Brasil
ALCA o
etanol:
esa es la
cuestión
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La
visita de Bush a Brasil tiene la intención de profundizar
una propuesta para crear patrones comunes, sociedades
tecnológicas e inversiones en materia prima para la
producción de etanol.
La visita programada del presidente
estadunidense, George W. Bush a Brasil
el 8 y 9 de marzo, y la intención anunciada de profundizar
una propuesta para crear patrones comunes, sociedades
tecnológicas e inversiones en materia prima para la
producción de etanol, suscita una serie de debates que
también tocan aspectos tales como los intereses económicos
(de ambos países), geopolíticos (de Estados Unidos)
y la anunciada benevolencia ambiental de una inversión en
energía alternativa frente a la amenaza real del
calentamiento global.
Actualmente, EU y Brasil son los mayores
productores de etanol del mundo –el primero con 16 billones
de litros, producidos a base de maíz, y el segundo con 16
billones de litros, producidos a base de caña. Con la
propuesta reciente de Bush de disminuir el consumo de
combustibles fósiles en EU en 20 por ciento antes de
2007, ese país debería tener disponibles, antes de entonces,
35 billones de barriles de biocombustible, cinco veces más
de lo que los estadunidenses serían capaces de producir.
De acuerdo con esto, para Brasil, que ya exporta
cerca de un millón de litros de etanol, un acuerdo con EU
podría significar una expansión del negocio y,
principalmente, una presión sobre una amarga tarifa de 0.54
dólares por barril, que rige hoy para los estadunidenses,
según Alfred Swark, consultor de la Unión de
la Agroindustria Cañera de Sao Pablo (UNICA).
Otro punto de la propuesta que será discutida por los
presidentes Lula y Bush es una inversión
compartida en países de América Central y el Caribe, como
Perú, Colombia, El Salvador,
Honduras, Guatemala, República
Dominicana y Haití, entre otros. Varios ya son
productores de caña que se presentan como compradores de
tecnología y, en el futuro, podrían ser grandes proveedores
de materia prima.
Según la prensa estadunidense, los intereses que mueven a
Bush en esta visita a Brasil (de donde irá a
Uruguay, Colombia, Guatemala y México),
son básicamente tres: buscar garantías para la seguridad
energética de su país (a través de la provisión de
biocombustible barato producido por los vecinos del sur),
volver a demarcar políticamente el territorio de América
Latina después del fracaso del ALCA, el nunca
nacido Acuerdo de Libre Comercio de las Américas
(presentando un programa de visitas portando una “bandera
del bien” que incluye una lucha contra el calentamiento
global, inversiones y creación de empleos) y, finalmente,
debilitar la influencia del presidente venezolano Hugo
Chávez en la región.
Independientemente de la voluntad del gobierno brasileño de
apoyar a George Bush en sus proyectos para
América Latina, antes de firmar un acuerdo con
EU en el sector de los biocombustibles, Brasil debería
evaluar los pro y los contras que van más allá de los
beneficios económicos para el sector azucarero-alcoholero.
Según Alfred Swark, de UNICA, es
prematuro especular sobre el movimiento empresarial, pero es
cierto que las perspectivas de mercados nuevos han
estimulado a los empresarios de la caña. En mayor grado, el
cultivo de caña, que podría sustituir a otros dependiendo de
los precios alcanzados, debe aumentar en el Centro –Sur (São
Pablo, Mato Grosso do Sul, Mato Grosso, Goiás y, en menor
grado, en Paraná y Santa Catarina), con un aumento estimado
de 13 por ciento para la próxima cosecha.
Las perspectivas que han animado a los hacendados y
fabricantes son una carga para otros sectores. En el
Ministerio Público del Trabajo en Mato Grosso do Sul, las
denuncias de trabajo degradante involucrando a los indígenas
han crecido exponencialmente, principalmente en los
municipios de Dourados y Amambaí, donde se registran
asesinatos y suicidios de indios.
Con el aumento en la producción de caña, principalmente los
guaraníes y los kaiowa, que hoy son mantenidos en pequeñas
áreas, y que son los dos grupos más castigados por el hambre
y la violencia en el país, deberán enfrentar dificultades
mayores en la lucha por la tierra, señala el Consejo
Indigenista Misionario.
Al contrario del discurso que anuncia la creación de puestos
de trabajo como una de las mayores ventajas de la expansión
cañera, la actividad es conocida como una de las más penosas
y degradantes para los trabajadores.
Con el reciente informe sobre el calentamiento global
presentado por el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio
de Clima (IPPC), de pronto el mundo se da cuenta de
que la vida en la Tierra corre un peligro real y mucho peor
del que imaginaba. Esta alerta ha elevado a los
biocombustibles, cuya emisión de gases con efecto
invernadero es inferior a la de los combustibles fósiles, a
la categoría de una especie de “salvavidas” para los países
con mayor consumo de energía.
De hecho, señala Marcelo Furtado, la seriedad
de la situación exige medidas urgentes que ataquen
frontalmente el problema durante las próximas dos décadas.
“Si no encontramos ahora las estrategias para disminuir la
emisión de gases invernadero, el fin del juego es seguro”,
sentencia. En ese proceso, la sustitución de los
combustibles fósiles por biocombustibles es una estrategia
importante.
“Tenemos que tener claro que el etanol no es la salvación de
la agricultura. Brasil no es una Arabia
Saudí del biocombustible [como comentó el presidente
Lula], y no es nuestro papel el de proveer de etanol
para que EU mantenga su patrón de consumo. Además,
como el biocombustible tendrá un papel importante en el
futuro próximo, tenemos que establecer reglas y normas
socioambientales muy claras. Aunque tampoco podemos
quedarnos luchando por soluciones ideales del modelo de
producción y perder una amplia gama de oportunidades”,
defiende Furtado.
Mientras tanto, para el investigador José Maria
Ferraz la caña no es un buen negocio para Brasil
por una serie de motivos. Comenzando por el potencial de la
contaminación, no sólo de las aguas, dado que según los
datos del Ministerio del Medio Ambiente, el cultivo de caña
es la segunda mayor causante de agrotóxicos (siendo la soya
la primera).
En San
Pablo,
Verena Glass
Milenio /
Carta Maior
5 de marzo
de 2007
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