-Hace unos años, en una entrevista, manifestaste: “Yo toco
lo que siento, y me despierto sintiéndome diferente cada
día”. ¿Eso significa que cada día vas a expresar
musicalmente algo distinto?
-Sí, la naturaleza hace que todos nos despertemos cada día
bien diferentes. Yo me levanto temprano a escribir música,
acompaño a mi hijo Ian Manuel en sus tareas y estudios. Hago
mis diligencias y al volver a casa escucho lo que escribí, y
cuando me siento en el mood2
comienzo a practicar, a veces dos horas, otras veces cuatro y
hasta seis horas. Y lo hago casi todos los días, no todos,
porque hay que darle un descanso a la mente y al cuerpo.
-Es decir que el aprendizaje y la práctica son constantes.
Giovanni Hidalgo realizó
una clínica musical y show en la sala Zitarrosa
de Montevideo junto a Hugo y Osvaldo Fattoruso y
otros invitados.
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-Constantes, tanto física como mentalmente. La visualización
mental es lo que nos ayuda a crear, a liberar la fantasía,
la imaginación.
-A la hora de tocar, ¿en qué orden se ubican tus manos, tu
mente y tu corazón?
-Uno se acomoda en el consciente, en el espíritu, y de ahí
pa´lante viajamos hasta la China. El amor, la música y la fe
para mí son una sola cosa. Es esa energía que nos levanta y
que nos pone el día a amar nuestra pasión. Y otra cosa que
nos ayuda es la risa, el remedio infalible. Pero la música
es lo que nos salva.
-¿Te gusta enseñar?
-Sí. Actualmente estoy solamente con mis clínicas privadas y
con las compañías Latin Percussion (n.d.r.: con la que
tiene varios modelos de instrumentos con la marca LP/Giovanni)
y Zildjian, pero me gusta darle clases a chamaquitos de
todas las edades y también a personas mayores. Dios nos
envía un regalo en la vida y siempre hay una transmisión
mental y espiritual; uno aprende enseñando y no importa la
edad. Y eso me transporta al pasado y también me brinda una
visualización futurística para obligar a la nueva generación
a que sea consistente, a que sea perseverante, ¿me sigues?
-Claro. Y eso que en alguna medida tú heredaste del abuelo
“Nando” y de tu papá José,3
¿hoy puede continuarlo tu hijo?
-Mira, él ya va para los 17 años y vive conmigo, desde la
barriga de su mamá me escuchaba tocar la conga. Yo le bajaba
la afinación hasta Do central, Sol o Re abajo para ampliar
la ola del sonido, de la vibración, y durante su gestación
recibió eso siempre. A las dos semanas de haber nacido
cuando me escuchaba tocar ya alzaba la cabecita y de
momentos se reía. ¿Y sabes una cosa, Rubén? A mi hijo yo lo
soñé. Antes que naciera le expliqué a su mamá: mire, va a
ser un varón y va a ser así, de esta manera. Y cuando nació
me quedé perplejo porque así mismito fue; honestamente,
soñado. Hoy que ya está grande nos toca la segunda fase, la
del colegio, la universidad. Ian Manuel es un muchacho
brillante y bien alegre, y a todo aquel que puede le enseña,
y como tantos otros va a dar el mensaje y va a expandirlo.
-Sé de tu modestia, pero ¿qué sientes cuando los entendidos
y la mayoría de tus colegas dicen que eres el mejor
percusionista?
-¡Qué cosa, verdad! Habemos millones de criaturas en esta
tierra con diferentes dones. Yo trato de hacer lo mejor que
puedo en mi instrumento. Practico y estudio porque siento
responsabilidad, sé que la nueva generación viene
escuchándome, viendo mis vídeos, y no soy el único, porque
hay grandes congueros y percusionistas. Pero en esa gigante
diversidad que hay en la vida, enseñar y aprender es un
ciclo infinito que va unido. Entonces, es imposible ser el
mejor del mundo.
-¿Un buen percusionista nace con la clave? ¿Cuánto se trae y
cuánto se desarrolla?
-Es que ni tú ni yo podemos responder esa pregunta. Nosotros
podemos tener una perspectiva, especular algo y decir que, a
base de la práctica (...) pero la clave depende de los
dones, algunos la tienen, otros la tienen un poquito y otros
no la tienen.
-Como amante de esta música, siendo periodista y discjockey,
detecto la clave fácilmente y conozco el gusto del bailador,
sin embargo no tengo habilidad para bailar ni para la
ejecución.
