Honduras

 

Bandidaje y explotación

  

Aquí y allá la embestida de las transnacionales avasalla libertades sindicales, viola los acuerdos colectivos, hostiga a los trabajadores para que cumplan con unas metas que lastiman el cuerpo y la dignidad humana, y está provocando una persistente eliminación de puestos de trabajo. Cuando más crecen, cuando más porcentaje del mercado global detentan, cuando más en solitario juegan luego de fagocitar la competencia, más soberbias y violentas se tornan.

 

Sus prácticas antidemocráticas y antisindicales se registran en toda la región, y salvo algunas organizaciones sindicales, nadie les pone límites. Es que estas poderosas corporaciones, en combinación con otros actores neoliberales, más la dieta impuesta por “las invisibles leyes del mercado”, han enflaquecido tanto al Estado que, cuando en alguna ocasión éste aparece llega tan disminuido que nadie lo toma en cuenta.

 

La semana pasada el Sindicato de Trabajadores de la Industria de las Bebidas y Similares (STIBYS), notificó en rueda de prensa sobre la obstinada política antisindical de la SABMiller, que en Honduras tiene una alianza estratégica con Coca Cola. A menos de seis meses de haberse firmado el Contrato Colectivo, la transnacional despidió injusta e ilegalmente a Leonel Arqueta Moreno, Joab Orlando Zelaya Vázquez y Nelson Eliberto López Reyes, y fueron sancionados René Javier Campos Lara y José Luis Bonilla Manzanares. Salvo Joab Orlando Zelaya, el resto de los compañeros despedidos son dirigentes del sindicato.

 

Según el STIBYS, estos despidos no solamente incumplen la Constitución de la República, el Código del Trabajo y el Contrato Colectivo, sino que atentan directamente contra la libertad sindical, “porque a estos compañeros los despiden o castigan por su activismo sindical”, asegura el sindicato. 

 

Junto con el STIBYS, estos trabajadores del Departamento de Ventas han reclamado oportunamente sobre la falta de personal en los centros de producción, han advertido que el número de camiones es insuficiente y que muchos están en mal estado. Por ello es que en los días de venta alta sobrecargan los vehículos, abrumando también a los trabajadores que, si no cumplen con los clientes, son suspendidos o se les cancela el contrato de trabajo.

 

SABMiller intenta imponer un régimen de trabajo sin fin: ser su empleado equivale a estar a su servicio permanentemente. Para la transnacional, los trabajadores deben entender de una vez por todas que es ella quien estructura su existencia.

 

Por último, sobre la Constitución de la República, el Código de Trabajo y el Contrato Colectivo,  SABMiller y su aliada Coca Cola parecen coincidir con el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt cuando decía: “Las leyes están para ser violadas”. 

 

Gerardo Iglesias

Rel-UITA

17 de julio de 2008

 

 

 

Ilustración: Rel-UITA

 

 

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