El Abate Pierre y el Che Guevara

Dos ejemplos, una conducta

 

Cuando un padre sabe que la carta que escribe a sus hijos quizá sea la última, puede llegar, en sus consejos, a esencias del amor.

 

 

Ernesto Guevara, en lo que pensó podía ser el último mensaje a sus hijos escribió: “Si alguna vez tienen que leer esta carta será porque ya no esté entre ustedes. Casi no se acordarán de mí, y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica, que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante. Sobre todo sean capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.

 

El ejemplo -la propaganda de la conducta- no sólo perfecciona a quien trata de alcanzarlo, sino que se transforma en impulso, en motor, para la comunidad.

 

Henry Groués, más conocido como el Abate Pierre, coincide en ese concepto. Él habla del contagio de la conducta. En su libro “Confesiones” escribe: “Un día oí decir a alguien: ‘Para mí, que no soy creyente, tu manera de vivir me da ganas de que la fe sea verdadera’. El contagio empieza por ahí”.

 

El Abate cuenta que en los primeros tiempos de Emaús, por los años 50, un sábado quedaron sin ladrillos para la construcción de viviendas. Alguien le informó que no lejos del lugar había quien los fabricaba. Pero le advirtió que actuara con cuidado porque ese señor odiaba a los curas.

 

El Abate fue a hablar con el “comecuras”, quien le explicó, con energía, los motivos de su desconfianza señalando que los curas no podían seguir actuando como lo hacen. Le contó que un patrón de la zona, injusto con sus obreros, que había llevado una vida escandalosa, al morir había recibido unos funerales de primera a los que habían asistido muchos curas, inclusive el Obispo: “Todo porque daba dinero para el seminario o algo así”. Tres días después, en cambio, en el funeral de una anciana querida por todos, con tres toques de agua bendita todo estaba arreglado. “La cosa no puede ser como ellos hacen”, protestó el fabricante de ladrillos.  Pero después de ser informado por el Abate de la obra que realiza Emaús, agregó: “Señor cura: no sé si el buen Dios existe, pero estoy seguro de que, si así fuera, es lo que usted hace”.

 

En Guevara hay decenas de ejemplos de un tipo de conducta que está implícito en la palabra “compañero”. En 1964, una ciudadana argentina, María del Rosario Guevara le escribe desde Casablanca, en Marruecos, planteando que desea saber si son parientes. El Che responde: “Compañera: de verdad no sé bien de qué parte de España es mi familia. Naturalmente, hace mucho que salieron de allí mis antepasados... con una mano atrás y otra delante, y si yo no las conservo así es sólo por lo incómodo de la posición. No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo somos compañeros, que es más importante. Un saludo revolucionario, Comandante Ernesto Che Guevara. Patria o Muerte: Venceremos”.

 

Siempre defensor de los intereses del pueblo, jamás dejó de plantear la necesidad de cuidar los recursos económicos de la Revolución. En 1964 le escribe al doctor Eduardo B. Ordaz, director del Hospital Psiquiátrico de La Habana. “Estimado Ordaz: acuso recibo de la revista. Aunque tengo muy poco tiempo me parecen muy interesantes los temas y trataré de darle una leída. Tengo otra curiosidad: ¿cómo pueden imprimirse 6.300 ejemplares de una revista especializada, cuando ni siquiera hay esa cantidad de médicos en Cuba? Me asalta una duda que lleva a mi ánimo a los umbrales de una psicosis neuro-económica. ¿Estarán las ratas usando la revista para profundizar sus conocimientos psiquiátricos o para templar sus estómagos; o tal vez cada enfermo tenga en su cabecera un tomo de la publicación? En todo caso hay 3.000 ejemplares demás en el número de la tirada; te ruego que pienses sobre esto. En serio, la revista está buena; la tirada es intolerable. Créemelo, porque los locos dicen siempre la verdad. Revolucionariamente, Comandante Ernesto Guevara”.

 

Durante toda su vida Guevara tuvo presente el valor de la conducta como ejemplo. Más de una vez, además, destacó la importancia del trabajo voluntario “que se refleja en la conciencia que se adquiere frente al trabajo y en el estímulo que significa esa actitud para todos los compañeros”. En carta a Luis Corvea, que le informa sobre el trabajo voluntario, lo felicita calurosamente y agrega: “Sírvanle además estas líneas como estímulo para seguir trabajando más y mejor cada día, llevando así a sus compañeros de trabajo, en el propio ejemplo, por el camino de la construcción de la Sociedad Comunista”. Lo que Ernesto Guevara define como el “ejemplo de la conducta” es lo que el Abate Pierre, dándole el mismo sentido, denomina “el contagio de la conducta”.   

 

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

28 de marzo de 2008

 

 

 

Fotocomposición: Rel-UITA

 

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