México
Mercado de
refrescos
Época de cosecha para Coca Cola - Femsa
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La Comisión Federal de Competencia falló contra Coca
Cola por prácticas monopólicas. La multa es de 68
millones de dólares. Entre las demandantes está Big
Cola, un grupo que además de vender refrescos se
está especializando en destruir sindicatos.
Raquel Chávez tiene 49 años y es propietaria de una
tienda familiar, “La Racha”, en la populosa barriada
en Iztapalapa, en la ciudad de México. En su negocio
su producto insignia es
Coca Cola.
Las cosas estaban yendo bastante bien, porque una de
las tantas predilecciones que tienen los mexicanos
es tomar
Coca Cola. Millones de dólares
invertidos en un agresivo marketing y merchandising
–las 13 embotelladoras de
Coca Cola
gastan cerca de 600 millones de dólares en anuncios–
hacen que cada mexicano y mexicana procesen una
lógica que concluye: tomo
Coca Cola, luego existo. Según la Asociación Mexicana de
Estudios para la Defensa del Consumidor, en 2000
casi 83% de la población no incluía leche en su
dieta, y las ventas anuales de este alimento eran
casi la mitad de lo que gastaban los mexicanos en
refrescos.
Los embotelladores
contribuyen con algo más de 4% de sus
ingresos anuales en la promoción de sus
marcas. Para
Coca
Cola Femsa esa
contribución es de más de 100 millones
de dólares anuales.
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México, la segunda economía latinoamericana, es también el
segundo consumidor de refrescos del mundo, luego de
Estados Unidos, pero ocupa el primer lugar como
mayor consumidor mundial de
Coca Cola
per capita con 527 botellas de ocho onzas (227 gramos). Esto
significa promedialmente casi una botella y media
diaria, “pero en cualquier lugar se puede encontrar
a una persona que consuma más de 10 botellas por día
de Coca Cola,
incluso en comunidades indígenas de Chiapas”.1 Es tan desmesurado su consumo en México que a finales de los
90, este país respondió por el 10% de las ganancias
de Coca Cola
Company,
y en 2004 se vendió allí 11% de los 19.800 millones
de cajas que la empresa refresquera suministró en el
mundo.
Raquel Chávez conoce a su gente, y sabe muy bien
sobre esta adicción (irra)nacional. Pero además, es
parte de una sociedad en la cual la ideología
dominante no ahorra esfuerzos para promover los
supuestos beneficios que comporta la libertad de
mercado, así como el rompimiento con toda rigidez
que pueda perjudicar los rendimientos lucrativos.
Por estas razones, un día Doña Raquel decidió
insertarse en el moderno mundo económico
incorporando otras marcas a su negocio además de la
Coca Cola.
Su estrategia comercial brindaba a sus parroquianos
la libertad de elegir otros productos, y además
sintonizaba con la creciente tendencia que se
observa en el mercado mexicano de refrescos que
demanda productos más baratos, como
Big Cola,
de origen peruano.
Sin embargo, la emprendedora comerciante advertiría
rápidamente el real significado de la libertad de
mercado cuando un distribuidor de
Coca Cola
le prohibió que vendiese el refresco incaico, o de
lo contrario perdería el suministro del refrigerante
más vendido en México.
Bueno, de la misma manera que todos somos iguales
ante la ley, pero en la práctica hay algunos más
iguales que otros, las libertades de las grandes
compañías están por encima de las libertades de los
pequeños empresarios y las personas en general. Por
ostentar el 70% del mercado de refrescos de México,
Coca Cola tiene mucha más libertad, y además, se otorga
el derecho de decidir que en la tienda de Doña
Raquel solamente se pueden vender sus productos,
aunque ello contraviene la ley.
Coca Cola al banquillo de los acusados
Raquel Chávez demandó en mayo de 2003 a la
embotelladora del sistema
Coca Cola
Prompimex,
que comercializa en el Valle de México. “La demandé
porque me quitaron el servicio por no acceder
voluntariamente a dejar de vender
Big Cola”,
dijo Chávez a Reuters. “Por un cliente que me pide
Big Cola
100 me piden
Coca Cola,
pero por ese único cliente yo tengo la obligación de
disponer de ese servicio”.
A la demanda de Chávez se unió la archirrival
competidora de
Coca Cola,
Pepsico,
que ya en 2000 había realizado una demanda ante la
Comisión Federal de Competencia (CFC), denunciándola
por prácticas monopólicas en el sector “tiendero” o
changarros según el modismo mexicano. No contento
con ello, en 2003
Pepsico
presentó una segunda demanda.
A estas iniciativas se unió
Ajemex
que produce
Big Cola, con una demanda similar
por presuntas prácticas monopólicas en el mercado de
comercialización y distribución de bebidas
carbonatadas, que fuera presentada en octubre de
2003.
La Comisión Federal de Competencia (CFC), el ente
antimonopolio mexicano, emitió en junio último un
fallo inicial sobre la demanda de Chávez y
Ajemex,
reconociendo el uso de prácticas monopólicas por
parte de
Coca Cola. La multa ronda los 15
millones de dólares. Un mes después, la CFC condenó
a la transnacional a pagar otros 53 millones de
dólares. En ambos casos
Coca Cola presentó recursos de amparo.
Según la resolución de la CFC,
Coca Cola
incurre en prácticas monopólicas al vender sus
productos a los detallistas con la condición de que
no vendan o proporcionen bebidas carbonatadas de
marcas diferentes a la suya, a través de lo que
comercialmente se denominan como “exclusividades”.
Asimismo la comisión antimonopolios advirtió que,
según las constancias presentadas en el expediente,
no son prácticas utilizadas solamente en México.
