Chile
El yogurt del Papa
Finalmente Nestlé
logrará ingresar a Soprole |
Aunque las
autoridades de Soprole se niegan a comentar las negociaciones que mantienen
la compañía neozelandesa Fonterra y la Fundación Aninat, la operación de
venta del 42,5 por ciento que esta última posee en la compañía lechera
chilena está a punto de concretarse.
Hagamos un poco de historia. La
Sociedad de Productores de Leche (Soprole),
conformada por un grupo de lecheros de Santiago, comenzó a operar en 1948,
elaborando leche fresca, quesos y mantequilla. En los años 70 diversificó su
producción, orientándola a productos con mayor valor agregado, como jugos,
postres y yogurt.
Uno de sus fundadores, Juan Luis Undurraga
Aninat, adquirió acciones de otros productores y llegó a poseer más del
40 por ciento de la empresa. En 1986 creó la Fundación Isabel Aninat
(así designada en homenaje a su madre), transfiriendo sus acciones
en Soprole a la Fundación, la que tiene como finalidad
principal ayudar a niños con síndrome de Down, enfermedad que padecía su
hijo. Otro de los cometidos de la Fundación es proteger los intereses
de los productores lecheros.
El crecimiento de Soprole atrajo al grupo
económico de la familia Angelini, el que en 1986 vendió sus acciones
a New Zealand Dairi Board
(Fonterra).
Más tarde, al adquirir las acciones en poder de la Cooperativa del Valle
Central, Fonterra
llegó a controlar 55 por ciento del capital de la empresa, mientras la
Fundación Isabel Aninat quedó con el 44 por ciento, pero con derecho a
veto en todas las decisiones que requieren quórum calificado (fusionar,
vender o dividir la empresa). El resto del capital accionario quedó
repartido entre diversos inversionistas.
La sociedad con la compañía neocelandesa -que si
bien es una cooperativa que agrupa a 13 mil productores de aquel país,
funciona dentro de la lógica mercantil capitalista- y una fundación
benéfica, hacía prever problemas. Uno de ellos se presentó cuando la Red
Nacional de Acción Ecológica denunció que las margarinas elaboradas por
Soprole con las marcas Belmont, Pamperita y
Soprole contenían soja transgénica. Era de esperar que una organización
de las características de la Fundación Isabel Aninat opusiera algún
reparo, pero no fue así.
Los verdaderos problemas se presentaron con un
prosaico pacto comercial. En 2001, Fonterra
llegó a un acuerdo con Nestlé
para constituir una alianza regional denominada
Dairy Partners America
(DPA)
que se concretó en enero de 2003 (ver:
Fonterra y Nestlé, dos estilos de relaciones
laborales). La Fundación fue ignorada por
Fonterra, ya
que se enteró de la constitución de DPA por la prensa. Como el
acuerdo entre los dos socios en Soprole, lejos de concretarse se
dilataba, Nestlé
comenzó a presionar a
Fonterra
para que solucionara la situación con
la Fundación a los efectos de que, como había ocurrido en el resto de
los países, la empresa chilena se integrara a DPA. Esto llevó a que
Fonterra
endureciera su postura hacia la Fundación.
Versiones de la época indicaban que
Fonterra llegó
a intentar una compra hostil de las acciones de la Fundación,
mencionándose que serían 100 millones de dólares lo que ésta recibiría por
su paquete accionario. Pese a que esa suma, aplicada en cualquier otro
negocio, le rendiría mayores dividendos que los obtenidos en Soprole,
la Fundación se negó a vender. En toda esta movida, la Fundación
se manejó con una mezcla de principios, intereses comerciales y
resentimiento.
Una de las actitudes que más molestó a la
Fundación es que un ex presidente de Soprole, el venezolano
Juan Carlos Pestana, se desempeñó durante siete meses -sin que la
Fundación lo supiera- como gerente de la alianza
Fonterra-Nestlé
en Brasil, lo que, por lo menos, significa un inaceptable manejo de
información estratégica sobre ambas compañías. En otro orden, la
Fundación sostenía que con el Tratado de Libre Comercio entre Chile
y Estados Unidos existían muchas expectativas de crecimiento para
Soprole, sin que para ello fuera necesaria ninguna alianza. Otro
argumento de la Fundación es que si Soprole pasa a ser
controlada por Fonterra
y Nestlé
se produciría "un verdadero terremoto en el sector lechero", punto de vista
que es compartido por la Federación de Productores de Leche (Fedeleche).
También fortalecía la posición de la Fundación el hecho de que el
virtual monopolio que crearían Fonterra
y Nestlé
como propietarias de Soprole, llevaría a intervenir a la temida
Comisión Antimonopolios. Los números eran claros: la fusión Soprole-Nestlé
lograría cuotas de mercado de 58,3 por ciento en leche líquida, 78,9 en
yogur y 89,6 por ciento en el segmento de los postres.
Actualmente la prensa especializada le adjudica
el 27 por ciento de las acciones de Soprole a la Fundación y
el 56 por ciento a Fonterra.
Las noticias que nos llegan desde Santiago mencionan que las partes
habrían llegado a un acuerdo y la Fundación le vendería sus acciones
a Fonterra
en una suma cercana a los 200 millones de dólares. Solamente resta, para
concretar el negocio, el visto bueno de la Iglesia Católica en Roma,
debido a que Juan Luis Undurraga creó una fundación de derecho
canónico, por lo que la venta de la participación de la Fundación en
Soprole debe ser visada primero por el Arzobispado de Santiago
y luego por la Santa Sede. El hecho que
Nestlé -que ahora tendrá libre su
acceso a Soprole- provenga de un país calvinista como Suiza,
no se menciona como un obstáculo para que el Vaticano le otorgue su
piadosa bendición al negocio.
En cambio los productores agrupados en
Fedeleche -es decir, aquellos que remiten la leche a Soprole- que
ya no estaban muy conformes con el precio recibido cuando el Papa
estaba involucrado en el negocio, no ven con buenos ojos la operación.
Consideran que permitirá que Nestlé
y Soprole fusionen creando una nueva empresa. Ambas firmas -las dos
mayores del país en su rubro- hace unos 20 meses ya habían presentado una
consulta al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, la que fue
retirada poco tiempo después. Actualmente, estarían preparando una nueva
consulta.
En medio de tantas consultas a los accionistas,
al Papa y a la Comisión Antimonopolios, ¿es necesario
aclarar que ni los trabajadores, ni las organizaciones que los representan
han sido tomados en cuenta y consultados? Generalmente, la fusión de
empresas trae como consecuencia la pérdida de puestos de trabajo. En este
caso los puestos de trabajo en peligro se encuentran en
Nestlé, pues
Soprole cuenta con tecnología y maquinaria más moderna. Existen dos
respuestas posibles: organizarse y resistir, o rezarle al Papa.