Brasil - México

 

 

Lula y Calderón

chocan en Davos

 

El pasado viernes 26 de enero, durante el Foro Económico Mundial de Davos, el presidente mexicano tuvo ocasión de hablar ante un auditorio tan concurrido como selecto. Pero, para su sorpresa, recibió una firme respuesta del presidente de Brasil. Aunque el cruce no fue violento, deja claro que existen serias diferencias entre el norte y el sur de América sobre el tipo de sociedad que se quiere diseñar y el rumbo económico a seguir.

 

Todo empezó cuando Felipe Calderón criticó los "prejuicios" contra el libre comercio que impidieron la concreción del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), las expropiaciones llevadas a cabo en Venezuela, Bolivia y Argentina y las "dictaduras personales vitalicias". Aunque Calderón no mencionó los nombres de los presidentes de Venezuela y de Bolivia, la referencia fue clara. Luiz Inacio Lula da Silva le respondió reivindicando el bloque sudamericano. De Chávez, el brasileño señaló que ha ganado tres elecciones democráticamente. De Morales, afirmó que si alguien tiene miedo a la nacionalización del gas, debe entender que los recursos naturales son la única riqueza que tiene Bolivia.

Lula y Calderón participaron juntos en la sesión plenaria "América Latina amplía sus horizontes". También le contestó a Calderón el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, quien dio por muerto el ALCA. Este proyecto, impulsado por Estados Unidos en 1994 durante la Cumbre Iberoamericana de Miami, supone la implementación de un acuerdo de libre comercio en todo el continente. Aunque a primera vista parezca aceptable, líderes regionales y economistas argumentan que los países con poco desarrollo económico no podrían competir en condiciones de igualdad con otros más desarrollados, y que abrir sus fronteras significaría que ser "arrasados" por las corporaciones de EEUU.

Según Calderón, el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México, Estados Unidos y Canadá, firmado en 1994, ha dado frutos en su país. Según cómo se mire, la afirmación puede ser correcta. Pero no han desaparecido los niveles de pobreza en México, y la emigración masiva de mexicanos empobrecidos a Estados Unidos en prueba de ello. Los indices económicos que se dan a conocer reflejan las operaciones de las empresas cuyas ganancias casi nunca benefician al conjunto de la sociedad.

La contraposición entre "libre comercio" neoliberal y economía socialmente orientada se expresó con crudeza durante la Cumbre de las Américas, celebrado en Mar del Plata (Argentina), en el año 2005. El entonces presidente mexicano, Vicente Fox, se convirtió en el vocero del ALCA contra viento y marea. Enfrente, casi toda América del Sur.

Miles de personas marcharon entonces contra el ALCA y contra la presencia del presidente de EEUU, George Bush. La polarización del debate llegó a niveles insospechados gracias a los comentarios de Fox y las respuestas de Hugo Chávez, quien llamó a su homólogo mexicano "cachorro del imperio". Fox regresó con las manos vacías y con menos amigos que antes: algo común con Fox en materia de relaciones exteriores.

Al llegar Felipe Calderón a la presidencia, después de ganar las controvertidas elecciones del pasado 2 de julio del 2006 con un margen de 0,5% de los votos, afirmó que mejorar las relaciones con el resto de América Latina sería una de sus prioridades. Pero su política no sólo pretende reparar las malas relaciones creadas por el gobierno de Fox; según algunos comentaristas mexicanos, responde a los intereses de Washington y convierte a México en caballo de Troya de Estados Unidos para extender su dominio en un continente mas bién crítico y hasta opuesto a Washington. El comportamiento de Calderón en Davos parece confirmar esta percepción. Porque Calderón no solo "regañó" a los gobiernos americanos que no comparten su filosofía politico-social, sinó que afirmó que no ofrecen la seguridad que las corporaciones extranjeras necesitan para invertir en el continente. A diferencia de México, por supuesto.

Bonito ejemplo de solidaridad americana, que el propio Calderón dijo sentir cuando asumió la presidencia. Aunque aún no se conocen reacciones por parte de los gobiernos criticados, es seguro que habrán tomado nota de los comentarios de Calderón y que, tarde o temprano, se los cobrarán. No es para menos. Las afirmaciones tuvieron el fuerte tono paternalista y de arrogancia de los representantes del gobierno de EEUU. ¿Sabrá Calderón a qué país representa? ¿O quiere robarle a su antecessor el papel de "cachorro del imperio"? Por cierto: no le queda nada mal

Eduardo Stanley

Convenio La Insignia / Rel-UITA

29 de enero de 2007

Eduardo Stanley

 

 

 

  

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