Los pasos de Coca Cola en Perú

Cierre de planta sopladora anuncia otras medidas contra derechos laborales

Se cierne la amenaza de la administración transnacional.

 

 

Desde el próximo 31 de marzo cerrará sus puertas la planta de la Corporación JR Lindley SA encargada del soplado de los envases de plástico para los diversos productos de esta empresa, que ha decidido que lo mejor es tercerizar esta actividad sin considerar la situación de los trabajadores.

 

La planta, ubicada en la ciudad de Chiclayo al norte costero peruano, cuenta con 25 trabajadores encargados del soplado de los envases plásticos de diversos tamaños para los productos de la Corporación, entre los que se encuentran las variadas presentaciones de Coca Cola.

 

Las botellas retornables y no retornables de medio litro, un litro y un litro y medio eran despachadas hacia las plantas de Sullana y Trujillo para ser envasadas. Ahora, la producción de los trabajadores de Chiclayo será tercerizada como parte de la nueva estructura empresarial de la Corporación.

 

La situación se torna muy delicada pues no sólo se está afectando el derecho al empleo de los trabajadores, sino que esta decisión parece confirmar la tendencia de Coca Cola en América Latina de consolidar una producción y administración internacional en sus diferentes sedes en los países de la región.

 

Julio Falla Juárez, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de Embotelladora Latinoamericana ELSA-SINATREL, analiza el actual contexto que amenaza los derechos laborales. En su opinión, estos cambios en la Corporación están orientados al objetivo antes señalado.

 

“Creo que aquí en Perú están ordenando la casa con la intención de que luego ingrese una administración internacional. Y el trabajo sucio se lo encargan a esta administración nacional, es decir a la Corporación JR Lindley”, advirtió.

 

Trabajadores de Coca Cola en Colombia, Bolivia, México, El Salvador, han vivido en carne propia las consecuencias de las decisiones empresariales de este producto lanzado al mercado en el año 1886 y que hoy se vende en todo el planeta. Denuncias de represión a los gremios sindicales, explotación laboral, incumplimiento de códigos de ética, entre otras, rodean la incesante expansión de esta bebida.

 

En el Perú, Coca Cola tiene su propio historial, y se abre ahora un nuevo capítulo que los trabajadores están dispuestos a enfrentar en pie de lucha. “Si no se respetan los acuerdos sobre la reubicación en la planta de Trujillo de los 15 trabajadores de Chiclayo afiliados al sindicato, tomaremos las medidas necesarias. Creo que así como están las cosas, nos encontramos a las puertas de un nuevo conflicto”, anunció Falla Juárez.

 

El gerente Recursos Humanos de JR Lindley comunicó el último martes 5 al sindicato del próximo cierre de la planta de Chiclayo con el objetivo de fortalecer la mega planta del norte ubicada en Trujillo. El compromiso al que llegó con SINATREL fue el de reubicar a los 15 afiliados en dos grupos.

 

El primero, compuesto por ocho trabajadores, se incorporaría a la planta de Trujillo el 1 de marzo para encargarse del envasado en vidrio del agua de mesa San Luís, mientras que los siete restantes ingresarían a finales de mes, tras el cierre de su centro de labores en Chiclayo.

 

Sin embargo, en los días posteriores de adoptado el acuerdo, han ocurrido situaciones que apuntan a obtener -bajo presión- la firma de cartas de renuncia y a su vez, la aceptación de que se les contrate por el sistema de tercerización.

 

Julio Falla recibió comunicaciones de los propios trabajadores de Chiclayo informándoles de lo sucedido. Indicaron igualmente que ninguno había firmado los documentos. Un agravante es que dichas cartas incluyen una cláusula que da potestad a la Corporación de reubicarlos en cualquiera de sus plantas del territorio nacional.

 

“Nosotros estamos exigiendo a los representantes de la Corporación que nos aclaren el tema, aquí se está violentando un acuerdo. Una cosa es que los trabajadores sean reubicados en una planta que dista tres horas de donde viven, y otra que puedan ser enviados a otras que se encuentran en Cuzco o Arequipa, que implican traslados de más de 24 horas”, sustentó el secretario general de SINATREL.

 

Los 15 trabajadores sindicalizados de la planta de Chiclayo tienen en promedio 35 años. Son padres de familia, con responsabilidades que asumir en sus hogares, para quienes la perspectiva de la migración resulta forzada y violenta, con impredecibles consecuencias para ellos y sus entornos.

 

Falla Juárez criticó el afán mercantilista de la Corporación por los graves perjuicios que ocasiona a los trabajadores y que parece no cesar, pues la amenaza alcanza ahora a las plantas de Lima y a los recursos humanos encargados de la producción. Son dos plantas las que operan en la capital que emplean a 71 trabajadores afiliados al sindicato. ¿Qué pasará si aquí también se encarga a terceros el soplado de los envases de plástico?, se pregunta Julio Falla.

 

La respuesta es obvia, el derecho al empleo, básico y fundamental, reconocido en tratados y convenios internacionales suscritos por el Estado peruano así como en su propia Constitución, será vulnerado una vez más.

 

El representante de SINATREL informó que la junta directiva del sindicato se reunirá para ver la estrategia más adecuada que permita garantizar la reubicación de sus compañeros de Chiclayo en la planta de Trujillo. Además, afinarán aspectos relativos a la presentación de su nuevo pliego de reclamos. Explicó además que incluirán una cláusula que especifique el derecho al empleo de los trabajadores de la Corporación, que en total suman 2.116 a nivel nacional, de los cuales 554 están sindicalizados.

 

“Somos un sindicato joven, cumplimos cinco años en marzo, hemos terminado a finales de año acciones de lucha por la reposición de un grupo de trabajadores despedidos, y ahora enfrentamos este cambio estructural en la Corporación que afecta la parte laboral. Lo haremos con la convicción del derecho que nos asiste, sabiendo además que no estamos solos, pues contamos con la solidaridad de redes internacionales como UITA”, expresó.

En Lima, Mariela Jara

© Rel-UITA

22 de febrero de 2007

 

 

 

 

 

 

Ilustración © Rel-UITA

 

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