-Pero ahí mismito ya tienes una ventaja también, puedes
verlo de otra manera, lo sientes y te encantas. No lo puedes
ejecutar pero lo aprendes mentalmente y puedes crear en
otras áreas. Y como te digo, estamos al frente de una súper
pantalla, una película donde tenemos mucho que escoger en
base a la diversidad existente. Y eso es algo natural, “That
goes beyond our knowledge” (n.d.r.: que en español
significa: “Va más allá de nuestro conocimiento”). En mi
caso me gusta practicar, y espero llegar a mis 80 años y
seguir practicando. Te confieso algo, cuando estoy de gira
practico menos pero cuando tengo oportunidad duermo con mi
conga, ¿sabes? Pongo mi conguita, le echo la patita por
encima y duermo con ella abrazado. Y no bromeo con eso
porque ese es el instrumento que nos brinda el pan; si eres
un violinista, o eres un flautista, cómo no vas a dormir con
tu instrumento.
-¿Cuánta religión hay en ti?
-Soy católico, y estoy en la religión Yoruba, también.
-¿Podrías tocar los tambores Batá4 si no estuvieras en la religión Yoruba?
-Sí, siempre y cuando uno se adoctrine, lea y siga las
normas se pueden tocar. Por ejemplo, hay dos clases de
tambores, los batá abericulá, que son festivos y no
religiosos, con los que todo el mundo puede guarachar, y los
batá de fundamento, donde también se guarachea pero con más
rectitud, siguiendo ciertas normas. Pero en materia de
religión yo leo la Biblia, estudié la religión Bantú, me
gusta el Budismo, el Yoga, el Tai Chi, todo arte marcial es
importante. La música, el deporte son también una sola cosa
porque ahí trabaja tu sistema cardiovascular y todo tu
cuerpo buscando una armonía. Y me voy a la comida, un
pescado al vapor, con un poquito de yautía y malanga, una
serenata de bacalao, una sierra al escabeche, cositas así,
¿me entiendes?, comer sano, buscando siempre la armonía y el
buen gusto. Claro, de vez en cuando pues nos comemos nuestro
jamoncito, nuestras patas de vaca o patitas de cerdo, pero
la mayor parte debe ser con un pollito, si es al horno o las
brasas mucho mejor.
-Se percibe que en la cocina “metes mano” también...
-Sí, me gusta el arte culinario, ese bello y extenso mundo
de la gastronomía. Y cocino a ojo, al estilo de mi abuela y
mi mamá, aunque algunas cosas las apunto.
-¿Con qué plato agasajarías a un amigo?
-¡Uah, men!, es que hay muchos pero me encanta el bistec con
cebolla, con su salsita, bien chévere, y una raja de
aguacate, con el arrocito blanco, papas fritas y amarillo
(n.d.r.: plátano maduro) frito, eso es único.
-¿Cómo le surge a tu papá el mote de Mañengue?
-Es como un diminutivo de origen cubano o puertorriqueño. Mi
abuela Luisa llamaba a mi papá “ñeñe, ven acá”, o pedía,
“llámate a ñeñe”. Y Mañengue viene de los chiquititos y así
le quedó a mi papá todo el tiempo, y es único. De ahí me
quedó a mi Mañenguito, y espero que eso siga hasta los
tataranietos de mis tataranietos.
Giovanni
y su hijo
Ian Manuel |
-¿Qué significó Batacumbele5
en tu vida musical?
-Increíble, una gran experiencia, esos son mis hermanos.
Nosotros innovamos y cambiamos toda la estructura ritmática
de lo que se estaba tocando en Puerto Rico. Fusionamos jazz
con los tambores africanos, ritos santeros cubanos, y ritmos
tradicionales de nuestra islita, como la bomba, la plena y
la música jíbara. El grupo lo creamos en 1981 junto a Eric
Figueroa como director musical y pianista, y Eddie “Guagua”
Rivera como bajista, pero la revolución partió de Ángel
“Cachete” Maldonado, Anthony Carrillo y de mí, y todavía
seguimos metiendo caña.
-Si decimos que Batacumbele fue tu consagración, ¿Dizzy
Gillespie fue tu postgrado?
-Mira, la mayoría de los directores que tuve pueden ser mis
abuelos. Creo que mi postgrado lo obtuve en 1988 con la
Orquesta de Jazz de las Naciones Unidas dirigida por Dizzy
Gillespie –una súper escuela– y con Art Blakey & The Jazz
Messengers. Por recomendación de Paquito D´Rivera entré con
Gillespie, y le agradezco eso. Nunca me imaginé estar con
esas personas, que no son sólo directores, estuve con los
creadores del Be Bop. Y si venimos a ver cuando entré con
Tito Puente & The Golden Latin Jazz All Stars, ¡Alabao!, con
ese señor fue el acabose.
-Tito Puente fue quien reivindicó a los percusionistas, y
creo que tú has elevado el concepto de quienes tocan los
tambores a una categoría superior, ¿cómo definirías a Tito
Puente?
