Ecuador

El pasado no perdona

 

El beneficio que obtendrían los consumidores con el TLC es uno de los argumentos más socorridos de los librecambistas. En su afán por convencer incluso mienten cuando afirman que sólo el TLC permitirá la desgravación arancelaria, abaratando precios para los consumidores e incluso para los productores, por ejemplo de textiles y plásticos, como reza la propaganda oficial. En realidad no se requiere TLC para reducir los aranceles: esa decisión compete al gobierno. Tampoco reparan en los efectos que puede provocar el ingreso de bienes baratos sobre el aparato productivo, incrementando el desempleo y por ende reduciendo la capacidad de consumo en una sociedad con más del 60% de pobres.

La historia nos demuestra lo que podría pasar. Ecuador tiene a la mano el ejemplo del trigo estadounidense, que a medidos del siglo pasado entró como donación hasta desplazar a la producción nacional. En 1955, se suscribió un convenio con los EEUU para comprarles excedentes de productos agrícolas, pues la producción nacional era insuficiente para satisfacer la demanda interna. El valor de estas importaciones debía ser depositado en sucres, en una "cuenta de los EEUU en el Banco Central del Ecuador", y servía "para ayudar al desarrollo de nuevos mercados de productos agrícolas de los EEUU, para financiar actividades internacionales de intercambio educacional en el Ecuador y para otros gastos de los EEUU en el Ecuador"; es decir "para gastos de la Embajada Norteamericana en el Ecuador".

Con este Convenio de Excedentes Agrícolas, en el que participaba la USAID, se estableció el canal para que el Ecuador comprara algodón, tabaco, aceite de semilla de algodón, aceite de soja y, sobre todo, trigo. Años después, la importación de trigo comenzó a cobrarse en divisas y en términos comerciales, pero Ecuador, entre tanto, aumentó su dependencia de la importación de trigo, al tiempo que fue dejando de lado posibles productos sustitutivos o alternativos. En años más recientes, en 1988, a raíz de las presiones del FMI, se suprimió el subsidio al trigo y, por lo tanto, a la harina y sus derivados, algo que sucederá con los productos agropecuarios que entrarán con el TLC cuando los EEUU se pongan de acuerdo Europa y el Japón para eliminar los subsidios en el marco de la OMC. Si hace 35 años se importaba el 45% del consumo, hoy se importa el 98% desde los EEUU.

A más del trigo hay la experiencia con el algodón. Ecuador producía y exportaba algodón. Se le quitó la protección arancelaria y ahora importa algodón subsidiado desde los EEUU. También con la importación de soja transgénica para satisfacer necesidades alimenticias de los sectores más desprotegidos, se debilita aún más a los pequeños y medianos agricultores y se afecta la seguridad alimentaria. De lo anterior se desprende que la ventaja de los consumidores podría ser no sólo temporal, si no una trampa que mine las bases de la economía campesina y también de la soberanía alimentaria, aumentando la dependencia del país con los EEUU.

Alberto Acosta
Convenio La Insignia / Rel-UITA

5 de abril del 2006

 

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