'Sibérie m'était contéee' incluye
23 nuevas canciones y un libro ilustrado de 148 páginas
Desde que hace tres años publicó
Próxima estación: Esperanza, Manu Chao no había vuelto a
grabar ningún disco, enfrascado en interminables giras, en sus
jaleadas actividades de agitador y en poner en solfa su nuevo
sello discográfico. Pero había más. Desde el pasado lunes, en
los quioscos y librerías franceses, se puede comprar Sibérie
m´était contéee (así, con tres es), un objeto cultural que
incluye un disco compacto con 23 nuevas canciones, y un libro
de 148 páginas con poemas y escritos del cantante ilustrados
por el caricaturista Wozniak.
La idea de una distribución al
margen de los circuitos tradicionales discográficos tiene un
punto de cierta gallardía. A sus 43 años, el parisino Manu
Chao asegura que "no es mala idea vender la música donde
compramos el diario; yo, personalmente, lo encuentro
romántico, porque me recuerda cuando, de más joven, leía el
periódico en el bar tomando el primer café del día". Cuenta el
músico, que vive a caballo entre Barcelona y la parisina plaza
Pigalle, que hace un par de años "mi padre me regaló una
botella de vino muy especial. No por su contenido, que no lo
he probado, sino por la etiqueta. Ponía ´Infinita tristeza´, y
al lado una pequeña vaca. Era magnífico". El autor de ese
affiche enológico era Wozniak, un dibujante polaco de Le
Canard Enchainé, muy amigo de su padre, el periodista Ramón
Chao. "Fue a partir de entonces -prosigue Manu- cuando me
atreví a enseñarle a Wozniak algunos de mis viejos textos,
cosas que me daba vergüenza poner en solfa... y al cabo de dos
semanas apareció con un montón de ilustraciones. Y me di
cuenta, por primera vez, de que algunas de las cosas que había
escrito podían servir por sí mismas". Hasta entonces sólo
había escrito letras para ser interpretadas: "Fue un
descubrimiento letal pero, a la vez, adrenalínico".
A ese encuentro le siguió una
relación que duró un año, básicamente por internet, para que
saliera un resultado que Manu Chao califica de "sombrío e
infantil". De cara al aficionado musical, se trata de un disco
con 23 composiciones totalmente nuevas, pero que no tienen
nada que ver con la oferta habitual del Chao guerrillero -buen
rollo lúdico-, ya que por él transitan paisajes particulares,
sentimentales, de derrota y desesperanza. Comenta Manu que
"son letras que hablan del invierno, del amor con todas sus
caras, de la agonía, de sombrías calles parisinas mojadas" y
también de la muerte de Helno, cantante de Les Négresses
Vertes, fallecido hace doce años.
Ayer, en buena parte de los
quioscos del París céntrico, la codiciada pieza se había
agotado ante la avalancha de compradores. Aunque la apariencia
externa del disco-libro es llamativa, colorista, el contenido
musical es similar a sus letras. No hay cantos
internacionalistas, focs de camp altermundistas ni otras
hierbas similares; música concreta, instrumentalmente
aplacada, predominio de guitarra y acordeón, una voz en
condiciones espléndidas, repertorio estrictamente francés, un
perceptible halo de tristeza y/o desazón. Es, nuevamente, el
propio Manu quien sintetiza el tono musical del proyecto
cuando asegura que "para mí este disco viene a ser mi
particular ´Invierno en París´, porque mi Siberia particular
siempre ha sido París, donde las relaciones humanas escasean,
de forma cruel. Allí me pasé treinta inviernos, me juré que ya
estaba bien, y ahora, asombrosamente, acabo hablando de ello".
Con todo, no está de más recordar
que algunas de las canciones incluidas en el disco ya han
aparecido publicadas, como Dans mon jardin, incluido en el
recopilatorio Les oreilles du frint editado por el colectivo
antifascista Ras l´front, o la versión de Te souviens tu?, en
el último disco de Jane Birkin.
Esteban Linés
La Vanguardia
3 de noviembre de 2004