Tito
Puente y
Giovanni |
-Bueno, la materia se fue pero su espíritu sigue entre
nosotros. El señor Ernesto Antonio Puente Ortiz fue una
persona muy divertida pero muy estricta, siempre hizo su
trabajo con una fuerza y una magnitud corporal y espiritual
increíble. Chano Pozo fue el primero que cruzó y trajo esto
acá a Estados Unidos, pero Tito Puente fue quien le brindó
la oportunidad y abrió la puerta para que entraran todos los
compañeros de su época: Mongo Santamaría, Armando Perazza,
Cándido Camero, Carlos "Patato" Valdez, Willie Bobo,
Francisco Aguabella, Julito Collazo, "Tata" Güines, José
Luis “Changuito” Quintana y su papá Pedrito Quintana, Los
Papines, Pello el Afrokan, Ray Barretto, otro grande que ha
dejado una crema bien bonita, Rafael Cortijo, Maninín,
Martín Quiñones, José Mangual, Celso Clemente, y ya estamos
hablando de los pioneros y la segunda generación, Eddie
Montalvo, Johnny Rodríguez, Cachete Maldonado, Eladio Pérez,
Orestes Vilató, Nicky Marrero, yo mismo, y varios negros
americanos como Bill Fitch, Don Alias, Ralph MacDonald. Si
olvidé alguno, que me excusen.
-Hagamos un rápido repaso de tu carrera.
-Nací el 22 de noviembre de 1963, el mismo día que mataron a
John Kennedy, y estoy tocando desde los 3 años, pero como
profesional debuté a los 8 años. Mis comienzos formales
fueron en 1975 con Mario Ortiz, trompetista puertorriqueño.
Dos años después seguí con Luigi Texidor, ex cantante de la
Sonora Ponceña, con Charlie Palmieri, el gigante de las
blancas y las negras, y también como ser humano, esa fue mi
escuela musical. Después viene Batacumbele en 1981, luego
Eddie Palmieri –hermano menor de Charlie–, para mí el más
innovador de la música latina. Luego, más adentrado en el
jazz, estoy con Paquito D´Rivera y después con Dave Valentin.
Y llega el tiempo con Tito Puente. A mediados de 1989 armo
mi propio grupo bajo la dirección de Tommy Villarini y grabo
mi primer disco: “Villa Hidalgo”, en 1992, para Messidor,
con Dizzy y Paquito como invitados especiales. A partir de
1993 con el sello Tropijazz de Ralph Mercado grabo “Worldwide”,
“Time Shifter”, “Hands of Rhythm” –nominado al Grammy en la
categoría Mejor Grabación de Jazz Latino en 1997– y
publicamos “Greatest Hits”. En 2000 grabamos “Conga Kings”
con "Patato" Valdez y Cándido Camero, y en 2001 “Jazz
Descargas”. Tengo varios vídeos de enseñanza como solista,
uno con Changuito y otro con el baterista cubano Horacio
Hernández. Y he tocado con infinidad de músicos, Hilton
Ruiz, Michel Camilo, Arturo Sandoval, Humberto Ramírez,
Gonzalo Rubalcaba, Zakir Hussain, Airto Moreira, Juan Luis
Guerra, Ricardo Arjona, Diego El Cigala, Paul Simon, Freddy
Hubbard, Mickey Hart, y hasta he tocado rock con Jack Bruce,
del famoso grupo británico Cream.
-¿Qué músicos integrarían tu selección para tocar
salsa-jazz?
-Trataría que estuvieran músicos que tocaron con Puente,
Tito Rodríguez, Machito, con cantantes de la vieja guardia y
de la nueva onda. Hace como 10 años que trato de hacer eso.
Estoy esperando la compañía y el productor más grande que
tenga fe en mí y en mi team, donde podamos ensayar por lo
menos un mes para después meternos al estudio a grabar. Y
algún día lo haré, date por seguro.
-¿Al piano "Pappo" Lucca?
-Sí, olvídate de eso, el don de músico y de ser humano de
ese señor es tremendo; "Pappo" en el piano, y en el bongó
Roberto Roena –él nos llevó a mí y a Celso Clemente Jr. a
los 9 años de edad a tocar con su banda al Coliseo Roberto
Clemente, ¡qué increíble!–. Y como cantantes me llevaría a
Justo Betancourt, Ismael Quintana, Cheo Feliciano, Adalberto
Santiago, Ismael Miranda, y de la nueva generación a Luisito
Carrión, Wichi Camacho, y de Cuba a Isaac Delgado y los
nuevos cantantes de la orquesta de Orlando “Maraca” Valle.
Sería la banda de mis sueños, buena selección y mucha
diversidad.