Afirma que
Coca Cola las implementaba aun en
fechas recientes en la Comunidad Económica Europea,
hasta que con los esfuerzos de la autoridades
antimonopólicas locales la compañía convino no
realizarlas más, al menos durante los próximos cinco
años, siempre y cuando su participación en el
mercado fuera al menos del 40% y que su competidor
más cercano tuviera menos del 20 por ciento.2
El mercado mexicano de refrescos
México es el segundo productor de refrescos en el
mundo, luego de Estados Unidos. La industria
embotelladora de refrescos mexicana cuenta con 164
plantas distribuidas a lo largo y ancho el país. La
producción de la industria de refrescos representó
el 10,5% del PIB en el rubro "Alimentos, Bebidas y
Tabaco"; el 2,7% del PIB en el de la “Industria
Manufacturera”, y el nada despreciable 0,6% del PIB
nacional en 2004.
En 2004, la demanda de PET para
fabricación de envases en el
Distrito Federal fue de 55 mil 800
toneladas al año. El crecimiento
anual de la demanda de este material
es de 13.1 por ciento
(Asamblea Legislativa, 29.08.04)
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Al cierre de ese mismo año la industria de refrescos y aguas
carbonatadas alcanzó un volumen de ventas de 15.601
millones de litros equivalentes a 2.748 millones de
cajas unidad, y el consumo
per capita
se elevó a 148,1 litros anuales.3
La industria refresquera suministra sus productos a
más de 1 millón 100 mil puntos de ventas. Los
canales de comercialización más importantes para
esta transnacional y las otras compañías que operan
en México, son las tiendas familiares y abarrotes
que concentran el 75% de las ventas. “Los
restaurantes, escuelas, clubes hoteles y lugares de
entretenimiento representan el 24% de las ventas, y
los supermercados sólo el 1%”.4
Mientras en 2006
Coca Cola
cumplirá 80 años de presencia en México,
Ajemex
y su producto
Big Cola
–que representa el 51 por ciento de las ventas
totales del grupo– está en el país apenas desde
2002. Posee una planta en Puebla con siete líneas de
producción y una capacidad de 600 millones de litros
al año. En 2004 inició la construcción de otra
planta en Monterrey con una inversión que asciende a
los 20 millones de dólares. En esta fábrica operarán
dos líneas de producción.
Se estima que
Ajemex
posee un 5% del mercado. La obtención de esta
porción nada despreciable en tan corto plazo se debe
principalmente a la comercialización de sus
productos en tamaños de 2,2 y 3,3 litros, cuyos
precios son en promedio 45% menores a los de sus
competidores, inclusive en sabor cola.
Próximamente prevé la instalación de una planta de
cerveza y una tercera fábrica de refrescos.5
El grupo posee sus propias fórmulas para las bebidas
que produce. Esto resulta una ventaja comparativa
muy fuerte, sobre todo ahora que
Coca Cola
Company
ha anunciado que elevará el precio de su fórmula
concentrada a los embotelladores de refrescos
mexicanos. La medida que se aplicará de manera
escalonada durante un período de tres años a partir
de 2007, representará para
Coca Cola
Femsa
un incremento de los costos de alrededor de 60
millones de dólares por año.6 Como medida paliativa la compañía ha anunciado recortes en
sus gastos publicitarios. Tal vez los 100
trabajadores despedidos en Nicaragua en lo que va
del año sean parte de esa política de reducción del
gasto y, de paso, también del sindicato.
Ajemex
aparece como una empresa simpática en una lucha
desigual con los gigantes del sector, y se esfuerza
por brindar una imagen de empresa familiar. Aunque
uno de sus propietarios, Ángel Añaños, manifestó que
“los trabajadores cumplen un papel muy importante en
el desarrollo de la empresa”,7
la realidad dice otra cosa. En las nuevas plantas de
México y Costa Rica casi no existen trabajadores en
la producción. Las líneas embotelladoras son
totalmente automatizadas y son gigantescos robots
los que realizan casi todo el trabajo. Cada una de
esas grandes plantas ocupa poco más de 300
trabajadores. El grueso de la mano de obra se ubica
en la distribución que se encuentra tercerizada en
su totalidad. Esta informalidad en un sector tan
importante le implica grandes ahorros en impuestos y
prestaciones laborales, además de evitar gastos en
seguros, responsabilidad por daños a terceros, etc.8
Otra imagen que “vende” el grupo es que ha llegado a
México para democratizar el mercado de refrescos.
Cabe preguntarse: ¿si
Big Cola
tuviera el 70% del mercado, su actitud sería tan
diferente a la que asume
Coca Cola?
Esperemos que ese intento hacia el mercado no sea
idéntico a la democracia que reina en su planta en
Perú, donde produce su archiconocida
Kola Real.
El 5 de febrero de este año sus trabajadores –esos,
los tan importantes para la empresa– constituyeron
su sindicato. La organización cuenta con nueve
afiliados… el resto fue despedido y busca empleo en
empresas donde a los trabajadores no se los quiera
tanto.
Bueno, cada compañía encuentra a su Raquel Chávez.
En Perú, en la
Kola Real,
es sólo cosa de tiempo.
Gerardo Iglesias
© Rel-UITA
2 de
diciembre
de 2005
1
CIEPAC,
18/10/05.
2
Fórmula
Online, Marco A. Mares; 15/08/05.
3
Informe
de la ANPRAC, 2004.
4
Amada
Espinosa, marketing-up.com.mx.
5
Reuters,
14/11/05.
6
Sentido
Común, 31/10/05.
7
Business
Perú.
8
Kola
Real, Terrorismo en su origen y en sus prácticas,
Enildo Iglesias.