Ecuador
Firme oposición a firma del TLC |
"Las
diferentes comunidades y pueblos tenemos una decisión firme,
estamos pidiendo que el gobierno no firme el Tratado de
Libre Comercio con Estados Unidos, porque no es justo que se
dé las espaldas al pueblo ecuatoriano y que por el interés
de 200 personas se entregue la soberanía del país". Son
palabras de Jorge Herrera, presidente del Movimiento
Indígena y Campesino de Cotopaxi, una de las organizaciones
que desde el 13 de marzo participó activamente en las
protestas convocadas por la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE) que se extendió a nueve
provincias del país.
Demostrando que ha recuperado y mantiene la fuerza y la
capacidad de convocatoria intactas - que algunos creían
debilitadas- , el movimiento indígena mantuvo bloqueadas las
carreteras de la región centro- norte de la Sierra
ecuatoriana, provocando la paralización de las actividades
económicas y comerciales. A mediodía de este jueves (16),
el movimiento indígena de la provincia de Cotopaxi, 60
kilómetros al sur de Quito, suspendió momentáneamente el
paro, advirtiendo que se iniciará un levantamiento si
persiste la intención de firmar el TLC. En otras provincias
el paro se mantiene hasta que la CONAIE decida cómo
continuar la lucha. En Quito, grupos estudiantiles e
indígenas efectuaron manifestaciones contra el TLC, mientras
un centenar de campesinos se encuentran tomados la Catedral,
a pocos metros del Palacio de Gobierno.
La movilización indígena y popular puso nervioso al
Presidente Alfredo Palacio, sobre todo porque la CONAIE le
advirtió que "si firma el TLC, se irá a su casa". Para
tratar de ganar apoyo, Palacio se reunió con los presidentes
de las otras funciones del Estado, mientras ordenó mano dura
para contener las movilizaciones. Varios heridos y contusos
causó la acción represiva de las Fuerzas Armadas y de la
Policía que utilizaron bombas lacrimógenas y balas en contra
de comuneros pobres que protestaban en las carreteras. A
consecuencia de estas acciones, se registró decenas de
detenidos y heridos, incluyendo al joven indígena Alberto
Cabascango, quien perdió su ojo izquierda por el impacto de
una bomba lacrimógena.
Además de la suspensión de las negociaciones del TLC con
Estados Unidos, cuya ronda final está prevista para el 23 de
marzo próximo en Washington, el movimiento indígena
ecuatoriano demanda la convocatoria a una Asamblea
Constituyente y que el Estado ecuatoriano ponga fin al
contrato con la empresa transnacional estadounidense
Occidental Oil and Gas Corporation (más conocida como OXY),
a la que se acusa de haber transferido el 40% de sus
acciones a la empresa canadiense ENCANA sin autorización del
Ministerio de Energía y Minas y de otras violaciones a la
ley. La OXI mantiene una producción de aproximadamente 112
mil barriles diarios. Al declararse la caducidad de este
contrato, el Estado obtendría un ingreso anual de más de
1000 millones de dólares.
En la tarde del 15 de marzo, el Presidente Palacio aseguró a
los periodistas que "prefiere renunciar a decir que no vamos
a negociar el TLC". Y en la noche, en una cadena de radio y
televisión, afirmó que el caso de la OXI "es un problema
jurídico y debemos responder a él en derecho, lo cual
significa garantizar el interés nacional". Al mismo tiempo,
acusó a la CONAIE de desestabilizar el país y de pretender
la disolución nacional y de las instituciones.
La organización indígena rechazó las afirmaciones
presidenciales, señalando que las "movilizaciones tienen por
objetivo defender la soberanía nacional y permitir la
democracia en la toma de decisiones tan fundamentales como
el Tratado de Libre Comercio". La CONAIE pide la
convocatoria a una consulta popular sobre el TLC y mientras
se consulta al pueblo "se informe de todo aquello que ha
sido negociado hasta el presente, eliminando las cláusulas
de confidencialidad y abriendo un debate transparente sobre
las reales consecuencias de este tratado".
Contramarcha empresarial
El tema del TLC ha polarizado las posiciones. Los
empresarios que se beneficiarán con este tratado presionan
al gobierno de Palacio para que cierre las negociaciones,
mientras llaman a declinar las protestas. Estos sectores
son: los floricultores, fruticultores, plastiqueros,
textileros, atuneros, quienes han convocado a una
contramarcha a favor del TLC prevista para el 17 de marzo en
Quito.
Los grandes empresarios, apoyados por los medios de
información, han lanzado una ofensiva propagandística en la
que alaban las "bondades" del TLC y amenazan con terribles
consecuencias para el país si éste no se firma, una vez que
ya lo han hecho Colombia y Perú. Según los empresarios, por
poco el TLC abre las puertas del paraíso pues los "jóvenes
tendrán mejores oportunidades de acceder al empleo", los
"consumidores tendrán acceso a mejor calidad y menor precio
a los productos", "el Ecuador tendrá que cumplir con los
derechos de los trabajadores y erradicar el trabajo
infantil", según reza la circular Nº 33 de la Cámara de
Industriales de Pichincha.
Muchos, sin embargo, no comparten la visión de las elites
para las cuales los problemas se solucionan con más recetas
de "libre mercado" y más neoliberalismo. Basta ver los
graffitis contestatarios escritos en las paredes de Quito
referidos al TLC: "Tiempo de Lagrimas Campesinas", "Tengo La
Camisa negra", "¿Te Lo Crees?", "To kill Latin Contries".
"Tratado de Libre Colonización".
Al anunciarse el posible cierre de las negociaciones del TLC,
crece la preocupación y reacción de los sectores sociales
que serán afectados por el mismo. La CONAIE ha manifestado
que la firma del TLC significará la destrucción de la
producción agrícola del país, y particularmente de más de
tres millones de campesinos que desaparecerían con la
introducción de productos agrícolas subsidiados y
transgénicos. Otra amenaza es la privatización de las
fuentes de agua, ubicadas en los páramos y en las
circunscripciones territoriales indígenas de la amazonía.
Así mismo, con el TLC, la precaria atención de salud de los
ecuatorianos se verá agravada por el encarecimiento de las
medicinas y la desaparición de los medicamentos genéricos.
La salida democrática para encontrar un camino de solución
ante un problema como el TLC, donde hay posiciones tan
encontradas y disímiles, parece ser la convocatoria a una
consulta popular para que sea el pueblo el que decida en las
urnas. Sectores del Congreso se han pronunciado en este
sentido, pero los empresarios y los negociadores del
gobierno no quieren saber nada de consultas. ¿Se impondrá
el interés de las 200 personas de las que habla el indígena
Jorge Herrera? ¿O el TLC será derrotado?
Eduardo
Tamayo
Agencia
Latinoamericana de Informacion – ALAI
17 de
marzo de 2006
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