Ecuador
|
Negociando
sin margen
de
negociación |
|
El apuro es la tónica.
Delegados oficiales y empresariales de Colombia, Ecuador y
Perú, aparecen afanosos por negociar, por demostrar que
avanzan. Sus gobernantes, con diversos niveles de
inteligencia real e emocional, lo han expresado a su manera:
el TLC es la alternativa al TLC, el TLC va porque va o
simplemente sí porque sí.
Durante la V ronda, en Guayaquil -donde el calor de la prisa
negociadora superó la temperatura del trópico- los temas más
destacados por la prensa giraron alrededor de la propiedad
intelectual de los medicamentos y del recurrente tema de los
productos agrícolas. El comercio sigue dominando el
escenario de una negociación en la que lo que menos se
conseguirá es liberalizar el comercio agrícola, desde que,
al inicio de estas rondas, los EEUU señalaron que no
negociarán sus multimillonarios subsidios a sus
agricultores. Otros asuntos cruciales no aparecen entre los
más cotizados; por ejemplo el establecimiento de un sistema
de "inmunización" a los inversionistas estadounidenses
frente a las decisiones de los gobiernos andinos; las
regulaciones para eliminar la discrecionalidad en las
compras estatales; la prohibición de una serie de
herramientas económicas, como pueden ser medidas orientadas
al control de cambios, indispensables para diseñar políticas
productivas proactivas; o las patentes de plantas y
animales. A lo anterior, añádase las precondiciones que
imponen los EEUU a cada uno de los países antes de la firma
del TLC; concretamente, para conseguir la atención inmediata
y positiva de los reclamos planteados por empresas yanquis a
los gobiernos de la región, que en realidad no tienen nada
que ver con las negociaciones en marcha.
La prisa por concretar algo, alentada por las urgencias
políticas de cada uno de los gobernantes andinos, envuelve
en una sensación de incertidumbre a las negociaciones,
agudizada en Guayaquil por la pesada proximidad de las
elecciones presidenciales en los EEUU. Muchos periodistas e
incluso algunos activistas, que deambulan por las salas
donde se negocia el TLC, se concentran en detalles que a la
postre resultarán intrascendentes. En Perú hay preocupación
por la tímida respuesta estadounidense en lo que tiene que
ver con el mantenimiento de las preferencias arancelarias
andinas vigentes, como que si esa fuera la gran meta por
alcanzar. Los colombianos, quizás acicateados por las
recientes declaraciones del Nobel de Economía, Joseph
Stiglitz, parecen atender con mayor cautela el tema de su
agricultura que podría derrumbarse por la competencia
desigual con productos alimenticios de los EEUU favoreciendo
una mayor producción de la hoja de coca o de la misma
cocaína. Mientras que en Ecuador, donde la nota folclórica
la pone su ministra de Comercio -una verdadera "cheerleader"
del TLC-, la insatisfacción de algunos grupos empresariales
se manifiesta no tanto por la poca "generosidad"
estadounidense, cuanto por la posibilidad de quedarse fuera
de la foto el día que se suscriba el TLC.
En este contexto, los representantes oficiales y oficiosos,
incluyendo a parte sustantiva de las personas que olfatean
regularmente este proceso, como que han perdido el sentido
de las dimensiones y de las importancias. Se han
especializado apenas en analizar las hojas de un par de
árboles del bosque librecambista los más cercanos y
conocidos, como el acceso a los mercados. No ven (o no
quieren aceptarlo) que el real margen de la negociación es
estrecho; está de antemano cercado por las Cartas de
Intención al FMI y los acuerdos con el Banco Mundial. Y no
sólo existe -desde el inicio de las negociaciones- un
borrador de lo que será el TLC para los países andinos, sino
que, en términos concretos, su campo de acción está
determinado por los TLC suscritos recientemente por
Washington, incluido el acordado hace una década con Canadá
y México. En definitiva, los logros, si se los puede definir
como tales, no irán más allá de esos límites, al tiempo que
las grandes diferencias podrían darse por el tratamiento de
determinados productos, como el banano que no se cultiva en
Chile y México.
Alberto Acosta
Convenio La Insignia /Rel-UITA
3 de noviembre de 2004
|