Ecuador

TLC,

jaque mate

a la democracia

 

Hace poco se recordó con insatisfacción los 25 años de democracia. No faltaron voces reclamando cambios profundos para revigorizarla. Una pena, pero todo indica que esas intenciones sólo serán tales. Justo ahora, cuando hay una gran oportunidad para corregir errores y profundizar la democracia, voceros oficiales y oficiosos anuncian la inconveniencia de recurrir a todos los procedimientos democráticos existentes para dilucidar una cuestión que gravitará profunda y largamente en la vida nacional: el TLC.

 

Estos demócratas de pacotilla, defensores abiertos o encubiertos del TLC, sin abordar los temas de fondo, arremeten en contra de una posible consulta popular. Por su "complejidad y amplitud", no cabe consulta, dice alguien. "Es inconveniente desde todo punto de vista elevar este tema, tan importante, a un plebiscito", consigna otro. Porque "se trata de un tema muy complejo y poco conocido por la ciudadanía, no creo que sea factible una consulta popular", asegura un tercero. Diarios grandes, autodefinidos como adalides de la democracia, engrosan esta oposición, pues "resulta difícil someter a consulta popular una negociación tan compleja", ya que, como afirma otro rotativo, es "absurdo que un tratado de esta naturaleza –de complejos contenidos técnicos y jurídicos de poco acceso al conocimiento común– se pretenda llevarlo a una consulta popular". En esa línea actúa el fanfarrón que mora en el Palacio Presidencial, quien en la actual campaña electoral a favor de sus candidatos amenaza con derrotar de nuevo en las urnas a sus antiguos rivales, pero tiembla porque los opositores del TLC pueden "obtener una victoria en un referéndum".

 

Ante las exigencias de Washington, sintetizadas en el TLC como coronación del proceso de ajuste y reformas neoliberales, se pone jaque mate a la democracia. Sin embargo, no la sacrificarán, simplemente la obviarán, una vez más. Y luego las consecuencias del TLC, que incluso obligarán a reescribir la Constitución, limitando aún más la vida democrática, serán asumidas como un acto de pragmatismo. Un asunto perverso, en tanto el TLC garantiza seguridad a la acumulación del capital, no así a las personas; valga constatar que en el TLC no se discute el tema de la masiva emigración de ecuatorianos a EEUU, pero eso si se ofrece trato nacional a las mercancías y servicios extranjeros, a las inversiones foráneas; derecho a demandar en el exterior al Estado ante cualquier decisión que disminuya las ganancias de los inversionistas extranjeros; apertura y libre circulación a todo tipo de bienes y servicios; protección total a los derechos de propiedad intelectual; reducción del papel del Estado al de guardián del capital; todo esto limita aún más la capacidad de aplicar políticas nacionales de desarrollo.

 

Por ser tan importante, tan complejo, tan amplio el TLC, se requiere un gran debate, que concluya en una consulta popular. Y si los gobernantes y los librecambistas se ahuevan (incluso trabajan con un borrador "confidencial" impuesto por Washington, que se desclasificaría en "abril 26, 2014"), la sociedad organizada debe asumir con responsabilidad y creatividad el reto de recolectar las firmas necesarias para profundizar la democracia y construir un nuevo país.

 

 

Alberto Acosta

Convenio La Insignia / Rel-UITA

14 de octubre de 2004

 

 

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