Ecuador
Sin TLC, temores infundados
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La conclusión de las negociaciones del TLC por parte de
Colombia agravó el síndrome del aislamiento y del atraso en
este pequeño país andino. Cuando Perú anunció que había
cerrado dicha negociación a fines del 2005, algo que fue
cierto recién varias semanas después, determinados
personajes aumentaron sus quejas por el temor a quedar
rezagados o, peor aún, aislados. Ahora, en su angustia,
desatan una campaña de miedos y mentiras.
El ministro
de Comercio Exterior, quien acusó de aliados de Bin Laden a
quienes se oponen al TLC, aseveró -sin explicar cómo llega a
esa cifra- que se perderían 600 mil puestos de trabajo si no
se firma dicho Tratado. Y, muy suelto de huesos, amenazó al
sector agrícola con la peor crisis de su historia.
Planteamientos que coinciden con los de aquellos sectores
que anuncian una catástrofe si se pierden las preferencias
arancelarias andinas, las famosas ATPDEA, otorgadas
graciosamente por los EEUU a cambio del apoyo que reciben en
su guerra contra la droga. La ignorancia no está en juego,
definitivamente. Estas intimidaciones forman parte del
"terrorismo económico" al que recurren muchos defensores del
TLC, incapaces de demostrar las ventajas que dizque traería
el Tratado.
Sin el TLC
Ecuador no se aísla de la economía mundial. Es absolutamente
falso, que se margina del mercado norteamericano. Hasta la
pérdida de las ATPDEA tendría un costo marginal. El
sacrificio fiscal que hacen los EEUU por dichas
preferencias, según cifras oficiales, en promedio anual de
1999 al 2003, fue de 20 (veinte) millones de dólares para
todos los productos ecuatorianos que obtuvieron dicho
beneficio y que alcanzaron un 17% de todas las exportaciones
a dicho mercado, es decir 333 millones de dólares. Esos 20
millones, que tendría que cubrir el Estado para no quedar en
desventaja con otros competidores, no justifican, de ninguna
manera, la aceptación de todas las pretensiones de los EEUU,
que inclusive reducirían la capacidad de gestión del país en
el contexto internacional.
Tampoco se
sostienen aquellos argumentos que se esgrimen indicando que
los países vecinos con el TLC van a mejorar su
competitividad porque podrán importar insumos más baratos;
si eso fuera necesario, sin TLC se podría reducir los
aranceles de aquellos insumos que se considere pertinente.
El contrabando de productos yanquis desde los países vecinos
también es utilizado para asustar a los incautos: con el
TLC, esos productos, como el arroz y las papas por ejemplo,
entrarán de todas formas en nuestro mercado; mientras que
sin el TLC tendríamos la posibilidad de impedirlo, si eso no
nos conviene.
Y la
explicación que se utiliza para aceptar el TLC como palanca
para forzar las reformas estructurales, incluyendo la
prohibición del trabajo infantil, resulta peregrina. Sólo
mentes acostumbradas a avanzar blandiendo el látigo, actitud
tan propia de las oligarquías terratenientes, pueden
recurrir a estos argumentos que terminan por debilitar la
soberanía nacional y la misma democracia.
Alberto Acosta
Convenio
La
Insignia / Rel-UITA
8 de marzo del 2006
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