Una mentira
Hasta hace un rato nomás, los grandes medios nos
regalaban, cada día, cifras alegres sobre la
lucha internacional contra la pobreza. La
pobreza se estaba batiendo en retirada, aunque
los pobres, mal informados, no se enteraban de
la buena noticia. Los burócratas mejor pagados
del planeta están confesando, ahora, que los mal
informados eran ellos.
El Banco Mundial ha dado a conocer la
actualización de su International Comparison
Program. En el trabajo participaron, junto al
Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional,
las Naciones Unidas, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico y otras
instituciones filantrópicas. Ahí los expertos
corrigen algunos errorcitos de los informes
anteriores.
Entre otras cosas, nos enteramos ahora de que los
pobres más pobres del mundo, los llamados
"indigentes", suman quinientos millones más que
los que aparecían en las estadísticas. Además,
nos desayunamos de que los países pobres son
bastante más pobres de lo que los numeritos
decían, y que su desgracia ha empeorado mientras
el Banco Mundial les vendía la píldora de la
felicidad del mercado libre.
Y por si todo eso fuera poco, resulta que la
desigualdad universal entre pobres y ricos había
sido mal medida, y en escala planetaria el
abismo es todavía más hondo que el de Brasil,
país injusto si los hay.
Otra mentira
Al mismo tiempo, un ex vicepresidente del Banco
Mundial, Joseph Stiglitz, en un trabajo
conjunto con Linda Bilmes, investigó los
costos de la guerra de Irak. El
presidente George W. Bush había anunciado
que la guerra podría costar, como mucho, 50 mil
millones de dólares, lo que a primera vista no
parecía demasiado caro tratándose de la
conquista de un país tan rico en petróleo. Eran
números redondos, o más bien cuadrados. La
carnicería de Irak lleva más de cinco años, y en
este período los Estados Unidos han
gastado un millón de millones de dólares matando
civiles inocentes. Desde las nubes, las bombas
matan sin saber a quién. Bajo la mortaja de
humo, los muertos mueren sin saber por qué.
Aquella cifra de Bush alcanza para
financiar apenas un trimestre de crímenes y
discursos. La cifra mentía, al servicio de esta
guerra, nacida de una mentira, que mintiendo
sigue.
Y otra mentira más
Cuando ya todo el mundo sabía que en Irak no
había más armas de destrucción masiva que las
que usaban sus invasores, la guerra continuó,
aunque había olvidado sus pretextos. Entonces,
el 14 de diciembre del año 2005, los periodistas
preguntaron cuántos iraquíes habían muerto en
los dos primeros años de guerra. Y el presidente
Bush habló del tema por primera vez.
Contestó: -Unos treinta mil, más o menos.
Y a continuación hizo un chiste, confirmando su
siempre oportuno sentido del humor, y los
periodistas se rieron. Al año siguiente, reiteró
la cifra. No aclaró que los treinta mil se
referían a los civiles iraquíes cuya muerte
había aparecido en los diarios. La cifra real
era mucho mayor, como él bien sabía, porque la
mayoría de las muertes no se publica, y bien
sabía también que entre las víctimas había
muchos viejos y niños.
Esa fue la única información proporcionada por el
gobierno de los Estados Unidos sobre la
práctica del tiro al blanco contra los civiles
iraquíes. El país invasor sólo lleva la cuenta,
detallada, de sus soldados caídos. Los demás son
enemigos, o daños colaterales, que no merecen
ser contados. Y, en todo caso, contarlos
resultaría peligroso: esa montaña de cadáveres
podría causar mala impresión.
Y una verdad
Bush
vivía sus primeros tiempos en la presidencia
cuando el 27 de julio del año 2001 preguntó a
sus compatriotas: -¿Pueden ustedes imaginar un
país que no fuera capaz de cultivar alimentos
suficientes para alimentar a su población? Sería
una nación expuesta a presiones internacionales.
Sería una nación vulnerable. Y por eso, cuando
hablamos de la agricultura americana, en
realidad hablamos de una cuestión de seguridad
nacional.
Esa vez, el presidente no mintió. El estaba
defendiendo los fabulosos subsidios que protegen
el campo de su país. "Agricultura americana"
significaba, y significa nada más que
"Agricultura de los Estados Unidos".
Sin embargo, es México, otro país
americano, el que mejor ilustra sus acertados
conceptos. Desde que firmó el tratado de libre
comercio con Estados Unidos, México
no cultiva alimentos suficientes para las
necesidades de su población, es una nación
expuesta a presiones internacionales y es una
nación vulnerable, cuya seguridad nacional corre
grave peligro:
- actualmente, México compra a los
Estados Unidos 10 mil millones de dólares de
alimentos que podría producir;- los subsidios
proteccionistas hacen imposible la competencia;-
al paso que vamos, de aquí a poco las tortillas
mexicanas seguirán, siguen siendo mexicanas por
las bocas que las comen, pero no por el maíz que
las hace, importado, subsidiado y transgénico;
- el tratado había prometido prosperidad
comercial, pero la carne humana, campesinos
arruinados que emigran, es el principal producto
mexicano de exportación.
Hay países que saben defenderse. Son pocos. Por
eso son ricos. Hay otros países entrenados para
trabajar por su propia perdición. Son casi todos
los demás.
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