El locutor, con voz grave, anunciaba la
"catástrofe" de México si el candidato
presidencial Andrés
Manuel
López Obrador,
considerado de izquierda, ganaba las
elecciones del 2 de julio, y por eso
pedía a la audiencia votar por el
candidato del Partido de Acción Nacional
(PAN),
Felipe
Calderón. El mensaje se
transmitía por la radio religiosa "Nueva
Vida", con sede en California.
López Obrador, del Partido de la
Revolución Democrática (PRD) no es
precisamente comunista y su programa de
gobierno apenas podría ser considerado
"centrista". ¿De dónde sale entonces la
etiqueta de "izquierdista" que le
atribuyen sus enemigos políticos?
Hace aproximadamente dos años, cuando en
México se empezaban a vislumbrar los
candidatos de los tres principales
partidos, el gobernador de la Ciudad de
México, López Obrador, era quien
acaparaba la atención y lideraba
ampliamente las encuestas. Era el
enemigo a vencer. Y el presidente Fox
puso manos a la obra. Con la complicidad
del Partido de la Revolución
Institucional (PRI), que gobernó el país
desde 1929 hasta el año 2000, intentó
destituirlo por presunto abuso de poder.
Sin pruebas, fracasó. Pero el presidente
no se quedaría con esas mismas manos
(sucias) cruzadas.
Naturalmente, había que hacer las cosas
mejor. Surgieron entonces las etiquetas
de "izquierdista", "populista" y otras.
Se inició una feroz campaña de
desprestigio a través de ciertos medios
de comunicación, especialmente la
televisión. Durante el monopolio de
poder del PRI, la empresa de televisión
Televisa, propiedad de
la familia Azcárraga y "soldados del
PRI", gozó de un monopolio similar.
Al llegar el PAN al gobierno, de la mano
de Vicente Fox, Televisa mantiene su
oficialismo. Ahora con la competencia de
TV Azteca, surgida durante la "apertura"
de capitales de la presidencia de Carlos
Salinas de Gortari (1988-1994), las dos
empresas parecen luchar por el favor del
gobierno. De esta manera, la campaña del
miedo liderada por Fox contó con amplio
apoyo de la televisión y sus respectivas
cadenas radiales. Como premio, el
gobierno del PAN les regaló la "ley
Televisa", que asegura el control de ese
medio a ambas empresas casi sin pagar un
centavo.
El candidato del PAN contó
además con la ayuda crucial
de la Iglesia católica y
otros grupos religiosos. La
etiqueta de "izquierdista"
logró su objetivo:
atemorizar a amplios
sectores de ciudadanos ante
la posibilidad de un triunfo
de López Obrador quien, se
decía, podría imponer el
comunismo y prohibir la
religión. |
El candidato del PAN contó además con la
ayuda crucial de la Iglesia católica y
otros grupos religiosos. La etiqueta de
"izquierdista" logró su objetivo:
atemorizar a amplios sectores de
ciudadanos ante la posibilidad de un
triunfo de López Obrador quien, se
decía, podría imponer el comunismo y
prohibir la religión.
Esta polarización acelerada del
electorado se vio favorecida por la
debacle del PRI, sumido además en luchas
internas. Gracias al "voto útil", se
calcula que miles de priístas
descontentos con su partido votaron por
el PAN.
Decenas de comentaristas independientes
se sorprendieron de la ferocidad de las
campañas negativas. El estilo
estadounidense invadió México. Este se
basa en dos pilares: las encuestas y el
bombardeo televisivo. Así, el PAN se
benefició gracias a sus grandes recursos
económicos para pagar anuncios
televisivos. En cuanto a las decenas de
encuestas donde lo proclamaban ganador,
muchas se comprobaron eran falsas y
buscaban influir en las tendencias del
voto.
El empresariado, solidario, apoyó a
Calderón. Un grupo pagó anuncios
televisivos alertando a la ciudadanía del
peligro que representaba López Obrador
para el país y su futuro, mientras el
periódico "La Crónica", de Ciudad de
México, convirtió el ataque personal
contra el candidato del PRD en casi su
única causa.
Pero el PAN aprendió no sólo de sus
amigos del norte sino también del PRI.
De esta manera, los recursos del
gobierno se utilizaron para apuntalar la
imagen del partido en el poder,
favoreciendo a su candidato
presidencial. Según informes
independientes, el PAN también usó la
vieja táctica de distribución de
créditos y dádivas oficiales con fines
proselitistas.
Más
dudas surgieron al saberse que una
empresa de la familia de Felipe Calderón
creó el programa de computación para el
Instituto Federal de Elecciones (IFE) y
que éste le permitiría acceso a
información privilegiada al PAN.
En 2000, Fox ganó con el apoyo de
quienes querían deshacerse de la
corrupción y parálisis del PRI. En 2006
se trata de consolidarse, establecerse
en el poder para profundizar la agenda
conservadora. Atrás quedaron los
titubeos de Fox, su estilo pueblerino y
la corrupción de su administración, que
incluye millonarios negocios de los
hijos de su esposa, tráfico de
influencias, investigación cancelada
sobre el origen de los fondos de su
campaña presidencial, etc.
Ahora el PAN, con la bendición de
Washington, busca imponer una agenda
conservadora más "profesional". Y para
esto, qué mejor inicio que una victoria
electoral rápida, contundente. Pero,
¿Cómo?
El viejo sistema de fraude electoral
creado por el PRI también ha sido
superado. Un sistema que enriqueció el
folclore popular con denominaciones
familiares para cualquier mexicano, como
"casilla madrugadora", "ratón loco", "carrusel",
"operación tamal", "urna embarazada",
"tacos", "palomeo", "mapache", etc. La
modernidad exige métodos diferentes
(también aquí la escuela estadounidense
tiene mucho que aportar). El fraude, hoy
cibernético, sólo se debe usar cuando la
manipulación ya no funciona. El 2 de
julio, la televisión empezó pronto a
divulgar resultados parciales que
favorecían a Calderón. El PAN, con el
apoyo del PRI, exigió se reconociera "de
inmediato" su triunfo. Sin embargo, el
PRD denunció la desaparición de 2,5
millones de votos. El IFE, entonces,
reconoció su "error". Pero a López
Obrador no le alcanzaron para revertir
su derrota electoral por un margen menor
al uno por ciento, y aunque amenaza con
impugnar los resultados, los
especialistas no creen que esta actitud
prospere.
En cuanto a las reacciones, los gestos
de incertidumbre en algunas personas lo
dicen todo. Muchos ciudadanos mexicanos
de California expresaron sus dudas sobre
el IFE y otras instituciones oficiales;
y no ven con optimismo el futuro de
México, dividido y enfrentado como nunca
antes. La vieja sensación de frustración
parece estar de regreso. "¿Para qué
votar si siempre gana el mismo partido?"
Aunque ahora el partido es otro, el PAN
ha demostrado ser el heredero natural
del PRI.
En
Fresno, Eduardo Stanley
C onvenio
La Insignia /
Rel-UITA
10 de julio de
2006 |
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FOTO:
www.rfi.fr