-En 1997, en el SOB´s de Nueva York, me presentaste a
Changuito Quintana llegado ese día de Cuba, y me dijiste:
“Este es mi papá”. Ray Barreto y su orquesta era el show esa
noche y tocaron juntos por vez primera, Barreto en las
congas, Chango en los timbales y tú en el bongó. Lo viví
desde la tarima y para mí fue inolvidable, ¿lo recuerdas?
-Sí, como no. Changuito es mayor que yo y es como mi padre.
Una vez él me dijo: “Compadre, yo no tengo que decirte nada.
Yo estudio tus cositas, esto, esto y esto”, y me quedé
atónito. Y yo le dije: “Yo te escuché hacer esto, esto, y
esto, hago esto de esta manera y tú lo haces de esta otra
forma”. Y él me preguntó: “¿Cómo se hace esto?”, y le
respondí: “Tú sabes eso, es que tú lo haces de una forma y
yo lo hago de otra”. A él le gusta mi tumbao y a mí me gusta
el de él, y así aprendimos los dos. Muchas de esas cosas las
aprendí con mi papá "Mañengue", con "Patato" Valdez y con
"Tata" Güines, antes de ir a Cuba, y sin yo pedírselos. Pero
mi encuentro con Changuito en Cuba –Cachete Maldonado nos
presentó– dio las razones de por qué de niñito practicaba en
mi casa con un barrilito y por qué encaré esta profesión.
Giovanni
y
Rubén Yizmeyián |
-Los uruguayos vamos a tener la posibilidad de compartir tu
talento muy pronto...
-Anthony Carrillo, que estuvo a fines de los años setenta
por allí, me hablaba mucho de Uruguay. Y cuando conocí en
Japón a Hugo Fattoruso, gran maestro y ser humano, con quien
hicimos clínicas en escuelas con niños, me nutrí bastante de
Uruguay y sus tambores. En una ocasión estando, en mi
habitación, escribí un tema simple y le pregunté: “Maestro,
qué piensa usted de esto”, y él me lo pidió para hacer el
arreglo. No se imaginan el honor de poder tocar con Hugo
Fattoruso, su hijo Francisco y su hermano Osvaldo en
Montevideo. Al señor Rubén Rada, mis respetos también y un
abrazo. Cuando llegue allí y cuando llegue al evento se va a
plasmar una amalgama de una fuerte energía y una vibración
tan bella que seguramente la clínica será un bacilón.
-Acabas de grabar un nuevo álbum, ¿qué podemos conocer
previo a su salida?
-Mira, mi próximo disco va a ser muy folklórico, librado a
la imaginación y sentimiento de Giovanni Hidalgo. Hay
composiciones mías, otras en coautoría con músicos míos, hay
arreglos míos, uno de Hugo Fattoruso, y otros arreglos que
hice durante las sesiones de grabación. En el número “Astral
Wings” de mi composición está el maestro Hugo Fattoruso en
los teclados. Y un par de anécdotas: después que grabé las
congas busqué en el estudio y no había güiro; cogí una
botellita de plástico que tenía esas líneas gordas marcadas,
cogí un lápiz, le puse agua hasta la mitad para que me diera
un tono macho y grabé el güiro así. La gente que participó
en la grabación quedó fascinada con el sonido del “güiro”
sin saber que eso era una botella de agua. Llegué un día
antes de la grabación y buscaba unos shakers pequeños y
tampoco había, entonces busqué dos cassettes viejos que
cuando los meneas suenan como, chiqui, chiqui, chiqui, y
esos fueron los shakers en la grabación. Sé que va a gustar
y tengo un chorro de invitados, hay mucha diversidad y es lo
que quiero sacar ahora para el mundo entero. Lo hice todo
solo hasta que me sacié, y recién ahí llamé a todos los
demás percusionistas, entre ellos otro uruguayo, Edgardo
Cambón. Él me contó que tenía unos tambores de candombe en
su casa, y le dije: tráigase eso. Y se trajo el chico, el
piano y el repique. Tenemos que seguir evolucionando esos
instrumentos de ustedes con la música que tenemos aquí y
allá.
Rubén Yizmeyián
© Rel-UITA
21 de octubre de 2005
1
22 de noviembre de 1963.
2
Momento de inspiración, con el mejor ánimo.
3
José “Mañengue” Hidalgo, conguero de la orquesta de Richie
Ray y Bobby Cruz, y el primero de la agrupación Puerto Rico
All Stars. Hoy toca en el septeto de Giovanni.
4
Los tambores batá –Iyá, el mayor, Itótele, el mediano y
Kónkolo, el más pequeño– están hechos de un madero de cedro
que se ahueca y toma forma de reloj de arena, en cuyos
extremos se estira el parche elaborado con cuero de chivo
macho.
5
En la lengua Yoruba significa arrodillarse ante el tambor.
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