las dificultades que encuentra para su aprobación. En el caso del agua
proponemos dar inicio a una campaña destinada a presionar a la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) para
que de una vez por todas termine con los pronósticos y asuma su responsabilidad
en el tema, por ejemplo, trasladándolo al Consejo
de Seguridad. Si como se pronostica, el agua será motivo de guerras en los
próximos años, debe recordarse que la ONU
fue constituida con el propósito de establecer
un nuevo orden internacional que asegurara una paz mundial duradera. Por su
parte, el Consejo de Seguridad tiene
por finalidad de intervenir cada vez que
sea preciso para conservar o restablecer la paz.
Tenemos
dudas que esta iniciativa cristalice, pero creemos que el intento vale la pena.
Por lo menos la sociedad mundial tendrá derecho a exigir, con el mismo
argumento del BM -al fin y al cabo un
organismo especializado de la ONU- la
disolución del Consejo de Seguridad
por ineficaz y algo habríamos
logrado. ¿Ustedes qué opinan?
Enildo
Iglesias
Gerardo
Iglesias
©
Rel-UITA
marzo de 2002
NOTAS
1
Edith Papp. Centro de Colaboraciones Solidarias. Madrid. España. Marzo,
2001.
2
Perspectivas para el Medio Ambiente Mundial 2000 (PMAM)
3
Juan Carlos Galindo. Centro de Colaboraciones Solidarias. Madrid. España.
Marzo, 2001.
Achacar el aumento del consumo del agua a “la población” es una
forma de esconder el verdadero problema. Si bien puede efectuar un ahorro, por
ejemplo cambiando el baño de inmersión por la ducha, una persona no puede
beber diariamente más litros de agua que lo normal. El despilfarro del agua, al
igual que otros impactos ambientales obedece a las prácticas de consumo. En los
países ricos, el consumo ha estado
creciendo a una tasa mayor que la población mundial. Desde el año 1900 la
economía mundial creció 20 veces, el consumo de combustibles fósiles 30 y la
actividad industrial 50. Dentro de este consumismo desenfrenado se inscribe
también el tema del agua.
5
Respectivamente, Presidenta de la Asociación Quebequense para el
Contrato Mundial del Agua y miembro del Grupo de Investigación de Interés Público
de la Universidad de Québec en Montreal (UQAM) en ¿Los
recursos hídricos a remate?, Le Monde Diplomatique “el Dipló”, Buenos
Aires, abril 2001.
6
Gazeta Mercantil, 19.11.99. El destacado es nuestro.
7
Gazeta Mercantil, 07.07.01
Estrategia, Santiago, 27.06.01