El poder al
servicio del enriquecimiento de los
hijos del
presidente Uribe
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Tomás y Jerónimo, los
hijos menores de 30 años del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, se
enriquecieron por las decisiones de un alcalde y de altos funcionarios
subalternos de su padre. Son evidentes los favoritismos e ilegalidades en su
beneficio. Y se enriquecieron en grande, en miles de millones de pesos: desde
2006, un terreno en Mosquera, cerca de Bogotá, en el que poseen el 15 por
ciento, luego de pequeñas obras de urbanismo, aumentó su precio de 8.600
millones de pesos a 138.000 millones de pesos.
El lote se lo vendió a los
hijos del Presidente la trasnacional Bavaria SabMiller y, según las
escrituras, medía 34 hectáreas, pero resultó que había un curioso y enorme
error: en realidad, medía 53 hectáreas. Así, el precio del metro cuadrado les
salió a solo 13.000 pesos (6 dólares aproximadamente), una suma bajísima en la
Sabana de Bogotá. Además, la misma trasnacional les vendió otro lote de 100
hectáreas, también en la Sabana, en Tocancipá, por solo 22.000 millones de pesos
(9.900 dólares). En este negocio son socios de algunos amigos de su padre que
tienen la merecida fama de estar entre los colombianos más adinerados. Según los
jóvenes Uribe, en este caso “no colocamos inversión en dinero para
obtener esa participación (12 por ciento), sino que la obtuvimos de la promoción
del mismo” proyecto.
Si a los hijos del Presidente
les ha ido muy bien con Bavaria SabMiller, a la trasnacional le ha ido
mejor con el jefe del Estado. El gobierno le otorgó una zona franca especial y
un contrato de estabilidad jurídica para su nueva fábrica en Yumbo, cerca de
Cali, la cual costó 175 millones de dólares.
La zona franca le rebaja, entre otras gabelas,
el impuesto de renta del 33 al 15 por ciento durante 30 años. Y el contrato de
estabilidad jurídica determina que en los próximos 20 años no se le podrán
aplicar normas que le desmejoren sus condiciones económicas, lo que la exime,
por ejemplo, del nuevo impuesto de guerra que seguramente se aprobará en 2010.
Además de la notoria
inconstitucionalidad del decreto 383/07 que autorizó las zonas francas
especiales, porque no se apoya en la Ley 1004/05 que le da base, y de flagrantes
violaciones de procedimiento para tramitar la especial de
Bavaria SabMiller,
esta no cumple con lo que se supone es el primer requisito para otorgarlas:
inducir nuevas inversiones. Y lo mismo puede decirse sobre la falta de
justificación moral y legal del contrato de estabilidad jurídica. Porque el
decreto 383 y el otorgamiento de la estabilidad jurídica son de febrero de 2007
y cuatro años antes, en el Informe
Anual de Bavaria de 2003,
esta anunció la “Iniciación de
actividades para la construcción de la cervecería del Valle que sustituirá a la
de Cali –Colombia– y que, con una capacidad instalada que duplicará la de ésta,
cubrirá territorios de alto consumo que eran abastecidos por fábricas que
cesaron sus operaciones en desarrollo del proceso de racionalización de la
plataforma industrial”.
Es obvio, entonces, que la trasnacional decidió invertir por las necesidades del
negocio y antes de las canonjías que, sin ninguna razón de Estado, le otorgó el
gobierno, las mismas que, en solo 2008 y por menor impuesto de renta, suman
11.707 millones de pesos.
Si a los hijos
del Presidente les ha ido muy bien con Bavaria SabMiller, a la
trasnacional le ha ido mejor con el jefe del Estado. El gobierno le
otorgó una zona franca especial y un contrato de estabilidad
jurídica para su nueva fábrica en Yumbo, cerca de Cali, la cual
costó 175 millones de dólares. La zona franca le rebaja, entre otras
gabelas, el impuesto de renta del 33 al 15 por ciento durante 30
años. |
El alcalde de Mosquera,
Álvaro Rozo, valorizó el lote de los hijos del Presidente al aumentar de 50
a 75 por ciento el área que puede edificarse en el primer piso. También lo
valorizó cuando adoptó un Plan Parcial que en la práctica pasó el uso del suelo
de rural a urbano y permitió parcelarlo para construir industrias. Y el Plan
Parcial violó la Ley 388 de 1997 que ordena pagar impuesto de plusvalía a los
lotes que se valorizan por las decisiones oficiales.
