Bogotá, D.C. 12 de enero de 2006
Doctor
Álvaro Uribe Vélez
Presidente de la República
Ciudad
Respetado señor presidente:
Como es de su conocimiento, desde el 2 de
septiembre de 2004 Bogotá le propuso al
Gobierno Nacional participar en la
construcción de la estrategia nacional de
negociación del TLC y ser parte del equipo
negociador, con el ánimo de contribuir al
éxito del proceso y a la defensa de los
intereses regionales. Lamentablemente el
Gobierno Nacional no aceptó nuestra oferta y
hemos asistido sólo como observadores a las
distintas rondas. El 23 de noviembre de ese
año entregamos a los negociadores nacionales
nuestras propuestas de defensa básica del
interés regional en cada uno de los temas y
nuestras aspiraciones de acceso real al
mercado estadounidense. Por desgracia, nunca
obtuvimos respuesta del Gobierno Nacional.
Cumplidas 13 rondas y luego de que Perú
protocolizó un cierre formal de las
negociaciones con Estados Unidos, el país ha
sido notificado por el ministro de Comercio,
Industria y Turismo, Jorge Humberto Botero,
de que se intentará concluir el proceso a
partir del próximo 23 de enero en
Washington. Sin lugar a dudas, el cierre
inmediato de las negociaciones sólo será
posible sobre la base de aceptar, en el caso
colombiano, un TLC muy similar al suscrito
por Perú.
Con todo respeto, señor presidente, me
permito manifestarle que de aceptarse un TLC
igual al suscrito por Perú se desatenderían
los intereses básicos presentados por Bogotá
en noviembre de 2004, se pondrían en grave
riesgo importantes sectores productivos
nacionales y serían muy escasas las
oportunidades de creación de nuevos empleos
productivos para los colombianos.
En particular, señor presidente, quiero
llamar la atención sobre los siguientes
aspectos neurálgicos:
1. Si se acepta, como en el caso del Perú,
liberar todas las importaciones agrícolas
-altamente subsidiadas en Estados Unidos-,
desmontar el Sistema Andino de Franjas de
Precios y no se sustituye éste para los
bienes sensibles por una Salvaguardia
Especial Agropecuaria de carácter
permanente, en pocos años habrá quebrado
buena parte del sector agropecuario. No es
posible sustituir la protección arancelaria
con subsidios agrícolas porque sería
competir con el Tesoro de Estados Unidos. Al
contrario, el TLC traerá una reducción
importante de los ingresos tributarios de la
nación de más de 300 millones de dólares
anuales. En esas condiciones se sometería a
mayor riesgo la seguridad alimentaria de los
bogotanos, se incrementarían las migraciones
a Bogotá y se harían aún más difíciles las
condiciones para la ocupación pacífica y
productiva del campo.
2. En el mismo sentido, permitir que al
mercado nacional entren los trozos de pollo
que son considerados en Estados Unidos como
desechos, sería condenar a la ruina a la
industria avícola. 30 por ciento de los 250
mil empleos que genera esa industria están
localizados en Bogotá y la región aledaña.
3. Mientras tanto, Estados Unidos no adopta
compromisos efectivos para facilitar el
acceso a su mercado mediante la aceptación
de convalidación de normas sanitarias y
fitosanitarias.
4. Aumentar la protección al monopolio de
las industrias farmacéuticas innovadoras,
más allá de los compromisos adquiridos por
Colombia en la OMC, conducirá a una
elevación de los precios de los
medicamentos. Por ejemplo aceptar, como lo
hizo Perú, extender las patentes por demoras
injustificadas en el otorgamiento de la
licencia le costará a los usuarios bogotanos
un sobreprecio de 46 millones de dólares en
el año 2030; condicionar el registro
sanitario a la existencia o no de la
patente, 62 millones de dólares en el mismo
año; y un monto igual conceder la protección
de los datos de prueba. Esto significaría la
negación del acceso a la salud a miles de
bogotanos o la reducción de la inversión
social en otras áreas prioritarias del
Distrito Capital.
5. En el sector de los servicios, que cubre
el 69 por ciento del PIB de Bogotá, nuestras
expectativas de aprovechar el TLC para
exportar servicios empresariales y
profesionales se verían restringidas por no
pactar visas temporales para empresarios,
profesionales y trabajadores, y por carencia
de homologación de títulos profesionales,
entre otras restricciones no desmontadas por
Estados Unidos.
Conozco, señor presidente, la importancia de
establecer un tratado comercial sólido y
estable con Estados Unidos, nuestro
principal socio comercial. No estamos contra
los tratados, queremos ser bien tratados.
En atención a lo expuesto y a los estudios
que Bogotá ha presentado al Gobierno
Nacional sobre las negociaciones del TLC, en
mi condición de ciudadano y de alcalde mayor
de Bogotá respetuosamente le solicito, señor
presidente, postergar la firma del Tratado
hasta tanto no existan garantías plenas para
Colombia y, en especial, para los derechos y
el bienestar de los bogotanos y bogotanas.
El país requiere un TLC sustancialmente
distinto al firmado por Perú. La estructura
productiva, así como las condiciones
sociales y políticas de Colombia son muy
diferentes de las de esa nación hermana.
En subsidio de lo anterior, reitero la
propuesta presentada en marzo del año pasado
por Bogotá de que Colombia solicite a
Estados Unidos la renovación de las
preferencias arancelarias ATPDEA. Esas
preferencias consagran el interés
estratégico de Estados Unidos de cooperar
con Colombia en la lucha contra el
narcotráfico y compensan, en parte, el costo
nacional en la infatigable tarea común de
combate al narcotráfico.
Estoy seguro que el Gobierno y el Congreso
de Estados Unidos comprenderán las razones
así expresadas por Colombia. La terminación
del ATPDEA, en diciembre de este año, no
puede convertirse en una espada de Damocles
para condicionar la firmar del TLC. En
cualquier caso, es más factible renovar el
ATPDEA que aprobar el TLC, dados los
antecedentes de la aprobación del TLC
firmado con Centroamérica y República
Dominicana. Sólo si es renovado el ATPDEA
las negociaciones del TLC podrán transcurrir
hasta que las dos naciones encontremos un
equilibrio que beneficie mutuamente a
nuestros pueblos.
Atentamente,
Luis Eduardo Garzón
Alcalde mayor de Bogotá
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