Nicolás Sacco y

 Bartolomeo Vanzetti

Guillermo Chifflet

 

  

En 1977, a un mes de cumplirse medio siglo de la ejecución de Nicolás Sacco y Bartolomeo Vanzetti -dos obreros italianos de ideas anarquistas que fueron ejecutados en Estados Unidos bajo la falsa acusación de robo y asesinato- el Estado de Massachusetts, a través de su gobernador Michael S. Dukakis admitió que el enjuiciamiento y condena fueron realizados en  un proceso viciado desde el principio y celebrado en una atmósfera de hostilidad, intolerancia y odio.

 

El zapatero Sacco y el vendedor de pescados Vanzetti, murieron en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 por delitos y crímenes que no habían cometido. Entonces el gobernador de Massachusetts firmó una proclama que “borra para siempre todo estigma y vergüenza de los nombres de Nicolás Sacco y Bartolomeo Vanzetti y de los nombres de sus familias y descendientes”, y reconoce “la injusticia cometida para con los dos inmigrantes, injustamente acusados del asesinato de Frederick Parmenter y Alessandro Berardelli durante un atraco cometido en South Braintree  el 15 de abril de 1920”.

 

La proclama fue firmada durante una ceremonia celebrada en el aula del Senado de Massachusetts, también conocida como el Capitolio de Boston, en presencia de Spencer Sacco, nieto de Nicolás, del plenario de las dos Cámaras del Estado, de la magistratura, de personalidades italianas y  norteamericanas y de un considerable número de periodistas de todo el mundo. Además fue declarado el día 22 de agosto de 1977 como jornada dedicada a la memoria de Sacco y Vanzetti. “Existen motivos sustanciales, expresó el gobernador Dukakis, que imponen creer que el procedimiento legal contra Sacco y Vanzetti estuvo lleno de iniquidad”.El gobernador llegó a esta conclusión basándose en un estudio preparado por su asesor legal en el que se evidencia una serie de abusos cometidos durante el proceso: el fiscal facilitó pruebas falsas al jurado, ocultó testimonios de descargo  importantes, y rechazó tomar en consideración pruebas que podían invertir el resultado del proceso.

 

Un encadenamiento de sucesos puramente casuales condujo a la detención de Sacco y Vanzetti. El primero había sido socialista y luego anarquista. Vanzetti era un anarquista de base; en realidad un simple obrero sindicalizado. El acontecimiento que los arrastró a la actividad política fue la detención de dos trabajadores italianos: Roberto Elía y Andrés Salcedo.

 

A tal punto no se los vinculaba con  los delitos que luego se les imputaron, que en los primeros interrogatorios se los acusó de agitación. Pero inmediatamente se halló el recurso para hacer recaer sobre esos modestos trabajadores el asalto a dos Bancos. El proceso por el doble crimen comenzó el 31 de mayo de 1921 en el Estado de Massachusetts y duró siete semanas. Tanto el juez Thayer como el fiscal Katzmann exhortaron al jurado a comportarse “como verdaderos soldados”

 

El procurador fiscal gritó: “caballeros del Jurado, cumplid con vuestro deber. Hacedlo como hombres. ¡Arriba vosotros, hombres de Norfolk. Era un buen comienzo. Numerosos testigos declararon que el 15 de abril, Sacco estaba en Boston tramitando la concesión de pasaporte para viajar a Italia. El funcionario del consulado italiano que lo atendió ratificó el testimonio. Los testigos de Vanzetti demostraron que ese mismo día, este se encontraba vendiendo pescado, lejos del lugar donde se cometió el  doble homicidio.

 

Pero, a pesar de todo, el 14 de junio de 1921, como en una parodia grotesca, el tribunal declaró culpables a los dos obreros por asesinato en primer grado. El procurador Wilber  expresó: “cuanto antes sean ajusticiados Sacco y Vanzetti, tanto más pronto se apagará la agitación y cesará para nosotros todo peligro. Yo haré cuanto permita la ley para despacharlos lo más pronto posible.” La sentencia fue apelada, pero el juez Thayer permaneció impávido.

 

Llovían los pedidos de clemencia o indulto, pero fueron ignorados. El movimiento de solidaridad internacional se extendió por todo el mundo. Los hombres más eminentes del arte y de la ciencia reclamaron contra la sentencia de ejecución. Albert Einstein, John Dos Pasos, Bernard Shaw, Upton Sinclair, H. G. Wells, Henri BarbusseAnatole France, Romain Rolland, Rudolf Rocker, Miguel de Unamuno, entre otros, reclamaron clemencia. El 22 de agosto el mundo se paralizó; pararon los ferrocarriles, los barcos, el transporte en general. En Europa, en América, en la India y en China colonial, en Sudáfrica, en Australia, todo se detuvo.

 

Pero a pesar de todo Sacco y Vanzetti marcharon ese día hacia el cadalso. Serenamente. Con la cabeza alta. El crimen se había consumado.

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

11 de agosto de 2010

 

 

 

 

 Fotos: jakking.typepad.com

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