Con
Gregorio Rodríguez
Cercado por el monstruo antisindical SABMiller |
Haciendo honor a su reputación de ser una de las empresas más antisindicales en
el ámbito global, SABMiller ha desatado en Panamá una persecución personalizada
sobre el compañero Gregorio Rodríguez, integrante de la Junta Directiva del
Sindicato Industrial de Trabajadores de la
Fabricación y Comercialización de Refrescos, Bebidas, Gaseosas, Cervezas,
Licores y Similares (SITRAFCOREBGASCELIS).
Gregorio dice que “resistirá”, pero que su caso debe ser conocido para que el
mundo conozca a SABMiller. Sirel dialogó con él.
-¿Cómo podrías describir lo que
está ocurriendo allí en este momento?
-Estamos viviendo una situación
muy dura y triste. SABMiller
compró la franquicia de Cervecería Nacional hace un año. Desde ese
momento han comenzado a despedir el personal antiguo y a empeorar las
condiciones de trabajo de los que quedamos.
Han disminuido los salarios, no
nos dan uniformes, nos niegan condiciones de trabajo mínimamente humanas. En mi
caso personal, me desplazaron de mi lugar de trabajo habitual en la
distribución y me tienen dentro de la planta, sentado en una silla sin ninguna
ocupación concreta.
Cada vez que los gerentes llegan
hasta mi sector vienen a amedrentarme, a amenazarme, a decirme que debo
renunciar a mis fueros sindicales porque la empresa me mantendrá en la situación
arruinada de ahora y nunca podré hacer ningún trabajo sindical.
-¿Por qué se ensañan contigo?
-Nuestro sindicato agrupa
también a los trabajadores de otras empresas del sector bebidas, y yo soy el
único en SABMiller
que integra la Junta Directiva, en carácter de subsecretario de Relaciones
Internacionales y por tanto tengo fueros sindicales. Es por esta única razón que
todavía no me han despedido.
-¿Cómo desarrollan la actividad
del sindicato?
La organización sindical se hace
muy dificultosa, pero a pesar de todo estamos bastante bien; ya llevamos 200
afiliados, y estamos tratando de expandirnos hacia el interior del país. En
total hay 825 trabajadores de
SABMiller en
Panamá. Ellos me hostigan para que me vaya, porque no quieren tener ningún
tipo de sindicato dentro de sus plantas.
-¿Cómo son las condiciones de
trabajo?
-Son muy difíciles. Hemos
levantado un Pliego de Violaciones a la Legislación Laboral panameña y la
presentamos ante el Ministerio de Trabajo, pero éste mantiene una actitud
completamente indiferente ante nuestras denuncias, es decir, es cómplice con la
empresa.
Por suerte los compañeros de
Coca Cola
nos están apoyando en lo que se refiere al asesoramiento legal y a capacitar al
personal para alcanzar la firma de un Convenio Colectivo.
-¿Cómo se manifiesta esta
persecución en tu vida cotidiana?
-Es algo muy fuerte que ha
significado para mí una brutal pérdida salarial. Yo ganaba 800 dólares
mensuales, y ahora, en mi nuevo puesto de trabajo, apenas recibo 283 dólares por
mes. Eso ha tenido consecuencias concretas, como por ejemplo que dejé de pagar
el crédito de mi casa así como otras cuotas de muebles y artículos del hogar.
Mis hijos no han ido a la escuela porque no he tenido dinero para pagar las
matrículas. Sinceramente, la situación que tengo en mi casa es bien dura. Yo
resisto, pero el panorama es oscuro.
Lo que precisamos es que esta
situación se conozca a nivel internacional, que el movimiento sindical y social
sepa que la SABMiller
es un monstruo antisindical.
Carlos Amorín
Rel-UITA
13 de febrero de 2008 |
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