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Parmalat
No hay mejor negocio que vender lo ajeno |
Una
generalizado rechazo provocó el anuncio de venta de la
planta lechera Parmalat, instalada sobre terrenos
fiscales y cuya infraestructura fuera donada por el
gobierno sueco al Consejo Nacional de la Niñez.
Cuando Giovanni Gottaro, administrador de
Parmalat,
anunció que la planta se encontraba en proceso de
venta a un grupo de inversionistas extranjero
encabezado por un venezolano, se desató una reacción
en cadena. El administrador de Bienes Nacionales,
Aristipo Vidal, respondió ordenando una investigación
exhaustiva de la operación. Dirigentes del comercio
mayorista y detallista y líderes de organizaciones
comunitarias hicieron pública su preocupación. El
presidente de la Fundación Pro Defensa de la Propiedad
(FUNDAPRO), Santiago Moquete, consideró que si la
transnacional italiana vende sus acciones, el Estado
deberá ser parte de la operación porque es el dueño de
la planta procesadora de leche y de los terrenos donde
está ubicada. Ante estas noticias, Rel-UITA consultó a
Bernabel Matos, dirigente de la Federación de
Trabajadores de la Alimentación, quien comentó:
“Cuando el doctor Peña Gómez se desempeñaba como
alcalde de la capital (Santo Domingo, 1982-1986),
gestionó ante el gobierno de Suecia una donación para
equipar una planta lechera con la finalidad de
satisfacer la demanda de leche en las escuelas, y
otros planes sociales del gobierno. Esa donación se
destinó al Consejo Nacional de la Niñez (CONANI). En
1994, las postrimerías del último gobierno de Joaquín
Balaguer, se firmó un acuerdo entre el Instituto
Nacional de Estabilización de Precios (INESPRE) y la
Asociación de Productores de Leche (Aproleche),
otorgando a estos la planta. Al tiempo los ganaderos
se la entregaron a
Parmalat.”
La planta en cuestión está ubicada en el sector de
Villa Duarte, cubriendo aproximadamente 25 mil m2.
Parmalat
llegó al país en 1995.
El cotidiano HOY informó que los ganaderos
“después de obtener los terrenos y edificios que
albergan la referida planta, por la suma irrisoria de
100 pesos dominicanos al año, es decir 2,50 dólares
anuales, se la entregaron a la transnacional
Parmalat, quien logró a través del tiempo reducir la
participación accionaria de los ganaderos al mínimo,
mientras aprovechaba la oportunidad de los productores
de leche locales de sólo pagar los simbólicos 2,50
dólares anuales”.
En conferencia de prensa el director del INESPRE,
José Francisco Peña Guaba, consignó: “Parmalat sólo ha pagado alrededor de un millón 500 mil
pesos de beneficios al Estado (37.500 dólares), en los
ocho años que tiene operando en el país, lo que
equivale a 15.625 pesos mensuales (390 dólares),
aunque ha reportado ventas por 500 millones de pesos
(12 millones 500 mil dólares) en algunos años.
Alberto Lereoux, dirigente del Consejo Nacional
del Comercio en Provisiones (CNCP), consultado por el
periodista Mario Méndez, manifestó: “Antes que nada
creo que el gobierno debería retomar la posesión de
esa planta, y aquí hay capacidad de manejarla con
criterio para beneficio del desayuno escolar. Si se
maneja de manera transparente aquí no va a haber
inconvenientes, el problema es cuando se lo dan a
particulares que se creen que son dueños de eso y
hacen y deshacen”.
Cuando el hambre se junta con las ganas de comer
Nelson Minaya, en Listín Diario,1 aborda el caso Parmalat
relacionándolo con el contexto de debilidad
institucional que padece la República Dominicana, un
verdadero “caldo de cultivo para que personeros
anclados en sectores organizados, materialicen planes
y proyectos de beneficios particulares basados en la
cosa pública”. A su vez, consigna, “otro 'vicio' de la
debilidad institucional es la distorsión maliciosa y
dirigida que se da al margen de los acuerdos,
contratos, convenios y facilidades cuando se trata de
asuntos gubernamentales, porque ni el propio Estado
está organizado para hacer valer sus derechos frente a
terceros o está ausente la 'voluntad política' para
hacer cumplir leyes y resoluciones”. Finalmente, en
relación con el proceso de desvirtualización del
proyecto originario, Minaya comenta: “Podría
sospecharse que se trata de un 'mamotreto' en el cual
los ganaderos utilizaron la donación simbólica que les
hizo el Estado a un precio de 100 pesos dominicanos
por año para aportarlo como un activo propio en un 'joint
venture' con la entonces poderosa
Parmalat,
a cambio de acciones”.
Lo cierto es que cuando
Parmalat
tomó el mando de la planta, fue manejando a su antojo
a los productores. El pasado año los tamberos
denunciaban que la lechería dominicana se encontraba
en estado de extinción. Entre las causas: Nestlé
y Parmalat,
grandes procesadoras, pagaban por debajo de los costos
de producción, y el precio fijado por el Consejo
Nacional para la Reglamentación y Fomento de la
Industria Lechera (CONALECHE). Es que también, por
estos tiempos, la arrogancia anda de la mano de la
impunidad.
Gerardo Iglesias
© Rel-UITA
22 de setiembre de 2004
1
Listín Diario, Tribuna Abierta, 14 de setiembre 2004.