Bogotá, enero 23 de 2007
CARTA ABIERTA A LOS HONORABLES
REPRESENTANTES, A LA COMISIÓN DE MEDIOS Y
ARBITRIOS Y A LA CÁMARA DE REPRESENTANTES DE
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA Y ATENCIÓN
AL REPRESENTANTE CHARLES RANGEL
Desde los inicios de las negociaciones del
Tratado de Libre Comercio, entre los gobiernos
de Estados Unidos y Colombia, las centrales de
trabajadores de nuestro país, manifestamos total
oposición al contenido de este acuerdo, no sólo
en lo relacionado con la cláusula laboral, sino
con el conjunto de normas del tratado que
resultaría lesivo a los intereses de la economía
nacional, al propiciar la destrucción de nuestro
aparato productivo en los sectores agrícola,
industrial y de servicios, con el consecuente
incremento del desempleo y la desmejora en las
condiciones de vida y de trabajo para la
población. Por ello, el 18 de mayo de 2004 la
AFL- CIO y las centrales colombianas firmamos
una declaración planteando la inconveniencia de
este tipo de TLC.
Al estudiar el contenido de lo acordado, nos
ratificamos en nuestras opiniones, las cuales
vemos enriquecidas por los nuevos análisis
hechos por sectores políticos y sindicales de
los Estados Unidos, que se preocupan no
solamente por sus efectos en lo laboral, sino
por disposiciones en materia comercial, de
propiedad intelectual, de medio ambiente, entre
muchos otros.
Dada la asimetría entre nuestros países y ante
el hecho de que la economía norteamericana tiene
un desarrollo que supera en más de cien veces el
de la nuestra, el intercambio comercial en
términos equivalentes, resulta imposible. Las
empresas nacionales y las multinacionales
instaladas en Colombia habrán de fundamentar su
capacidad exportadora en el abaratamiento, cada
vez mayor, de los costos de la mano de obra y la
reducción de los impuestos, dejando como
resultado el aumento de la miseria y la
disminución de los ingresos fiscales que
conlleva al recorte de obligaciones sociales del
Estado.
La concreción del tratado arrasará con los
puestos de trabajo que todavía sobreviven a tres
lustros de apertura del mercado interno
colombiano, que ha significado un aumento del
desempleo y la pobreza.
En los últimos quince años se ha modificado
regresivamente la legislación laboral, a tal
punto que los derechos de los trabajadores para
organizarse en sindicatos y negociar
colectivamente las condiciones laborales están
prácticamente desaparecidos. Actualmente, de una
población ocupada de 18 millones de habitantes,
de los cuales la mitad son asalariados, hay
menos de un millón de trabajadores
sindicalizados y menos de 200.000 están
amparados por convenciones colectivas, laudos
arbitrales o pactos colectivos.
Además, las formas desreguladas de contratación,
como las agencias de empleo temporal,
cooperativas de trabajo asociado, contratos de
prestación de servicios y otras, dominan el
mercado laboral colombiano, en el cual es cada
vez más notoria la sobreexplotación del trabajo
de las mujeres y el empleo de niños. La
legislación laboral colombiana y las prácticas
empresariales avaladas por el gobierno, se
distancian cada vez más de la normatividad de la
OIT.
El TLC estimulará la implementación de nuevas
reformas y prácticas laborales que arrasen con
los derechos que nos quedan. En esta dirección,
el Presidente Uribe ordenó recientemente
mediante decreto la liquidación del Instituto de
los Seguros Sociales, ISS, encargado de la
salud, las pensiones y los riesgos profesionales
de los trabajadores, para entregar toda la
seguridad social al sector privado.
Esta situación se empeorará por el
encarecimiento de los procedimientos médicos y
los medicamentos que se producirá como
consecuencia de los contenidos sobre propiedad
intelectual del TLC. Recientemente una misión
del Banco Mundial aconsejó eliminar el salario
mínimo legal, lo que ha encontrado eco en los
gremios empresariales y en círculos del
gobierno.
No sobra recordar que además del desconocimiento
de los derechos laborales de los trabajadores
colombianos, persiste en nuestro país y como
parte de la misma campaña antisindical, la
violación permanente de los derechos humanos,
expresada en los asesinatos de dirigentes y
activistas sindicales, en el desplazamiento
forzoso y el exilio de miles de trabajadores por
amenazas contra sus vidas.
Preocupa profundamente que con la previsible
disminución de puestos de trabajo en el área
rural que provocará la importación masiva de
alimentos, un porcentaje importante del
campesinado colombiano se verá obligado a
dedicarse a los cultivos ilícitos y a otras
actividades delincuenciales para subsistir.
No nos oponemos al fortalecimiento del comercio
y los intercambios económicos, pero esto debe
darse dentro del marco del respeto a la
soberanía, el beneficio reciproco y el fomento
del desarrollo productivo, aspectos que no
contiene el TLC
Por todas estas razones las Centrales Sindicales
colombianas exhortamos al Congreso
norteamericano a no ratificar el Tratado de
libre Comercio, que los gobiernos de Colombia y
Estados Unidos han acordado.
Atentamente,
CARLOS RODRIGUEZ DIAZ
APECIDES
ALVIS FERNANDEZ
Presidente
CUT
Presidente CTC
JESÚS ERNESTO MENDOZA
Presidente CPC
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