Fue
vendida hace 10 días. El grupo que la compró dice que
está sobredimensionada.
El conflicto
está planteado entre los nuevos dueños, los ejecutivos
y los empleados.
El nuevo dueño de Parmalat Argentina, Sergio Taselli, comenzó
su gestión con el pie izquierdo: hace una semana que
la empresa está prácticamente sin producir ni entregar
mercadería por una medida de fuerza de los empleados
de sus dos unidades más importantes, ubicadas en las
ciudades bonaerenses de Carapachay y Pilar.
El conflicto se inició el martes pasado, cuando habían
transcurrido apenas 48 horas hábiles desde que Taselli
se hizo cargo de los activos de Parmalat, a través de
su nueva subsidiaria, Lácteas del Sur. Los empleados
de Carapachay, donde Parmalat tiene su centro de
distribución para prácticamente toda Capital y Gran
Buenos Aires, comenzaron con una protesta mediante la
denominada "retención de tareas". Sobre el filo de la
semana pasada, la medida se extendió a la planta de
Pilar, que es el corazón productivo de la empresa:
allí se produce leche en polvo, los yogures y los
postres Sandy.
Los directivos reclamarán hoy al Ministerio de Trabajo que
dicte la conciliación obligatoria, pero a su vez los
delegados gremiales adelantaron que como la "retención
de tareas" es una medida de fuerza individual y no
colectiva, el Gobierno no podría obligarlos a acatar
la conciliación.
Hay de por medio un reclamo de salarios atrasados y del pago
del medio aguinaldo de diciembre, que ya habría sido
abonado, al menos parcialmente. Pero el nudo del
conflicto es que los ejecutivos que desembarcaron hace
diez días quieren discutir con los delegados de la
Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea de
Capital un plan para achicar la planta de personal, de
1.200 personas, así como discutir una reducción de
algunos salarios. "Es algo que se debería conversar.
Desde que Parmalat estaba a la venta se sabía que
estaba sobredimensionada, con salarios que responden a
un convenio colectivo muy alto", dijo a Clarín el
nuevo director ejecutivo de la empresa, Mario Joris.
Los delegados gremiales rechazaron de plano la propuesta.
"Hoy la industria láctea está viviendo un pico de
crecimiento, con alta rentabilidad. Todas las empresas
del sector ya refinanciaron sus deudas, excepto
Parmalat", dijo Paco Trejo, delegado gremial de la
empresa.
Según detalló Joris -y confirmaron a este diario ejecutivos
de la empresa ajenos a la nueva conducción-, Parmalat
está en una situación cercana a la cesación de pagos
desde hace un año, por las deudas que arrastra con sus
proveedores. La facturación cayó 20% durante este año
con respecto a los $ 190 millones registrados en 2003.
El escándalo financiero de su casa matriz en Italia (donde
hace un año quedó expuesto un virtual agujero negro de
14.000 millones de dólares) impactó en la Argentina en
una de las unidades de negocios de mayor volumen, que
es la leche larga vida. Ocurre que el fabricante sueco
Tetra Pack -involucrado a nivel internacional en el
escándalo de Parmalat- dejó de entregar envases por
falta de pago y la leche Parmalat salió del mercado.
La empresa pasó de tener una producción diaria de un
millón de litros de leche a apenas 200.000.
-¿Hay un plan para inyectar dinero en Parmalat?" - preguntó
Clarín a Joris.
-Estamos viendo eso, porque los números que nos dejaron
llegan hasta junio. La empresa está sobredimensionada
y a punto de quebrar. Hay directores que cobran 14.000
dólares al mes y no corresponde pagar esos salarios.
Pero apenas estábamos comenzando a revisar los números
comenzó la medida de fuerza. Hace una semana que
Parmalat está fuera del mercado.
Luis Ceriotto
Clarín
28
de diciembre de 2004