Estados Unidos

¿Un ALCA más social?

Los presidentes de las Américas se reúnen en Monterrey

 

Los jefes de Estado de las 34 naciones que negocian el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se reunirán en una cumbre extraordinaria el 12 y 13 de enero en Monterrey (México). El encuentro presidencial, promovido especialmente por Estados Unidos, no es parte de las cumbres presidenciales regulares que han tenido lugar en el proceso del ALCA, precede en un año a la que en el 2005 deberá organizar Argentina, y es una cita especial que se en el marco de las tumultuosas negociaciones comerciales en el hemisferio.

 

La cita presidencial fue promovida en un contexto complejo para Estados Unidos, dado el fracaso de la reunión ministerial de la OMC en Cancún, así como la reconfiguración del ALCA bajo objetivos más modestos. Asimismo, se mantienen diversas disputas con el MERCOSUR, especialmente con Brasil, mientras que la marcha hacia el CAFTA centroamericana enfrenta fuertes exigencias de Costa Rica.

 

La cumbre de Monterrey es por lo tanto un encuentro presidencial donde se intentan limar estas y otras asperezas y resquemores dejando en suspenso los temas comerciales y enfocando los sociales. Cada uno de los países participantes tienen diferentes motivos para haber aceptado rápidamente la idea de EE.UU. de celebrar la cumbre: en unos casos buscan poder condicionar las negociaciones comerciales a ciertos objetivos sociales, en otros esperan quedar en mejor posición para reclamar algunas compensaciones, y no son pocos que aspiran a conseguir argumentos para usar dentro de sus naciones en un intento de demostrar una cara más “humana” del ALCA frente a las crecientes críticas ciudadanas.

 

En primer lugar es bueno recordar que las cumbres presidenciales propias del ALCA siempre incluyeron declaraciones sobre temas sociales y del desarrollo, en muchos casos con énfasis en ciertas cuestiones, y que éstas se traducían en largos programas de acción. Enseguida también es necesario recordar que prácticamente no se ha cumplido nada de esas declaraciones. Es más: las negociaciones comerciales corren por canales independientes y sin conexiones con los “planes de acción” de las Américas. En algunos casos las medidas comerciales propuestas en el ALCA impedirían algunas medidas, como por ejemplo políticas de promoción del empleo.

 

En segundo lugar todos los países de las Américas llegan a la cita de Monterrey con posiciones complejas y en varios casos contradictorias, y donde los temas sociales también están en segundo plano. Repasemos brevemente algunos ejemplos: Chile se encuentra en plena campaña para promover a José M. Insulza como Secretario General de la OEA, y por lo tanto está a la caza de adhesiones; México sigue molesto con la timidez del proyecto de legalización de migrantes dentro de EE.UU.; Chávez es mirado con recelo por algunos de sus vecinos; Brasil reclama una nueva política comercial pero nada dice sobre el endeudamiento externo ni sobre el papel del FMI, mientras que Argentina los cuestiona; y así sucesivamente se observan las más diversas posturas.

 

El temario actual de la cumbre incluye el fortalecimiento democrático, los aspectos sociales vinculados al crecimiento económico, la seguridad hemisférica y la lucha contra el terrorismo. Más allá de esa agenda oficial, el tema de la deuda externa merecería ser tratado con más atención en el encuentro presidencial. Sin embargo no existen posiciones coordinadas desde América del Sur. Brasil, que arrastra una enorme deuda de más de 200 mil millones de dólares, no parece dispuesto a cuestionarla. Hasta ahora el gobierno del PT ha seguido las más rígida ortodoxia económica, incluyendo duras medidas financieras y el cumplimiento de las obligaciones que le impone el endeudamiento. La administración Lula no cuestiona esa situación, aceptó las condiciones del FMI antes de las elecciones, y volvió a hacerlo hace poco tiempo atrás ya en el gobierno. Ese acatamiento ha alejado por momentos a Brasil de las posiciones de Argentina, que una y otra vez mantiene entredichos con los técnicos del FMI.

 

Actualmente varias voces dentro del PT así como algunos socios de la coalición del gobierno reclaman posturas más autónomas frente al FMI y sobre la deuda. Incluso el expresidente José Sarney, un conocido conservador y ahora aliado de Lula, ha declarado públicamente que es necesario renegociar la deuda externa brasileña. Estas posiciones se potencian con las posiciones que dentro de Brasil reclaman que el PT cambie su estrategia. De todas maneras, el ministro de economía ha dejado en claro que nada cambiará en esa materia en el 2004, y hasta hoy, el presidente Lula ha seguido ese camino.

 

Las posiciones más duras sobre la deuda externa y sobre el papel del FMI siguen partiendo de Argentina. Habrá que prestar atención si finalmente esa cuestión se cuela en la agenda presidencial de Monterrey. Estados Unidos está mirando con preocupación las posiciones de Argentina. En estos días se enfrascó en una polémica con Argentina que incluye tanto la forma en que se abordan los compromisos financieros como las relaciones con el gobierno de Cuba. Roger Noriega (subsecretario para América Latina del Departamento de Estado) afirmó estar “preocupado y decepcionado” con las posiciones argentinas respecto a Cuba. La respuesta de Kirchner fue rápida y dura, a pesar que en Monterrey se reunirá con G. Bush; su posición recibió el apoyo de Brasil y Venezuela. Para avivar un poco más las polémicas, Brasilia y Washington se encuentran enfrentados por los controles a los viajeros en los aeropuertos; Bush también se reunirá con Lula en la cumbre presidencial.

 

De esta manera, Washington sigue enfrentando un terreno complejo. Más allá de las declaraciones generales, el énfasis de Estados Unidos está en el tema seguridad, y en especial en promover que los países Latinoamericanos ratifiquen la Convención Interamericana contra el Terrorismo (los miembros actuales son México, Perú, El Salvador, Nicaragua, Canadá y Antigua y Barbuda). Sin embargo por ahora no se ha alcanzado un acuerdo en cómo se presentará esta cuestión en la declaración final. Es más, y tal como sucedió en Cancún y en Miami, el borrador de declaración final que están analizando los delegados de los 34 países sigue repleto de corchetes por puntos que no han sido acordados.

 

Es que la cumbre presidencial de Monterrey ha generado expectativas: se promete que se abordarán los temas del desarrollo y las demandas sociales. Frente a ese objetivo el desafío es doble: lograr una declaración presidencial, y no quedar en un texto mínimo debido a los desacuerdos entre los países (tal como sucedió en Miami); y que esa declaración tenga sustancia. Hasta ahora los gobiernos apenas han apoyado posiciones muy vagas, usualmente aburridas, y con pocas medidas concretas. La cumbre presidencial corre el riesgo de considerar este problema una vez más apelando a las aspiraciones, y sin avanzar en una reforma económica que permita atacar la raíz de la génesis de la pobreza. Ese es un problema que se repite en todos los países, sea Estados Unidos como Brasil, Honduras como Perú. A nivel continental es todavía más grave ya que las imposiciones comerciales del proyecto ALCA, incluso en su versión “ligth” constituyen impedimentos para avanzar en una agenda de lucha contra la pobreza.

 

 

Eduardo Gudynas (*)

Convenio La Insignia - Rel-UITA

12 de enero de 2004

 

 

(*) Eduardo Gudynas es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología y Equidad América Latina).

 

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