Poco después, los hijos del
presidente Uribe le vendieron baratísima una porción del lote valorizado
a Inversiones ALC, empresa que fundó el alcalde de Mosquera y que hoy aparece a
nombre de sus hijos y hermanos. Estos lotes se vendieron a solo 19.000 pesos el
metro cuadrado. Y dos días después le vendieron a otros compradores dos predios
vecinos a los anteriores y que tenían el mismo origen, pero a 53.000 el metro
cuadrado. Es obvio que la Fiscalía debe investigar, porque salta a la vista un
posible e ilegal favorecimiento recíproco.
Se publicó una fotografía de
Tomás Uribe con el ministro de Vías y Transporte en una reunión en la que se
trató sobre la doble calzada Madrid – Mosquera, vía que pasa por en medio
del famoso lote. Y se conoce otra en la que aparece el mismo Tomás en la
proclamación de la candidatura al senado del ahora ex alcalde de Mosquera,
Álvaro Rozo, a quien tiene tantas razones para querer.
La otra gran valorización del
predio de los hijos del Presidente tiene origen en que el gobierno autorizó
desarrollar allí la Zona Franca de Occidente, decisión que aumentó en notables
proporciones el precio del suelo, porque las grandes empresas que se establezcan
allí, entre otras canonjías, no pagarán impuesto de renta del 33 por ciento sino
del 15 por ciento. La aprobación la hizo, luego de comprobados favoritismos e
ilegalidades, el Comité Intersectorial de Zonas Francas, donde deciden los
ministros de Comercio y Hacienda y otros altos subalternos del Presidente de la
República.
Los ministros han dicho que
ellos no sabían de quién era la tierra de la Zona Franca de Occidente y que
tampoco estaban obligados a saberlo. Que por ello, por tanto, no se declararon
impedidos para tomar la decisión que enriqueció a los hijos de su patrón, el
presidente Uribe, como se los ordenaba la ley. Su ignorancia no es
creíble, entre otras cosas, porque el 7 de diciembre de 2007 se publicó en El
Espectador, el segundo diario de circulación del país, un artículo de un
respetado analista el que se denunció que Tomás y Jerónimo Uribe
eran socios de ese negocio. Y el artículo 209 de la Constitución, el Decreto
2685 de 1999 y la Resolución 001 de la Comisión Intersectorial de Zonas francas,
donde ellos tienen silla, los obligaban a conocer quienes eran los propietarios
del lote. O, como se preguntó una articulista amiga del gobierno, ¿si el lote
hubiera sido de un conocido narcotraficante, también habrían aprobado la zona
franca?
Violando la Constitución y la
ley, el jefe de la administración de impuestos de Colombia se negó a
suministrar todos los documentos públicos que requiere la investigación
senatorial y tampoco ha respondido si los hijos del Presidente pagaron los
impuestos correspondientes a las grandes ganancias obtenidas en este negocio
hasta el final de 2008. Esto, a pesar de que ellos han reconocido una
valorización de parte de la inversión en Mosquera de más de 100 veces y
utilidades de 10.000 por ciento, reconocimiento hecho en un documento público al
parecer elaborado para no pagar los impuestos.
El Presidente Álvaro Uribe,
también en contra de legalidad nacional, no contestó el derecho de petición
formulado por este senador en el que le pregunté: ¿sabía usted que sus hijos
eran socios del lote de la Zona Franca de Occidente? Si sí lo sabía, que es lo
que han dicho ellos, ¿por qué no se lo informó a los ministros y a los otros
subalternos suyos, de manera que según la ley pudieran declararse impedidos para
aprobarlo?
También es causa de escándalo
en Colombia que Bavaria
SabMiller y otras
grandes empresas le hubieran entregado a Residuos Ecoeficiencia, otra empresa de
la que son socios los hijos del presidente Uribe, la recolección y
disposición de sus desechos industriales. Porque esos desechos los recolectaban
y usufructuaban antes los llamados “recicladores”, uno los grupos sociales más
pobres del país. Expresando su dolorosa frustración en el Senado, Ana Isabel
Martínez, presidenta de una de las asociaciones desplazadas de este negocio,
dijo: “Son como una plaga que está quitándonos la basura a los pobres”.
En la inmoralidad propia de un
gobierno que se empeña en cambiar la Constitución por segunda vez para que
Álvaro Uribe pueda lograr un tercer gobierno, lo que podría conducir a su
reelección perpetua, no sorprende que se haya levantado la impúdica teoría de
que los hijos del Presidente pueden hacer cualquier negocio que no sea ilegal,
con lo que desconocen los más elementales controles éticos y morales de la
sociedad y, además, intentan ocultar las ilegalidades ocurridas.
Quien no caiga en las
manipulaciones en las que es tan hábil Álvaro Uribe podrá entender que,
entre otros horrores, son negocios como los de los hijos del Presidente lo que
se quiere reelegir.